Venezuela se organiza
nuevamente para la realización de elecciones primarias a fin de escoger al
candidato presidencial que deberá enfrentarse al actuar presidente de la
Republica en las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre. La primera
vez que bajo el actual gobierno se planteó la organización de elecciones
primarias fue en el año 2006, oportunidad en la que el para entonces gobernador
del Estado Zulia, Manuel Rosales, a última hora logró el consenso necesario
para presentarse como candidato de los mas importantes partidos políticos de
oposición. Aun así, otros 13 candidatos opositores lo acompañaron en la
contienda electoral, si bien sin ninguna posibilidad real de triunfo. En ese
momento la organización no gubernamental “Súmate” se encargó de la organización
de las elecciones primarias, si bien estas nunca llegaron a materializarse.
En aquella oportunidad la
referida organización hizo públicas las irregularidades que a su juicio el
proceso electoral venezolano presentaba (“Monitor Electoral”, Súmate, Julio
2006, #13, año 2), citamos: “Por unas Elecciones Limpias y Confiables: Súmate
es ampliamente conocida en el país por su Campaña por elecciones limpias, con
cinco Condiciones indispensables que deberían ser aseguradas por el Consejo
Nacional Electoral (CNE), como administrador electoral: un Registro Electoral
confiable, el Voto secreto, asegurar que sean contadas a mano todas las boletas
de votación, Auditorias totales y Observación electoral calificada.
Adicionalmente, en el caso de estas elecciones presidenciales en las que el
presidente será uno de los contendores, la campaña debe regularse especialmente
a fin de evitar abusos en el manejo de los recursos públicos en su proselitismo
político, para asegurar la igualdad de todos los aspirantes en la competencia
electoral.”(Sic). Hasta el presente ninguno de estos vicios ha sido solventado,
incluso podríamos afirmar que se han incrementado notablemente.
Desde entonces han
transcurrido 6 años en los cuales el CNE se ha encargado de organizar, dirigir
y ejecutar 1 elección presidencial, 2 elecciones regionales, 1 elección
municipal, 3 elecciones a determinadas alcaldías, 1 elección parlamentaria,
referendos revocatorios en siete estados del país, 1 referéndum a la reforma
constitucional, 1 referéndum aprobatorio de la reforma constitucional, 1
elección regional del PSUV, y 1 elección de la Federación Unitaria de
Trabajadores del Petróleo, Gas, sus Similares y Derivados de Venezuela.
En el presente no
pareciera vislumbrarse ninguna renuncia anticipada en bloque que pudiera dar al
traste con las primarias con excepción de la declinación del pre candidato
Leopoldo López a favor del gobernador del estado Miranda, su ex contendor
Henrique Capriles Radonski, circunstancia nada sorpresiva si consideramos que
gracias a una medida administrativa dictada por la Contraloría General de la
Republica, aquel se encuentra inhabilitado para ejercer funciones públicas por
varios años en el país.
Pero aun cuando el
referido evento electoral pareciera marchar en relativa calma, son muchas las
circunstancias que rodean la vida política venezolana y que ameritan una
reflexión respecto a lo que representa este proceso con miras a las elecciones
presidenciales futuras.
Rumores sobre la salud
presidencial, denuncias sobre la amenaza que representa para la seguridad de
Venezuela la presencia de miembros de los gobiernos de Irán y Cuba en
territorio venezolano, alarma ante la posibilidad de que el gobierno venezolano
pudiera estar facilitando uranio para el desarrollo de energía nuclear con
fines bélicos por parte de Irán, auge del narcotráfico en el país suramericano
como puente hacia el mundo, son algunas de las circunstancias en las cuales la
sociedad venezolana, sus lideres políticos, y algunos miembros de la comunidad
internacional se han hecho eco.
Por si esto fuera poco,
las expropiaciones a diestra y siniestra que el mandatario venezolano ha venido
imponiendo, la aprobación de leyes que limitan cada vez mas la propiedad
privada, o el ejercicio de la actividad económica, y que cercenan cada día mas
los derechos fundamentales de los ciudadanos, demuestran que indistintamente de
la denominación que cada cual le quiera endilgar a la ideología del gobierno
bolivariano, es innegable su corte Marxista, en el cual el único que detenta la
propiedad es el Estado, y en donde la limitación hacia los derechos
fundamentales de los ciudadanos es cada día mayor.
Bajo estas premisas se
mueve Venezuela, un país con extraordinarias bellezas naturales y riquezas que
harían palidecer de envidia a cualquier gobernante latinoamericano. Tierra de
mentes brillantes, como lo demuestra la cadena de cerebros que han sido
ovacionados por el mundo. Por nombrar alguno podríamos mencionar al Dr.
