No puede esperar respeto quien no respeta a los demás.
Especialmente cuando se tiene la responsabilidad de ejercer la presidencia. Es
el caso venezolano. No recuerdo en la historia nacional una etapa tan trágica
en materia de respeto a los ciudadanos. Aquí se desconoce el ordenamiento
jurídico, desde la Constitución hasta leyes, reglamentos y decretos dictados
por el propio régimen. La inseguridad jurídica, además de la referida a las
personas y a los bienes, abre un espacio enorme a la incertidumbre que
atormenta a la mayoría de la población.
El Presidente falta el respeto a todo
el mundo. A ricos y a pobres, a los representantes de las iglesias y del mundo
económico y social, a jóvenes y viejos. Desprecia las instituciones y
menosprecia el real sentido de su existencia. Maltrata a propios y extraños,
incluidos algunos de sus más cercanos colaboradores.
Por supuesto, en catorce
años nadie se engaña con relación al visible fracaso de una gestión para el
olvido. Una de las consecuencias mayores es que el pueblo le perdió el respeto
a quien lo ha irrespetado tanto. No hay forma de recuperarlo. Además luce
agotado física y mentalmente cuando el dinero dejó de ser suficiente para
generar expectativas favorables.
Un alto militar activo, con destacada posición en las
alturas, comentaba que buena parte del problema es que el presidente no confía
en nadie, “ni en su propia sombra”, pues sabe que ya muy pocos confían en él.
Están decididos a no depender más de la suerte de quien posiblemente sea
derrotado en la elección que se avecina. Una suerte de extraña conspiración de
silencio se desarrolla en el oficialismo.
Se trata de un sálvese quien pueda
que preocupa sobre manera al núcleo duro del chavismo, cada día más reducido.
En el mundo de las fuerzas armadas todos son sospechosos. Unos de ser
adversarios del régimen porque creen en la necesidad de un cambio y otros,
sospechosos de ser sapos al servicio de unos cuantos jefes.
La vida en ese
ambiente de recelos y desconfianza, es insostenible. Sobre todo tratándose de
gente que viven y trabajan juntos con lazos de amistad personales y familiares
de mucho tiempo. No hay respeto ni confianza en Chávez. Se acabó.
oalvarezpaz@gmail.com
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