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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

domingo, 27 de mayo de 2012

ANGELICA ALVARAY, EL CASTILLO BLANCO

Llegué de viaje y no sé por dónde empezar a escribir. No es que no haya temas, todo lo contrario, los temas sobran. Quizá es justamente eso, hay demasiados temas, se juntan unos sobre los otros: la nueva ley del trabajo; los presos de La Planta y el desgobierno general en las cárceles; la escasez de remedios, o de repuestos, o de algunos alimentos que se turnan para desaparecer de los anaqueles; la ausencia del presidente, o su presencia casi sin palabras, que tiene a la gente desconcertada, acostumbrados como estamos a sus largas peroratas diarias; las denuncias de Aponte Aponte y del otro magistrado; la guerra de encuestas que se hace incomprensible y la falta de ubicación de algunas personalidades que descalifican al candidato de la unidad; las lluvias y el mini-tornado que sacudió parte de Caracas; la inseguridad que sigue sacudiendo a todo el país; en fin, temas infinitos, o los mismos refrescados, con caras maquilladas para que parezcan otros, pero que al final los reconocemos en su esencia triste: la inseguridad, la corrupción, el desgobierno.
Como un niño que juega con la comida pero que en el fondo no tiene hambre y lo que está pensando es en el chocolate que está escondido en la gaveta de su mamá, aquí estoy yo tratando de escribir un artículo sobre lo que pasa en mi país y me voy hacia el mundo literario, al libro que me leí la semana pasada: El Castillo Blanco, un hermoso libro de Orham Pamuk, que parece un cuento sacado de Las mil y una noches.
Esta es la historia de un científico italiano del siglo XVII a quien ponen preso unos piratas turcos y lo venden como esclavo en Estambul. Al principio, el italiano solo tiene nostalgia de su tierra y piensa todo el tiempo en regresar. Luego, a lo largo de los años que pasa como esclavo, va perdiendo la voluntad de ser y cede la responsabilidad de su vida a su amo, a cambio de una tranquilidad que huele más bien a resignación, a peor es la muerte, o peor estaría con otro dueño, con la consabida desesperanza.
Ese aire denso y pegajoso de la incertidumbre y la desesperanza es el que respiro en este momento en la ciudad. Como si nos hubiéramos acostumbrado como sociedad a tener un amo que se nos ha impuesto y ha esclavizado parte de nuestras vidas: basta que él diga qué es lo que quiere hacer y unos obedecen, otros caen en la desesperanza y a otros los domina la angustia de la incertidumbre. Como el esclavo del cuento, pareciera que nos resignamos a la pérdida de nuestra calidad de vida y a un futuro que no tiene sueños, donde no hay cambio posible.
En la historia de Pamuk, amo y esclavo tienen una meta, un sueño: la toma del castillo blanco, y hacia eso se mueven con sus conocimientos, cada uno pensando en sus propios beneficios. Allí, en el castillo blanco, el esclavo toma el puesto de su amo y vuelve a sentir los privilegios de la libertad, esta vez con la sabiduría de quien ha estado años viviendo otra vida.
La toma de nuestro castillo requiere que dejemos de ver al futuro por el retrovisor. Hay que comenzar a recoger las cenizas, los escombros, las cosas buenas que puedan haber, y salir a buscar ese futuro diferente con urgencia, con la concurrencia de todos. Necesitamos que los candidatos que nombramos en esa magníficas elecciones primarias comiencen a patear la calle con la misma intensidad que lo hace el candidato a presidente; que esa fuerza descomunal, esa presencia en todos los rincones del país, se desate con el ímpetu que sabemos que tiene.
No sé si los que miramos hacia delante seamos mayoría o no. A lo mejor la danza de las encuestas fluctúa tanto porque la gente todavía no saber qué hacer ante tanta promesa y tantos reales asomados en la calle. Pero tenemos que sacudirnos los espejismos y caminar hacia nuestro castillo blanco con la seguridad que solo el cambio nos puede traer un futuro mejor.
http://alvaray.blogspot.com/2012/05/el-castillo-blanco.html


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