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domingo, 12 de febrero de 2012

VIRGINIA CONTRERAS: PRIMARIAS 2012, LO IMPORTANTE NO ES COMPETIR, SINO GANAR

Venezuela se organiza nuevamente para la realización de elecciones primarias a fin de escoger al candidato presidencial que deberá enfrentarse al actuar presidente de la Republica en las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre. La primera vez que bajo el actual gobierno se planteó la organización de elecciones primarias fue en el año 2006, oportunidad en la que el para entonces gobernador del Estado Zulia, Manuel Rosales, a última hora logró el consenso necesario para presentarse como candidato de los mas importantes partidos políticos de oposición. Aun así, otros 13 candidatos opositores lo acompañaron en la contienda electoral, si bien sin ninguna posibilidad real de triunfo. En ese momento la organización no gubernamental “Súmate” se encargó de la organización de las elecciones primarias, si bien estas nunca llegaron a materializarse.
En aquella oportunidad la referida organización hizo públicas las irregularidades que a su juicio el proceso electoral venezolano presentaba (“Monitor Electoral”, Súmate, Julio 2006, #13, año 2), citamos: “Por unas Elecciones Limpias y Confiables: Súmate es ampliamente conocida en el país por su Campaña por elecciones limpias, con cinco Condiciones indispensables que deberían ser aseguradas por el Consejo Nacional Electoral (CNE), como administrador electoral: un Registro Electoral confiable, el Voto secreto, asegurar que sean contadas a mano todas las boletas de votación, Auditorias totales y Observación electoral calificada. Adicionalmente, en el caso de estas elecciones presidenciales en las que el presidente será uno de los contendores, la campaña debe regularse especialmente a fin de evitar abusos en el manejo de los recursos públicos en su proselitismo político, para asegurar la igualdad de todos los aspirantes en la competencia electoral.”(Sic). Hasta el presente ninguno de estos vicios ha sido solventado, incluso podríamos afirmar que se han incrementado notablemente.
Desde entonces han transcurrido 6 años en los cuales el CNE se ha encargado de organizar, dirigir y ejecutar 1 elección presidencial, 2 elecciones regionales, 1 elección municipal, 3 elecciones a determinadas alcaldías, 1 elección parlamentaria, referendos revocatorios en siete estados del país, 1 referéndum a la reforma constitucional, 1 referéndum aprobatorio de la reforma constitucional, 1 elección regional del PSUV, y 1 elección de la Federación Unitaria de Trabajadores del Petróleo, Gas, sus Similares y Derivados de Venezuela.
En el presente no pareciera vislumbrarse ninguna renuncia anticipada en bloque que pudiera dar al traste con las primarias con excepción de la declinación del pre candidato Leopoldo López a favor del gobernador del estado Miranda, su ex contendor Henrique Capriles Radonski, circunstancia nada sorpresiva si consideramos que gracias a una medida administrativa dictada por la Contraloría General de la Republica, aquel se encuentra inhabilitado para ejercer funciones públicas por varios años en el país.
Pero aun cuando el referido evento electoral pareciera marchar en relativa calma, son muchas las circunstancias que rodean la vida política venezolana y que ameritan una reflexión respecto a lo que representa este proceso con miras a las elecciones presidenciales futuras.
Rumores sobre la salud presidencial, denuncias sobre la amenaza que representa para la seguridad de Venezuela la presencia de miembros de los gobiernos de Irán y Cuba en territorio venezolano, alarma ante la posibilidad de que el gobierno venezolano pudiera estar facilitando uranio para el desarrollo de energía nuclear con fines bélicos por parte de Irán, auge del narcotráfico en el país suramericano como puente hacia el mundo, son algunas de las circunstancias en las cuales la sociedad venezolana, sus lideres políticos, y algunos miembros de la comunidad internacional se han hecho eco.
Por si esto fuera poco, las expropiaciones a diestra y siniestra que el mandatario venezolano ha venido imponiendo, la aprobación de leyes que limitan cada vez mas la propiedad privada, o el ejercicio de la actividad económica, y que cercenan cada día mas los derechos fundamentales de los ciudadanos, demuestran que indistintamente de la denominación que cada cual le quiera endilgar a la ideología del gobierno bolivariano, es innegable su corte Marxista, en el cual el único que detenta la propiedad es el Estado, y en donde la limitación hacia los derechos fundamentales de los ciudadanos es cada día mayor.