Humberto Fernández Morán, genio de la ciencia, e inventor entre otras cosas, de
la "cuchilla de diamante"; Arturo Uslar Pietri, abogado, político y
escritor venezolano, quien ya para 1936 entendió el drama que significaba para
Venezuela, el vivir exclusivamente de la renta petrolera, como lo demostró con
su frase “Sembrar el Petróleo”; Gustavo Dudamel, joven músico y director de
orquesta, cuya genialidad musical y su carisma ha dado la dado de qué hablar en
la generalidad del planeta. En fin, que son muchos los venezolanos que por su
tesón y su capacidad podríamos mencionar como ejemplo del país al cual nos
estamos refiriendo.
De allí que cuando
hablamos de las próximas elecciones primarias, no resulta extraño reconocer que
efectivamente, cada uno de los precandidatos, indistintamente de las
preferencias de los potenciales electores, posee cualidades que los diferencian
del común denominador, y que los hacen percibir como personas de bien,
interesadas en el futuro del país. La pregunta que habría que hacerse es si
estas cualidades son suficientes para ganar elecciones.
Un aspecto que debemos
tomar en cuenta para entender la actitud de los precandidatos presidenciales,
es el conocer el origen de la organización que hoy los agrupa, conocida como
“Mesa de la Unidad Democrática” (MUD), la cual incluye tanto a los
precandidatos presidenciales como a los partidos políticos opositores al
gobierno bolivariano.
El primer antecedente que
se tiene de la Mesa de la Unidad, es la conocida “Coordinadora Democrática”,
creada en octubre del 2002 como una coalición de partidos políticos,
asociaciones civiles y ONG venezolanas, todas opositoras al gobierno
bolivariano, la cual participó activamente en el paro petrolero iniciado en
diciembre 2002, y colaboró en la organización del referéndum revocatorio de
2004. Entre ambos periodos (2002-2004) surge como un mecanismo de
intermediación entre oposición y oficialismo, lo que recibiría el nombre de
“Mesa de Negociación y Acuerdo”. Producida la intempestiva salida del poder del
presidente Chávez el 11 de abril de 2002, y dada la polarización extrema de la
sociedad venezolana entre afectos al gobierno y detractores de este, se crea
esta organización, cuyos pilares fundamentales serían el Secretario General de
la Organización de los Estados Americanos, el ex presidente Cesar Gaviria, y el
Centro Cartel,
representado por el ex presidente Norteamericano Jimmy Carter. Ambos ex
gobernantes fueron reconocidos entonces como facilitadores. El punto culminante
de dicha organización resultaría con la realización del referéndum revocatorio
de agosto de 2004, oportunidad en la cual, no sin quejas y denuncias de fraude
e irregularidades en dicho proceso -las cuales fueron desestimadas por los
facilitadores- se impuso numéricamente la opción representada por el presidente
venezolano, siendo este ratificado en su cargo.
Bajo estos dos frustrados
antecedentes, en abril de 2010 un grupo conformado por reconocidos miembros de
los partidos políticos opositores al régimen, después de hacer un copioso
análisis de la situación del país, concluye en la necesidad de constituir una
organización, (la “Mesa de la Unidad Democrática”), en la cual se comprometían
a “poner todo nuestro esfuerzo en la lucha por alcanzar libertad, justicia y
bienestar para todos los venezolanos, sin distinción alguna.”(Sic).
Vemos pues, que en las
tres organizaciones que han sido creadas por parte de sectores políticos
influyentes, críticos a la política gubernamental, siempre ha habido una
constante: la grave situación de crisis política, social y económica que
erosiona la democracia venezolana y que amenaza con desmoronarla totalmente de
no tomarse medidas contundentes para evitarlo. Tanto, que a los fines “de
alcanzar la meta de evitar que gobierne (el presidente Chávez) por seis años
mas” (Sic), el pasado año la MUD hace un llamado publico a fin de realizar
elecciones primarias con el objeto de designar un candidato unitario, tratando
así de presentar una candidatura homogénea y fuerte, y evitando la dispersión
del voto como sucediera en el 2006.
A raíz de este momento
fueron muchas las discusiones presentadas frente, a lo que si bien poseía un
evidente sentido práctico, cercenaba por otro lado el natural derecho de todo
ciudadano no solo de escoger entre distintas opciones a sus lideres, sino de
presentarse como opción para ser elegido. Bajo la premisa de la “emergencia del
caso”, y dada las negativas experiencias del pasado, un grueso sector de la
oposición venezolana optó por la necesidad de realización de elecciones
primarias a fin de escoger al candidato capaz de enfrentar a ese potentado
político, que resulta el presidente Hugo Chávez.
