Si fue decisivo para definir
las tendencias de la actual campaña electoral, contrastar la marcha del millón
de personas que acompañó el domingo a Henrique Capriles Radonski a inscribir su
candidatura en el CNE, con la de apenas 150 mil manifestantes que siguió el
lunes a Hugo Chávez a presentar la suya, más lo fue ver reaparecer al teniente
coronel el miércoles en el teatro del ministerio de la Defensa, en Fuerte
Tiuna, rodeado de oficiales, suboficiales y cadetes, proclamando que:
“Venezuela ya es una potencia militar, está produciendo fusiles, granadas, y
municiones y se prepara a estrenar un satélite y un avión no tripulado.
En otras palabras, que contra
la paz, guerra; contra las elecciones, armas; contra los votos, balas, y contra
la restauración en Venezuela de un gobierno civil y de democracia
constitucional y consensuada, esta republiqueta de chafarotes que es objeto de
mofa y menosprecio en el mundo civilizado y que pensábamos no volveríamos a ver
desde que el general Pérez Jiménez abandonó el país el 23 de enero de 1958.
Sin embargo –y para nuestra
cada día más desafiada capacidad de asombro- ahí estaba Chávez en cadena de
radio y televisión expeliendo un discurso de casi 3 horas, mascuyando mentiras,
sosteniendo la estafa de que países del tercer y cuarto mundo como China, Rusia
y Bielorrusia le estaban suministrando la tecnología para contar con el
ejército con el cual marcharía a destruir gobiernos, a arrollar reinos y
pulverizar imperios.
Y ocultando el dato que es fundamental
al hablar de estos hechos, desechos o cohechos, pues se trata de la compra de
la chatarra militar más cara de la historia, ya que, por semejantes adefesios,
el tesoro nacional ha pagado la bicoca de 80 mil millones de dólares que
invertidos en seguridad, viviendas, escuelas, hospitales, electricidad, y vías
de comunicación nos tendrían entre los países más desarrollados de la región.
Pero no, no es lo que interesa
a Chávez, exclusivamente focalizado en mantener su dictadura vitalicia, sí con
votos, mejor, pero si no hay votos, con estos fusiles “Catatumbo”, (una versión
empeorada del AK-47 ruso, pero pagada a precio de oro), y granadas, y balas y
municiones que ni mandados a hacer para dispersar manifestantes, disolver
protestas y huelguistas, o perseguir grupos que se empeñen en resistir y no se
dejen amedrentar por los agentes de la internacional del neototalitarismo, el
comunismo tardío y la regresión.
En cuanto a los satélites y
aviones no tripulados, no son tan inútiles para la estrategia de los regímenes
de la impostura y el retroceso, pues, aunque no se tengan, o se tengan a
medias, se prestan idealmente para el chantaje, para asustar a las potencias
democráticas que se atrevan amenazar, bombardear o invadir a estos enclaves
que, por ser los remanentes de un sistema inviable y fracasado, son capaces de
echar mano a los peores expedientes con tal de no sentirse, como dijo alguna
vez Hannah Arendt, “los payasos de la historia”.
Es, por lo menos, la lectura
que están haciendo los neototalitarismos y las petrodictaduras del
defenestramiento del difunto Gaddafi, el cual, si hubiera seguido con su
presunto desarrollo nuclear y hubiera dicho en algún momento que ya tenía la
bomba o estaba a punto de tenerla, las llamada potencias occidentales (y en
especial las europeas), se hubieran tomado más cuidado en apoyar a los rebeldes
que se alzaron en Libia.
Exceso que jamás ocurrirá en
Irán o Corea de Norte, ya que, con sus bravatas y hablando de unas bombas
nucleares que no tienen, ni tendrán jamás, pues, al hermano Ahmadinejad no lo
invade, ni lo bombardea nadie, y a la dinastía de los Kim en Corea del Norte,
la sostienen Corea del Sur, Japón y los Estados Unidos, que le suministran
todo, absolutamente todo, desde combustible y arroz, hasta calzado y ropa.,
pasando por medicinas y televisores.
