“Difícil es templar en el poder a los que por
ambición simularon ser probos.” Salustio
La Apología del Delito, es una instigación
(in)directa a delinquir y consiste en hacer pública alabanza, elogio o
glorificación de un delincuente por el hecho delictivo cometido, de igual
manera se incluye dentro de la apología, el hecho de excitar públicamente a la
desobediencia de la leyes, al odio entre las personas y al llamado ultraje
corporativo, que no es otra cosa que ofender e instigar a ofender, en forma
reiterada, de palabras o de obras el honor, la reputación, decoro o dignidad de
alguna institución pública o privada, en definitiva, la Apología del Delito,
configura una actitud punible por parte del apologista por cuanto con su
conducta instiga a la comisión de delitos.
El penalista francés R. Garraud ha dicho:
“La apología del delito perturba y pierde las conciencias, hace creer
legítimo aquello que es ilegítimo,
enseña a rebelarse contra la ley, hace considerar a los culpables como
víctimas:” La apología es un delito que ofende al orden público, entendido éste
como “la tranquilidad y confianza en el seguro desenvolvimiento pacífico de la
vida civil”.
¿Qué decir cuando se
dictan sentencias como la de “Los Pistoleros de Puente Llaguno”, las
cuales ofenden la conciencia ciudadana o cuándo alguien, mediante un claro
abuso de poder se convierte en el apologista de unos sujetos incursos en
múltiples delitos? ¿Qué decir a los injustificados ataques a la iglesia, a los magistrados del Contencioso
Administrativo, a los alcaldes y otras personalidades? En fin, tenemos una
justicia mediatizada al poder político bajo la práctica de la provisionalidad
para así mantener un control abusivo para hostigar a la sociedad entera bajo la
premisa de que quien no sea activista de las ideas revolucionarias no tiene
ideas y no merece respeto, éstas son expresiones anómicas que pretenden llevarnos
a una anarquía social, donde no se presentan opciones sino desesperanza y nos
exponemos al riesgo de un orden que venga impuesto desde afuera o por la vía
del golpe de estado, el irrespeto a los derechos constitucionales y humanos,
producirá un estallido social, un golpe social ante la ceguera política de la
clase autocrática.
Por primera vez en la historia de
Venezuela desde las altas esferas del
poder se comete impunemente tamaño desafuero delictivo con el lujo del
despliegue televisivo de una dictadura mediática, ante un anómico y mal llamado
“Poder Moral”, instaurado para, supuestamente, resguardar con lealtad a
los ciudadanos que convivimos en este país contra los abusos y actos delictivos
del gobierno de turno, para el pensamiento de Bolívar el “Poder Moral” reside en la base de la sociedad misma y,
cuando instauró el primer poder moral en nuestro país dijo: “Constituyamos
este areópago (...) para que purifique
lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo,
la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los
ciudadanos; que juzgue de los principios de corrupción; de los ejemplos
perniciosos; debiendo corregir las costumbres con penas morales, como las leyes
castigan los delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra
ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las
debilita; no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el
respeto público...” El Poder Moral en nuestro país carece de códigos morales
y enerva el principio bolivariano que lo inspiró, ese poder amoral cobija la
corrupción, la impunidad, la incuria y
todo acto inmoral que vaya contra el
respeto y la supervivencia humana, cobija descaradamente las transgresiones
gubernamentales que hacen apología del delito, ello nos lleva, en forma
gradual, a la desintegración del país, lo que el noble pueblo venezolano no va
a permitir bajo ningún concepto.
El enemigo a vencer es de poca monta, no
presenta proporciones descomunales, pero, el verdadero peligro estriba en los
actos de violencia que los inadaptados seguidores de la revolución, obedeciendo
ordenes de su capataces perpetraran en procura de decretarse un estado de
excepción a todo evento.
La sociedad civil tiene el verdadero poder moral en la calle para luchar contra la estafa política imperante y al respecto me permito recordar la sabiduría de un antiguo dicho inglés:
La sociedad civil tiene el verdadero poder moral en la calle para luchar contra la estafa política imperante y al respecto me permito recordar la sabiduría de un antiguo dicho inglés:
“¿Por qué molestarnos en intentar atrapar a un mono si ya hay
por aquí un organillero que le da al manubrio?”
“La violencia es miedo a las ideas de los
demás y poca fe en las propias.” V. Turati.
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