Bajo estas premisas se mueve Venezuela, un país con extraordinarias bellezas naturales y riquezas que harían palidecer de envidia a cualquier gobernante latinoamericano. Tierra de mentes brillantes, como lo demuestra la cadena de cerebros que han sido ovacionados por el mundo. Por nombrar alguno podríamos mencionar al Dr. Humberto Fernández Morán, genio de la ciencia, e inventor entre otras cosas, de la "cuchilla de diamante"; Arturo Uslar Pietri, abogado, político y escritor venezolano, quien ya para 1936 entendió el drama que significaba para Venezuela, el vivir exclusivamente de la renta petrolera, como lo demostró con su frase “Sembrar el Petróleo”; Gustavo Dudamel, joven músico y director de orquesta, cuya genialidad musical y su carisma ha dado la dado de qué hablar en la generalidad del planeta. En fin, que son muchos los venezolanos que por su tesón y su capacidad podríamos mencionar como ejemplo del país al cual nos estamos refiriendo.
De allí que cuando hablamos de las próximas elecciones primarias, no resulta extraño reconocer que efectivamente, cada uno de los precandidatos, indistintamente de las preferencias de los potenciales electores, posee cualidades que los diferencian del común denominador, y que los hacen percibir como personas de bien, interesadas en el futuro del país. La pregunta que habría que hacerse es si estas cualidades son suficientes para ganar elecciones.
Un aspecto que debemos tomar en cuenta para entender la actitud de los precandidatos presidenciales, es el conocer el origen de la organización que hoy los agrupa, conocida como “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD), la cual incluye tanto a los precandidatos presidenciales como a los partidos políticos opositores al gobierno bolivariano.
El primer antecedente que se tiene de la Mesa de la Unidad, es la conocida “Coordinadora Democrática”, creada en octubre del 2002 como una coalición de partidos políticos, asociaciones civiles y ONG venezolanas, todas opositoras al gobierno bolivariano, la cual participó activamente en el paro petrolero iniciado en diciembre 2002, y colaboró en la organización del referéndum revocatorio de 2004. Entre ambos periodos (2002-2004) surge como un mecanismo de intermediación entre oposición y oficialismo, lo que recibiría el nombre de “Mesa de Negociación y Acuerdo”. Producida la intempestiva salida del poder del presidente Chávez el 11 de abril de 2002, y dada la polarización extrema de la sociedad venezolana entre afectos al gobierno y detractores de este, se crea esta organización, cuyos pilares fundamentales serían el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, el ex presidente Cesar Gaviria, y el
Centro Cartel, representado por el ex presidente Norteamericano Jimmy Carter. Ambos ex gobernantes fueron reconocidos entonces como facilitadores. El punto culminante de dicha organización resultaría con la realización del referéndum revocatorio de agosto de 2004, oportunidad en la cual, no sin quejas y denuncias de fraude e irregularidades en dicho proceso -las cuales fueron desestimadas por los facilitadores- se impuso numéricamente la opción representada por el presidente venezolano, siendo este ratificado en su cargo.
Bajo estos dos frustrados antecedentes, en abril de 2010 un grupo conformado por reconocidos miembros de los partidos políticos opositores al régimen, después de hacer un copioso análisis de la situación del país, concluye en la necesidad de constituir una organización, (la “Mesa de la Unidad Democrática”), en la cual se comprometían a “poner todo nuestro esfuerzo en la lucha por alcanzar libertad, justicia y bienestar para todos los venezolanos, sin distinción alguna.”(Sic).
Vemos pues, que en las tres organizaciones que han sido creadas por parte de sectores políticos influyentes, críticos a la política gubernamental, siempre ha habido una constante: la grave situación de crisis política, social y económica que erosiona la democracia venezolana y que amenaza con desmoronarla totalmente de no tomarse medidas contundentes para evitarlo. Tanto, que a los fines “de alcanzar la meta de evitar que gobierne (el presidente Chávez) por seis años mas” (Sic), el pasado año la MUD hace un llamado publico a fin de realizar elecciones primarias con el objeto de designar un candidato unitario, tratando así de presentar una candidatura homogénea y fuerte, y evitando la dispersión del voto como sucediera en el 2006.
A raíz de este momento fueron muchas las discusiones presentadas frente, a lo que si bien poseía un evidente sentido práctico, cercenaba por otro lado el natural derecho de todo ciudadano no solo de escoger entre distintas opciones a sus lideres, sino de presentarse como opción para ser elegido. Bajo la premisa de la “emergencia del caso”, y dada las negativas experiencias del pasado, un grueso sector de la oposición venezolana optó por la necesidad de realización de elecciones primarias a fin de escoger al candidato capaz de enfrentar a ese potentado político, que resulta el presidente Hugo Chávez.
