Ya pasados unos días del infortunado comentario, uno de mis
hijos me pregunta si tengo algo escrito en respuesta a la frase tan comentada
del Comandante Presidente de mi país, que soltó desde su hemorrágico verbo “el
que no es chavista no es venezolano”, cosa que indignó profundamente a una
enorme cantidad de gente y en mi casa a mis hijos muy especialmente.
En los últimos años, y como resultado de nuestra mudanza a
Colombia, he notado que la venezolanidad en mi familia se ha exacerbado, no
porque no se sintieran antes más venezolanos que nadie, es que la nostalgia de
la tierra hace que se extrañen los quesitos de mano, la cachapa con chicharrón
en las carretas, la arepa (que aunque aquí se comen muy ricas, el toque a la
venezolana es otro), los amigos, el Ávila, Bahía de Cata y Ocumare de la Costa,
y tantos recuerdos y vivencias que se vienen a la mente en cada lugar, con cada
comida, con cada historia de infancia.
Casi simultáneamente, otro de mis hijos, que está incluso
lejos de Colombia y Venezuela, me escribe pidiendo que reclamara en nombre de
ellos, porque, parafraseando sus palabras, me reclama: tanto aprendernos el
árbol genealógico, que si Ñita de Upata, que si la otra abuela que nació en la
Isla del Burro (Lago de Valencia), que si somos de Maracay y de Caracas, para
que me vengan a decir que ¡no soy venezolano!
Y tienen razón, no porque incluso podamos contar en mi
familia generaciones ancestrales de nacidos en todos los rincones del país, ni
porque mis abuelos y tíos hayan dado batalla contra dictaduras pasadas y sus
padres antes que ellos. Es que somos venezolanos porque mi partida de
nacimiento así lo dice, y las de mis hijos, y las de mis padres y la de mi
esposo, y porque nos sentimos parte del suelo que una vez vio nacer al
Libertador, porque nos arrullaron con nuestro himno nacional, ese “Gloria al
Bravo Pueblo” que me saca lágrimas de emoción, porque las primeras luces las
vimos en suelo venezolano, porque nuestro corazón es tricolor con estrellas.
Entonces me uno al reclamo de mis hijos y pongo por escrito
“Soy venezolana” y eso no va supeditado a ningún partido y tampoco unas
palabras infelices al viento me lo van a quitar.
Aprovecho para dejarles un pedacito de esa canción que dice
mucho de la venezolanidad:
El que nace en
Venezuela
ya lo vamos preparando
al decir venezolano
ya lo dice uno
cantando.
El secreto, compañero,
es algo muy personal:
que arrullamos a los
niños
con el Himno Nacional.
(Venezuela habla
cantando. Autor: Conny Méndez)
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