Los
días 03 y 04 de mayo, se reunieron en Surinam los miembros del CARICOM, a
saber, Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana,
Haití, Jamaica, Montserrat, Sant Kitts and Nevis, Santa Lucía, San Vicente y
las Granadinas, Surinam y Trinidad y Tobago, este organismo sirve de plataforma
para la articulación de las políticas de estos pequeños estados enclavados
entre el Atlántico, el mar Caribe y el Golfo de México.
Bueno
es recordar que, varios miembros de CARICOM son también beneficiarios de
Petrocaribe y de la ALBA, recordémoslos: Dominica, San Vicente y las
Granadinas, Santa Lucia, Antigua y Barbuda, sin embargo, decidieron respaldar
la posición de Guyana en detrimento de Venezuela.
Olvidan
los caribeños que el mar sigue a la tierra y que hasta tanto no se delimite el
territorio, no puede Guyana ni otorgar concesiones, ni extender su plataforma
ni cercenarle a nuestro país el legítimo derecho a resolver la disputa
bilateralmente a través de los buenos oficios y en tanto abstenerse de impedir
la salida hacia la fachada atlántica conforme al Acuerdo de Ginebra, que fue convenientemente
omitido en su declaración.
Ahora
bien, no puede acusarse a los caribeños de mantener posiciones ambiguas, todo
lo contrario, son consistentes, han apoyado a Gran Bretaña contra Argentina en
la disputa por la soberanía de las Malvinas guardando prudentes silencios o
mirando para otro lado cuando se les exige algún pronunciamiento como en la
reciente Cumbre de las Américas. Igualmente, han apoyado a Guyana usando como
base el principio de integridad territorial, pero esta vez fueron más lejos al
validar el laudo arbitral de 1899 como elemento definitorio de los límites
entre las dos naciones.
La
declaratoria por tanto no debería sorprendernos, las naciones de tierra firme
no entienden ni las realidades ni las necesidades de los caribeños y sólo les
toman en cuenta por los votos que representan en la Organización de Estados
Americanos o en la Organización de las Naciones Unidas y hagan lo que hagan por
ganarse el favor, la anuencia, la complacencia e incluso la sumisión de estas
pequeñas naciones, todas las iniciativas se estrellan contra su juego cerrado,
en bloque y abonando para su causa.
En
este orden de ideas, quien debería estar revaluando la alianza es la
Cancillería venezolana que tendiéndoles alfombra roja-literalmente- ha omitido
elementos esenciales en el manejo de la diplomacia petrolera que aplica y
práctica a través de Petrocaribe y la ALBA.
El
primer elemento es, olvidarse de la delimitación de las áreas marinas y
submarinas pendientes con Dominica, Santa Lucia, Granada, San Vicente, San
Cristóbal y Nieves y Monserrat por la Isla de Aves y donde los caribeños (tres
de ellos Albistas) han elevado una petición ante la Comisión de Límites de
Plataforma Continental que busca posicionar la condición de islote no generador
de mar territorial ni plataforma continental, apunta al desconocimiento de la
soberanía de Venezuela y de los Tratados de Delimitación válidamente suscritos
por nuestro país con República Dominicana (1979) y Estados Unidos-Puerto Rico
(1978).
El
segundo, es enviar mensajes contradictorios a las naciones del Caribe en los
que daba a entender que ni la delimitación pendiente por Isla de Aves ni la
resolución de la controversia con Guyana seguirían el curso legal ya que en
aras de la hermandad de los pueblos el gobierno de Venezuela no objetaría las
peticiones en la ONU.
Y
por último, no advertir la pérdida de la influencia de Venezuela en el contexto
regional y caribeño, no por falta de fondos para seguir financiando la
diplomacia alterna, absorbiendo las perdidas por las subvenciones y subsidios a
los barriles de petróleo para ayudar a los “hermanos del Caribe” sino por la
emergencia de otros actores que mueven el tablero, reacomodan sus intereses y
plantan cara a los barriles con bienes, servicios, seguridad jurídica y protección
de inversiones.
Sin
duda que, los miembros de la ALBA han salido respondones y andan de su cuenta
ante la ausencia del líder, Evo Morales fue a Cartagena rompiendo el boicot y
lideró la Cumbre Social, los caribeños y ahora Dominica, San Vicente y las
Granadinas, Santa Lucia, Antigua y Barbuda, le arriman una vez más el hombro a
Guyana mirando con desprecio hacia su benefactor.
En
los pasillos de la Casa Amarilla no se acusa recibo de estas estocadas,
contrarias a la sumisión esperada después de tanta dádiva, total, el Canciller
que despacha más tiempo en la Habana que en Caracas olvida que los intereses
del estado ni se posponen, ni se negocian. Por ello entre vuelo y vuelo una
frase vuelve insistentemente a su cabeza “justo cuando más los necesitamos, nos
dan la espalda”. Malagradecidos.
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