En cuanto a Chávez, me atrevo a
hacer un pronóstico, y es que, si la oposición sigue arrasando en el afecto y
apoyo de los venezolanos hasta ponerlo a temblar por su inevitable derrota el 7
octubre, no terminará la campaña sin que se tire otra perorata como la del
miércoles, en la misma u otra instalación militar, anunciando que está a punto
de construir o ya tiene la bomba nuclear.
A este respecto, no dejen de
revisar unas presuntas plataformas mohosas y a medio derruir, de posibles
hangares, o galpones o depósitos no especificados, transmitidas por televisión
el miércoles, como las que aparecen cuando los inspectores de la ONU visitan
Teherán o Pionyang y de las cuales siempre se dice que son los edificios donde
se produce uranio enriquecido o se activan los reactores nucleares de las dos
mini o potencias de bolsillo.
Nadie las ha visto nunca, pero
los guerreros de la destrucción masiva proclaman poseerlas, y los inspectores
de la ONU simulan creerles o les creen, porque con tales asesinos en serie, no
hay que andarse con brinquitos.
Porque, es que el guión debe
cumplirse a cabalidad y llenando todos requisitos, y sin apartarse de los
lineamientos generales: Fusiles “Catatumbo” y balas, y municiones y granadas
para la oposición si sale a combatir el fraude o autogolpe electoral, y bombas
nucleares contra las potencias democráticas si se atreven a respaldarla y a
amenazar a los golpistas con bombardeos, invasiones o boicots.
En cuanto a la campaña
electoral, nada de que Chávez se la pase arriesgando lo que le queda de salud
en mitines, marchas, concentraciones y caravanas, que para eso está el sistema
oficialista de medios y su hegemonía comunicacional, y deben dejar claro, y a
través del cadenas y videos editados que, solo hay un candidato en la calle, y
uno que arrasa entre las clases medias y el pueblo y es que el que tiene los
fusiles, granadas, balas, municiones, satélites, drones y bombas nucleares.
En otras palabras, que un
caudillo militar enfermo, desequilibrado y en el colmo de los delirios, si cree
que el bravo pueblo venezolano es intimidable con fantasías o amenazable porque
se haga alarde de que hay una “revolución armada” y que no se dejará desalojar
del poder sino a plomo.
Esas no son las lecciones que
nos deja nuestra historia pasada y reciente, con brillantes capítulos donde
dictadores y tiranos fueron desalojados del poder, no por la violencia, sino
por la voluntad democrática de sus ciudadanos quienes, al lado de líderes y
dirigentes emanados de la misma arcilla popular, arrollaron a los que pensaban
habían heredado a Venezuela como una hacienda.
Henrique Capriles Radonski, es
el actual representante de esos líderes democráticos, el heredero del impulso
histórico vital por el que Venezuela y los venezolanos no se tomaron la
libertad y la democracia para ellos solos, sino que la extendieron por todo el
continente.
Ayer en San Cristóbal y
Barinas, antes de ayer en Mèrida y Maracaibo, y durante toda la semana en San
Félix, Maturín y Cagua, Henrique Capriles, arrebata en la campaña que la
colega, Milagros Socorro, bautizó en un artículo de culto como “Admirable”, por
cuanto, se nutre de los mismos ideales y cumple los mismos objetivos con los
que el Libertador, Simón Bolívar, venció a poderosísimas fuerzas del imperio
español y empezó el ciclo que al final nos independizaría y haría libres.
“Campaña Admirable” de cara al
pueblo, sin tapujos, sin trapacerías, ni para cubrir naderías como esas de “ser
una potencia para la guerra”, en un mundo diseñado, articulado y programado
para la paz.
Sin militares de opereta, sino
de profesionales al servicio de la Constitución y entrenados para defender los
valores de la civilidad, la tolerancia y la convivencia sin los cuales las
naciones que habitan el planeta, no pueden decir que son contemporáneas del
siglo XXI.
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