Tal y como hemos escuchado denunciar con voz desgarradora por distintos sectores de la sociedad venezolana, las elecciones presidenciales a realizarse en octubre próximo, representan una oportunidad única para la oposición venezolana para desmontar todo el “aparataje político” que ha mantenido en el poder al gobernante revolucionario. Cuando hablamos de aparataje político evidentemente que debemos incluir el andamiaje jurídico en el cual se han basado las reformas a todo el sistema democrático y a una economía abierta en Venezuela, así como la transformación ética y moral que ha venido tratando de inculcarse en los valores tradicionales de la sociedad venezolana, comenzando por los niños, hasta llegar a instituciones como la Fuerza Armada, hoy denominada Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Diversas tareas entonces le correspondían a la Mesa de la Unidad, a los precandidatos presidenciales, a los líderes políticos, e incluso a sus seguidores. Por un lado, dirigir su atención a los fines de materializar la realización de elecciones limpias y transparentes, como exige la Constitución de la Republica y a la cual tienen derecho todos los venezolanos. Es posible que muchos de los precandidatos, e incluso importantes líderes de la oposición venezolana, dudaren de la posibilidad real de existencia de un fraude electoral. No obstante, frente a la confianza que representa el apoyo solidario de tantos venezolanos dispuestos a sacrificar sus intereses por una candidatura única, así como frente a la infinidad de denuncias respecto a lo que representa esa caja negra llamada “Registro Electoral”, el simple hecho de la “duda” resulta suficientemente grave como para desechar esa posibilidad.
No menos importante que lo anterior resulta la necesidad de imponer a un candidato (a) capaz de atraer no a los convencidos de la necesidad de un cambio, sino a aquellos que incluso hoy en día, y a pesar de sus penurias personales, todavía son capaces de votar por el oficialismo, simple y llanamente porque no existe ninguna persona, ningún candidato, ningún partido político, que le haga mover los cimientos de su espíritu, para atreverse a cambiar su suerte, con las eventuales consecuencias que esto podría representar para aquellos.
En lo que respecta al primero de los planteamientos, la sociedad venezolana, e incluso la comunidad internacional, aprecia con desconcierto, como a pocos días de las elecciones primarias y a tan pocos meses de la elección presidencial, no ha habido absolutamente nadie dentro de la MUD, ni mucho menos de los precandidatos presidenciales que haya presentado un plan de acción, una estrategia coherente, a fin de o demostrar la existencia de un inmenso fraude en las elecciones generales, o por lo menos de desvirtuar las dudas que se han creado a raíz de las denuncias realizadas por expertos e importantes centros de estudio y de pensamiento, tanto en Venezuela como en el exterior en relación con el fraude electoral.
Denunciar pura y simplemente la existencia de un Consejo Nacional Electoral parcializado, o las irregularidades del registro electoral, u ofrecer luchar por la transparencia electoral, a escazas horas de las elecciones primarias, en donde casualmente actuará como maestro de ceremonias dicho organismo electoral, resulta poco menos que ilusorio, sobre todo al recordar que las autoridades electorales han sido escogidas por la Asamblea Nacional para cubrir un periodo que vence el año 2013. Anunciar con bombos y platillos que se invitaran a Observadores Internacionales a fin de que constaten la transparencia del registro electoral resulta más irrisorio aun, toda vez que de acuerdo al Artículo 28 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, si bien se reconoce la publicidad del registro electoral, se establece una importante limitación, y es que para acceder a los datos que facilitarían al electorado, (y por supuesto a los expertos), la verificación de la “existencia real” de los votantes registrados, “a fin de garantizar el derecho a la privacidad e intimidad de cada persona, el acceso a los datos relacionados con la residencia será limitado y sólo podrá obtenerse a través de requerimientos de autoridades judiciales o administrativas.”(Sic). En otras palabras, que si usted desea confrontar la identidad de un votante, con sus otros datos personales a objeto de conocer si ese elector existe o no, deberá solicitar “autorización judicial” para lograrlo. Cualquiera podrá suponer lo que significa esto en un país en donde el Poder Judicial esta de adorno.
El otro aspecto determinante, y no menos importante, se refiere al tipo de campaña pre electoral que se ha venido realizando, así como a las propuestas y mensajes enviados tanto por los precandidatos individualmente, como aquellos contenidos en el Programa de Gobierno presentado al país por la Mesa de la Unidad. En este sentido llama poderosamente la atención la discrepancia existente entre el grito de auxilio que resonaba con desesperación por parte de los lideres políticos que han presentado su opción electoral respecto a lo que significa para Venezuela y para la democracia, el oprobioso gobierno actual, y la actitud asumida por estos una vez que parte de la sociedad venezolana les diera su confianza.