Tal y como hemos escuchado
denunciar con voz desgarradora por distintos sectores de la sociedad
venezolana, las elecciones presidenciales a realizarse en octubre próximo,
representan una oportunidad única para la oposición venezolana para desmontar
todo el “aparataje político” que ha mantenido en el poder al gobernante
revolucionario. Cuando hablamos de aparataje político evidentemente que debemos
incluir el andamiaje jurídico en el cual se han basado las reformas a todo el
sistema democrático y a una economía abierta en Venezuela, así como la
transformación ética y moral que ha venido tratando de inculcarse en los
valores tradicionales de la sociedad venezolana, comenzando por los niños, hasta
llegar a instituciones como la Fuerza Armada, hoy denominada Fuerza Armada
Nacional Bolivariana.
Diversas tareas entonces
le correspondían a la Mesa de la Unidad, a los precandidatos presidenciales, a
los líderes políticos, e incluso a sus seguidores. Por un lado, dirigir su
atención a los fines de materializar la realización de elecciones limpias y
transparentes, como exige la Constitución de la Republica y a la cual tienen
derecho todos los venezolanos. Es posible que muchos de los precandidatos, e incluso
importantes líderes de la oposición venezolana, dudaren de la posibilidad real
de existencia de un fraude electoral. No obstante, frente a la confianza que
representa el apoyo solidario de tantos venezolanos dispuestos a sacrificar sus
intereses por una candidatura única, así como frente a la infinidad de
denuncias respecto a lo que representa esa caja negra llamada “Registro
Electoral”, el simple hecho de la “duda” resulta suficientemente grave como
para desechar esa posibilidad.
No menos importante que lo
anterior resulta la necesidad de imponer a un candidato (a) capaz de atraer no
a los convencidos de la necesidad de un cambio, sino a aquellos que incluso hoy
en día, y a pesar de sus penurias personales, todavía son capaces de votar por
el oficialismo, simple y llanamente porque no existe ninguna persona, ningún
candidato, ningún partido político, que le haga mover los cimientos de su
espíritu, para atreverse a cambiar su suerte, con las eventuales consecuencias
que esto podría representar para aquellos.
En lo que respecta al
primero de los planteamientos, la sociedad venezolana, e incluso la comunidad
internacional, aprecia con desconcierto, como a pocos días de las elecciones
primarias y a tan pocos meses de la elección presidencial, no ha habido
absolutamente nadie dentro de la MUD, ni mucho menos de los precandidatos
presidenciales que haya presentado un plan de acción, una estrategia coherente,
a fin de o demostrar la existencia de un inmenso fraude en las elecciones
generales, o por lo menos de desvirtuar las dudas que se han creado a raíz de
las denuncias realizadas por expertos e importantes centros de estudio y de
pensamiento, tanto en Venezuela como en el exterior en relación con el fraude
electoral.
Denunciar pura y
simplemente la existencia de un Consejo Nacional Electoral parcializado, o las
irregularidades del registro electoral, u ofrecer luchar por la transparencia
electoral, a escazas horas de las elecciones primarias, en donde casualmente
actuará como maestro de ceremonias dicho organismo electoral, resulta poco
menos que ilusorio, sobre todo al recordar que las autoridades electorales han
sido escogidas por la Asamblea Nacional para cubrir un periodo que vence el año
2013. Anunciar con bombos y platillos que se invitaran a Observadores
Internacionales a fin de que constaten la transparencia del registro electoral
resulta más irrisorio aun, toda vez que de acuerdo al Artículo 28 de la Ley
Orgánica de Procesos Electorales, si bien se reconoce la publicidad del
registro electoral, se establece una importante limitación, y es que para
acceder a los datos que facilitarían al electorado, (y por supuesto a los
expertos), la verificación de la “existencia real” de los votantes registrados,
“a fin de garantizar el derecho a la privacidad e intimidad de cada persona, el
acceso a los datos relacionados con la residencia será limitado y sólo podrá
obtenerse a través de requerimientos de autoridades judiciales o
administrativas.”(Sic). En otras palabras, que si usted desea confrontar la
identidad de un votante, con sus otros datos personales a objeto de conocer si
ese elector existe o no, deberá solicitar “autorización judicial” para
lograrlo. Cualquiera podrá suponer lo que significa esto en un país en donde el
Poder Judicial esta de adorno.
El otro aspecto
determinante, y no menos importante, se refiere al tipo de campaña pre
electoral que se ha venido realizando, así como a las propuestas y mensajes
enviados tanto por los precandidatos individualmente, como aquellos contenidos
en el Programa de Gobierno presentado al país por la Mesa de la Unidad. En este
sentido llama poderosamente la atención la discrepancia existente entre el
grito de auxilio que resonaba con desesperación por parte de los lideres
políticos que han presentado su opción electoral respecto a lo que significa
para Venezuela y para la democracia, el oprobioso gobierno actual, y la actitud
asumida por estos una vez que parte de la sociedad venezolana les diera su
confianza.
