Los nocivos efectos del aleve y repugnante atentado de que fuera objeto
el exministro y periodista Fernando Londoño Hoyos se extendieron como una ola
expansiva y dejaron sembrado nuevamente, a lo largo y ancho del país, el miedo,
la angustia y, lo que es peor aún, la desesperanza.
Un atentado que acabó con la vida de Ricardo Rodríguez y de Rósemberg
Burbano e hirió a treinta y nueve indefensos y desprevenidos ciudadanos,
Al presidente Juan Manuel Santos le llegó la hora de situar, por encima
de su soberbia y de sus sueños de grandeza y de reconocimientos
internacionales, los derechos y anhelos del pueblo colombiano, recordando que
el caudal de votos que lo llevó a ocupar el cargo que hoy ostenta le fue
endosado cuando se comprometió a continuar con políticas implementadas y
desarrolladas con éxito en el anterior gobierno.
Le llegó la hora entonces de reconocer que los problemas de seguridad
que los colombianos hemos venido denunciando, ni eran ni son asunto de
percepción. Son realidad y, aunque nadie desconoce los certeros golpes que les
ha dado a las Farc (algunos concebidos desde el anterior mandato), tiene que
aceptar que la seguridad no ha hecho más que retroceder hasta llegar a la
preocupante situación en la que nos encontramos hoy.La prometida Seguridad
Democrática no se está cumpliendo.
Al Presidente le llegó la hora de admitir que el atentado contra el
exministro Londoño Hoyos no es un hecho aislado. Es parte de la cadena de
barbarie que han venido cometiendo los narcoterroristas de las Farc desde hace
dos años (en Meta, Guaviare, Cauca, Norte de Santander, Putumayo, etc.).
Tal vez este de Bogotá es el más alarmante, por cuanto demuestra que
esos criminales ya consiguieron mediante alianzas con otras bandas de
narcoterroristas tender sus tenebrosas redes en la Capital.
Al presidente Santos le llegó la hora de jugar limpio, de mostrar todas
las cartas y decirle al país si es cierto o no que se están haciendo
negociaciones por debajo de la mesa.De allí ese afán de tener lista la
bienvenida para los terroristas, el tal marco jurídico para la paz, que al
parecer será el mecanismo legal con el que van a validar la impunidad de sus
crímenes, y que, aunque cuesta mucho trabajo creerlo, fue aprobado por sexta
vez en el Senado (le faltan dos en las que ojalá no pase), mientras la sangre
de los colombianos que cayeron en el atentado aún corría por la avenida Caracas
(¿tendrá algún significado el nombre de esa calle?).
Sí, es hora de que el presidente entienda que los colombianos queremos
la paz pero no a cualquier precio y por ello no hay espacio para indultos ni
amnistías.No queremos avalar a esos asesinos para que mañana dirijan el destino
de nuestra Nación. Creemos que más importante que elaborar un marco jurídico
para la paz es construir un clima político para la paz, puesto que ésta no se
impone. Se concibe en la actitud de la ciudadanía.
Le llegó, pues, la hora de demostrar que el Estado es más fuerte que los
terroristas y que puede defender con decisión, la libertad de prensa y el
derecho a disentir, pilares fundamentales de la democracia, encarnados ambos
por el exministro Londoño.Hora de rectificar el rumbo de su gobierno antes de
que sea demasiado tarde.Donde no hay seguridad, no puede haber prosperidad.Al
presidente Juan Manuel Santos le llegó. La hora de La Verdad.
FUENTE: elcolombiano.com
http://www.pensamientocolombia.org/DebateNacional/a-santos-le-llego-la-hora-de-la-verdad
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