N.R. Ecce Homo es la frase latina que se traduce como: este es el hombre o he aquí el hombre. Se trata, según el Evangelio de Juan (19.5), de las palabras pronunciadas por el gobernador romano Poncio Pilato cuando presentó a Jesús de Nazaret (flagelado, atado y con la corona de espinas) ante la muchedumbre hostil con el objeto de conocer su veredicto final sobre su persona, pues por su parte no veía claro un motivo de condena.
En el anochecer de ayer todas
las dudas se disiparon, todo comentario y sincera preocupación dejo de tener
sentido: Henrique Capriles Radonsky reveló que la mayoría de los venezolanos,
que por él votaron el pasado 12 de febrero, no se había equivocado. ¡Esta vez si que el pueblo tenía la
razón! No estuve entre ellos. En verdad
no le conocía y pensaba que alguno otro de los candidatos, con la experiencia
política que su curriculum demostraba, sería más conveniente en esta hora
oscura de la Patria, tinieblas que anoche fueron disipadas.
Después de su triunfo en
febrero, como todos, acepté el resultado y decidí disponerme positivamente, y
en la medida de mis posibilidades, en apoyarle como me fuera posible. Pero el
martes 14, a dos días de la decisión tomada por una amplia mayoría de esos más
de tres millones de venezolanos que participaron en las votaciones, descubrí,
con grande y grata sorpresa que Capriles tiene dos virtudes que corresponden
perfectamente a lo que el Político --con
P mayúscula-- no puede dejar de poseer:
oír con aplomo y responder con la seriedad que procede de su verdad. Ello fue
cuando se realizó la entrevista que, el entonces neo-candidato, sostuvo con
periodistas nacionales y extranjeros y algunos otros participantes. Capriles oía las preguntas con gran atención,
las anotaba y respondía breve, serio y contundente cuando era menester. Fue
entonces cuando dije para mi “ecce homo”.
Después, el tiempo siguió su
inexorable trabajo y de parte de amigos de buena fe, surgieron dudas,
preguntas, sugerencias y hasta críticas sobre el cómo el candidato se había
expresado, habría dicho o respondido, no había hecho o dejado de hacer. Traté de convencerlos, a veces con poco
éxito, expresándoles que dejaran de lado los detalles y se fijaran en lo
fundamental de lo que el candidato y su equipo venían haciendo: aparte del
recorrer “casa por casa” el territorio nacional, lo fundamental --a mi manera de ver-- era apuntar aquello que la gente más desea
como superación del caos y la muy peligrosa anarquía en los que estamos sumidos
todos los venezolanos: Paz, seguridad y
trabajo.
En toda su historia, Venezuela
ha vivido en una ininterrumpida conflictividad que, iniciada en el siglo XVI no
cesó hasta que Gómez asumió el poder e impuso un orden forzado, pero
indispensable, para construir el Estado moderno que fue entonces
edificado. Esa conflictividad permanente
generó miedo; un miedo secular cuya razón de ser fue --y sigue siendo hoy-- la inseguridad de la propia vida de cada
venezolano, las de su familia, y las de todos los ciudadanos. Y la generalizada
pobreza que nos afecta, también por siglos, encuentra alivio en el trabajo --pero somos hoy un país casi destruido en su
estructura productiva, por lo que la tradicional pobreza no ha hecho sino
acentuarse. Hay un cuarto elemento que
Capriles Radonsky ha venido señalando con mucha razón y acierto: la educación.
Es indispensable enseñar.
¿Enseñar qué? Enseñar sobre las estructuras de nuestra
sociedad; sus instituciones; la realidad que somos en sus raíces y proyecciones
hacia el devenir; las tendencias que de ello se marcan; las prioridades de los
cambios; los recursos, las urgencias, las posibilidades e imposibilidades; en
fin, la aprehensión de nuestro ser nacional tomado en su totalidad: todo ello
es lo que se debe conocer y, a partir de tal saber, actuar para no improvisar.
Enseñar para que cada
venezolano sepa hacer respetar su eminente dignidad de persona humana. Pero,
para saberlo, es menester que entienda elemental y simplemente qué es eso. Por
tanto, es indispensable ayudarle a
saber. Enseñarle en qué consiste esa dignidad y por qué y para qué la posee:
cada venezolano debe entender, entonces, que la persona humana --que él es-- no es accidente fortuito ni
resultado de casualidad alguna, sino de una causalidad que es la voluntad del
Creador que le dio vida y le hizo persona; le hizo inteligente; le dio una
razón para pensar y actuar; una libertad interior por la cual es dueño absoluto
de cada uno de sus actos humanos; le dio conocimiento natural que le permite,
aún en medio de su posibles pobreza e
ignorancia, distinguir entre lo que está bien hacer y lo que está mal, y muchas
cosas más que escapan a este escrito.
La noche de ayer, la TV nos trajo
por Globovisión la entrevista que se le hizo a Capriles. Para quienes se
sintieron algo decepcionados porque el domingo no les gustó el discurso del
candidato, cuando en realidad no se trataba de discurso, sino de una simple
presentación en paralelo de la postulación de su candidatura, presentación que
fue improvisada, muy natural y cargada de emoción, la entrevista de ayer, con
respuestas firmes, seguro de si y muy natural, comprueban que, definitivamente,
esta vez el pueblo no se ha equivocado.
Adelante Venezuela: ¡SI HAY
CAMINO!
ppaulbello@gmail.com
ppaulbello@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO
PERMISO PARA PUBLICARLOS EN MI BIOGRAFIA, SALUDOS JORGE CASTELLANO ESCALONA
ResponderEliminar