Si analizamos todas y cada
una de las propuestas presentadas al país, las mismas se dirigen a corregir los
vacíos, los vicios, o las irregularidades existentes en un gobierno, que por lo
menos en la forma, fue elegido democráticamente. ¿Qué diferencia podría haber
entre criticar la descentralización, ofrecer mayor construcción de viviendas,
contribuir a crear pequeñas o medianas empresas, adecentar el Poder Judicial, o
limpiar las instituciones del Estado, si no se le explica a los venezolanos que
todos estos elementos no son la causa de su desgracia, sino los síntomas de una
Nación, que quiéranlo o no reconocer, ha transformado su “sistema político” en
un estiércol de valores?
Y es que si de ganar
elecciones presidenciales se trata, en la medida en que no exista sinceridad
para enfrentar la verdad, o lucidez para conocerla, tampoco existirá la
posibilidad de atraer a nadie, más que a los originales adeptos, para
convencerlos fieramente respecto a la factibilidad de cambiar el rumbo de la
Patria por la vía de los votos. ¿Cómo hacer para transmitirle a los afectos al
gobierno bolivariano, a los miles de adoradores de una imagen- la imagen del
vengador que ha llegado a Miraflores para hacerles pagar a quienes nada
hicieron por aquellos durante mas de cuarenta años de democracia, que deben
votar por los otros? ¿Qué hacer para obtener la simpatía de aquellos que sin
estar unidos sentimentalmente a la imagen presidencial se han beneficiado
económicamente de dicho entorno? ¿Cómo actuar frente a aquellos que están
hartos de escuchar palabras vacías tanto del gobierno, como de la oposición en
general, para convencerlos que vale la pena arriesgarse, y que el votar por la
oposición, representaría la única opción pacifica a la crisis, antes de que sea
demasiado tarde?
Distintos ejemplos existen
respecto a ese “mensaje” capaz de contener toda una idea de optimismo, de
lucha, de compromiso con los electores. Lo hemos visto en las pasadas
elecciones presidenciales en los Estados Unidos, en donde un inexperto
candidato de color, Barack Obama, en un simple slogan, el “Yes, We can” (Si,
Nosotros podemos) aseguraba firmemente que con confianza en si mismos y con
voluntad para ganar, se podía obtener el triunfo. Cualquiera podría afirmar que
solo se trataba de un tip publicitario, pero más allá de allí, esas simples
palabras contenían la razón de su futuro gobierno, aquel que se dedicaría a
atender a quienes nunca habían “podido” llegar a nada. La respuesta se
materializó hasta el punto de haber sido la primera persona de color en llegar
a la presidencia de la potencia más importante del mundo.
Lo apreciamos en las
elecciones presidenciales colombianas, en donde el para entonces candidato,
Álvaro Uribe, arremetía contra todos sus antecesores prometiendo que su
política de “Seguridad Democrática”, significaría precisamente eso: más democracia,
pero más seguridad basada en los valores de dicha democracia. Tanto fue el
resultado de ese mensaje que el candidato Uribe no solo llego a ganar las
elecciones, sino que se mantuvo en el poder durante ocho años.
Lo observamos en Venezuela
con la “Democracia con Energía”, del entonces candidato Carlos Andrés Pérez,
electo presidente dos veces; o Rafael Caldera con “El Cambio Va”, igualmente
presidente en dos oportunidades. No estamos hablando de las consignas
publicitarias que representan dichas frases, sino del contenido que conlleva
para el elector el escuchar aquel mensaje que efectivamente coincida con su
realidad, hasta el punto de hacerlo capaz de arriesgarlo todo a cambio de una
esperanza. ¿Cree alguien que las promesas de un “Capitalismo Popular”, de una
“Asamblea Nacional Constituyente”, de construcción de más viviendas, de
eliminación del control de cambio, e incluso la reducción de la criminalidad,
son herramientas suficientes para atraer el corazón de estos votantes?
Quienes así lo piensan confunden
los medios con los fines, e incluso en algunos casos hasta adecúan el
diagnóstico a sus propias soluciones. Olvidan que el mal de Venezuela no es
estructural, sino congénito y que para cambiar las estructuras debes tronchar
las raíces de lo que apenas comienza, y no maquillar a su imagen lo que huele
mal.
La historia de la
humanidad ha estado marcada de tropiezos, de situaciones en las cuales la
civilización ha tenido que enfrentarse bajo las peores circunstancias. Aun así
ha podido salir airosa. Frente al inmenso reto que significa ganar las
elecciones presidenciales bajo las condiciones antes descritas son muchos los
que se amilanan, pensando que todo esta perdido. Pero muy seguramente también
habrá quienes ante la adversidad serán capaces de reaccionar, entendiendo que
si quieres soluciones distintas, no puedes continuar haciendo las mismas cosas.
¿Será que no quieren ganar
las elecciones?
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