No hay peor momento en el hombre que cuando desespera, porque pierde el equilibrio, la sensatez, el orden y
la mesura. Es necesario tranquilizarlo. Y si es porque está siendo derrotado en
cualquier contienda, lo mejor es dejarlo que él vaya viendo su derrota y coja
calma aceptando sus errores y los errores de quienes, también ejerciendo mando,
lo acompañan en la batalla. Eso sí, hay que estar alerta en sus momentos de
angustia, para actuar con sabiduría y prudencia en la definitiva de su retirada
final.
En el oficialismo se dispararon las alarmas. Sus liderazgos regionales
no soportan la avalancha de la oposición. El primer alerta lo hicieron llegar a
Caracas argumentando que los candidatos impuestos para gobernadores y alcaldes,
no tenían la aceptación en los estados y municipios para donde habían sido
designados a dedo. Su líder aceptó la queja y retiró a los propuestos, pero
inmediatamente después, en la evaluación de los liderazgos regionales del
oficialismo, los estudios apuntan un 65 % de rechazo para ellos. No tienen
capacidad de liderazgo para soportar el mando de la campaña presidencial, lo
que ha producido aisladamente actos de desespero, como los casos de montar
barricadas en caseríos y pueblos para pretender atajar lo avances de la
oposición.
El peligroso desespero se observa igualmente en el discurso del
oficialismo. Los descalificativos son tantos que el mismo discurso, no encuentra
en su semántica, en su significado, el efecto que desea cuando desacredita o
descalifica al adversario; por el contrario, cada vez que intenta hacerlo, su
adversario crece en la simpatía de la opinión pública. Los ataques del
candidato del oficialismo al candidato de la oposición, le ha permitido a
Henrique Capriles subir en las encuestas 6 puntos en los últimos 30 días. Al
parecer, la estrategia del oficialismo será entonces incrementar las cuñas
publicitarias de la gestión del gobierno
central, las cuales las puede hacer sin pagar nada y sin restricción por parte
del CNE, haciéndolo ver como si no fuese campaña. El desespero del oficialismo
es notorio, no porque esté perdiendo, sino porque teme perder. Y tal como lo
indican los números, esa percepción, es correcta.
El oficialismo, mientras más se desespera, más desconfía. De los suyos,
el que no tenga el visto bueno de la cúpula, no participa en los planes
estratégicos. El círculo se cierra entre los “camaradas” y cada vez se hace más
pequeño. El propio líder ha tenido que intervenir y gritarles: “Unidad,
unidad”. Desean repartirse el poder que ya no existe. El desespero los hace
olvidarse del objetivo que es hacer el esfuerzo por mantener el poder, pero en
manos de quién, se preguntan ellos mismos. Lo que desean es la herencia de un
poder que está muriendo. Por lo tanto, desde la acera de enfrente es necesario
actuar con sabiduría y prudencia. Cuando enciendan todas las alarmas, ya
sabemos por qué suenan. Mientras tanto, hay que estar alerta.
No es alerta para preocuparse, sino para ocuparse. Sabemos que la
oposición tiene en la calle a 504 mil voluntarios, más de medio millón de
personas, en su mayoría jóvenes, haciendo activismo de calle, trabajando en las
comunidades y hasta ahora han contactado junto con el casa por casa que lidera
Henrique Capriles, un total de cinco (5) millones doscientas mil personas. En
esos contactos, han logrado intercambiar información sobre lo que es necesario
hacer para las elecciones del 7 de octubre, la tarea a cumplir para garantizar
el triunfo, en especial el cuidado de los votos, y los problemas urgentes a
resolver, una vez que Henrique Capriles sea el nuevo Presidente de la
República. La victoria está cada día más cerca, pero es necesario estar alerta
las 24 horas. Si el cuerpo no aguanta, hagámoslo por guardia o por grupo, pero
hagámoslo.
leninvalero1@hotmail.com
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