Si analizamos todas y cada una de las propuestas presentadas al país, las mismas se dirigen a corregir los vacíos, los vicios, o las irregularidades existentes en un gobierno, que por lo menos en la forma, fue elegido democráticamente. ¿Qué diferencia podría haber entre criticar la descentralización, ofrecer mayor construcción de viviendas, contribuir a crear pequeñas o medianas empresas, adecentar el Poder Judicial, o limpiar las instituciones del Estado, si no se le explica a los venezolanos que todos estos elementos no son la causa de su desgracia, sino los síntomas de una Nación, que quiéranlo o no reconocer, ha transformado su “sistema político” en un estiércol de valores?
Y es que si de ganar elecciones presidenciales se trata, en la medida en que no exista sinceridad para enfrentar la verdad, o lucidez para conocerla, tampoco existirá la posibilidad de atraer a nadie, más que a los originales adeptos, para convencerlos fieramente respecto a la factibilidad de cambiar el rumbo de la Patria por la vía de los votos. ¿Cómo hacer para transmitirle a los afectos al gobierno bolivariano, a los miles de adoradores de una imagen- la imagen del vengador que ha llegado a Miraflores para hacerles pagar a quienes nada hicieron por aquellos durante mas de cuarenta años de democracia, que deben votar por los otros? ¿Qué hacer para obtener la simpatía de aquellos que sin estar unidos sentimentalmente a la imagen presidencial se han beneficiado económicamente de dicho entorno? ¿Cómo actuar frente a aquellos que están hartos de escuchar palabras vacías tanto del gobierno, como de la oposición en general, para convencerlos que vale la pena arriesgarse, y que el votar por la oposición, representaría la única opción pacifica a la crisis, antes de que sea demasiado tarde?
Distintos ejemplos existen respecto a ese “mensaje” capaz de contener toda una idea de optimismo, de lucha, de compromiso con los electores. Lo hemos visto en las pasadas elecciones presidenciales en los Estados Unidos, en donde un inexperto candidato de color, Barack Obama, en un simple slogan, el “Yes, We can” (Si, Nosotros podemos) aseguraba firmemente que con confianza en si mismos y con voluntad para ganar, se podía obtener el triunfo. Cualquiera podría afirmar que solo se trataba de un tip publicitario, pero más allá de allí, esas simples palabras contenían la razón de su futuro gobierno, aquel que se dedicaría a atender a quienes nunca habían “podido” llegar a nada. La respuesta se materializó hasta el punto de haber sido la primera persona de color en llegar a la presidencia de la potencia más importante del mundo.
Lo apreciamos en las elecciones presidenciales colombianas, en donde el para entonces candidato, Álvaro Uribe, arremetía contra todos sus antecesores prometiendo que su política de “Seguridad Democrática”, significaría precisamente eso: más democracia, pero más seguridad basada en los valores de dicha democracia. Tanto fue el resultado de ese mensaje que el candidato Uribe no solo llego a ganar las elecciones, sino que se mantuvo en el poder durante ocho años.
Lo observamos en Venezuela con la “Democracia con Energía”, del entonces candidato Carlos Andrés Pérez, electo presidente dos veces; o Rafael Caldera con “El Cambio Va”, igualmente presidente en dos oportunidades. No estamos hablando de las consignas publicitarias que representan dichas frases, sino del contenido que conlleva para el elector el escuchar aquel mensaje que efectivamente coincida con su realidad, hasta el punto de hacerlo capaz de arriesgarlo todo a cambio de una esperanza. ¿Cree alguien que las promesas de un “Capitalismo Popular”, de una “Asamblea Nacional Constituyente”, de construcción de más viviendas, de eliminación del control de cambio, e incluso la reducción de la criminalidad, son herramientas suficientes para atraer el corazón de estos votantes?
Quienes así lo piensan confunden los medios con los fines, e incluso en algunos casos hasta adecúan el diagnóstico a sus propias soluciones. Olvidan que el mal de Venezuela no es estructural, sino congénito y que para cambiar las estructuras debes tronchar las raíces de lo que apenas comienza, y no maquillar a su imagen lo que huele mal.
La historia de la humanidad ha estado marcada de tropiezos, de situaciones en las cuales la civilización ha tenido que enfrentarse bajo las peores circunstancias. Aun así ha podido salir airosa. Frente al inmenso reto que significa ganar las elecciones presidenciales bajo las condiciones antes descritas son muchos los que se amilanan, pensando que todo esta perdido. Pero muy seguramente también habrá quienes ante la adversidad serán capaces de reaccionar, entendiendo que si quieres soluciones distintas, no puedes continuar haciendo las mismas cosas.
¿Será que no quieren ganar las elecciones?
trinitron208@aol.com

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