Cada
día que pasa se pierden más los valores en la sociedad venezolana. Y aunque
ellos deberían ser parte de nuestra identidad, de manera errada muchos los ven
como obstáculos para enriquecerse, para avanzar e incluso para amar. Hoy, he
escrito este artículo alejándome de la temática política y guiándome por mi
condición de psicóloga, para invitarle apreciado lector a actuar guiado por
valores, entre otras cosas, porque con ellos nadie pierde... ¡todos ganamos!
¿Qué
tan legal es usted con los demás? ¿Qué tanto valor tiene su palabra?
¿Acostumbra a ser amable? ¿Es tolerante con la gente? ¿Es fiel, no sólo a su
pareja, sino a sus amigos o a la empresa donde trabaja? Las anteriores no son
preguntas aisladas, tienen un fin: medir su forma de ser y de comportarse. De
paso, tales cuestionamientos quieren reforzar y recordar cuáles son los valores
que usted aún conserva. ¡Y a menos que no quiera ser un individuo correcto, le
convendría hacerse este autoexamen!
El
respeto, la honestidad, la responsabilidad y el manejo correcto del dinero son
valores que se han venido perdiendo. En la política, por citar un ejemplo
cotidiano, se volvió costumbre ‘ser ventajoso’. Incluso el famoso -Cómo Voy Yo-
es tan popular que, incluso, alguien planteó la posibilidad de legalizar esta
figura en los contratos estatales. ¡Qué tal! ¿A qué viene el tema?
Tal
vez le suene algo ‘tonto’, pero existe la necesidad de preservar determinados
valores humanos y éticos y, sobre todo, de transmitírselos con convicción y
firmeza a las nuevas generaciones. Un
valor es algo más que un precepto filosófico o moral, incluso no se
queda en un enunciado académico. Tener valores es asumir una conducta; es una
reflexión de vida. Los valores no son sólo cosas que debemos esperar de los
demás, también los debemos vivir para ser dignos de confianza y para crecer de
una manera espiritual.
Por
ejemplo: la sinceridad es un valor que caracteriza a las personas por su
actitud congruente, que se mantiene en todo momento y que está basada en la
veracidad de las palabras y acciones. Si la gente cree en su testimonio, usted
es un hombre o una mujer de valor. Hablemos del respeto. Cuando usted trata a
la gente, sin importar que tenga o no plata, que sea fea o bonita, debe hacerlo
con cortesía porque así reina un ambiente cordial y amable.
Si
trata a alguien “a las patadas”, adivine cómo le va a responder. Ahora bien,
muchos predican los valores, pero no los aplican. Ahí están los que sienten que
son muy éticos pero, al final, siempre adoptan una “doble moral”.
Los
valores representan aquello por lo que merece la pena luchar, así nos tilden de
‘moralistas’, ‘aburridos’ o ‘pasados de moda’. Ellos se pueden asemejar a las
brújulas, las cuales nos conducen por el camino correcto. En cambio, si usted
no tiene valores está a merced de los
vientos, no tiene puntos de referencia y, por supuesto, resultará perdido.
Y
algo valioso: el hecho de asumir la vida con valores resulta benéfico no sólo
para usted, sino para todos lo que le rodean y para la misma humanidad. Al
tiempo, los valores nos invitan a ver la vida de una manera sencilla, sin
arrogancia y con transparencia; entre otras cosas, porque en la sencillez de la
labor diaria y en aquellos detalles del día que parecen monótonos, se puede
descubrir el secreto de la grandeza.
britozenair@gmail.com
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