La fuerza unitaria, en un
propósito de salvación nacional, es el camino a seguir. El espíritu unitario
abriga la necesidad imperativa de la nación en un sistema de libertades
públicas. El autoritarismo repugnante se hace trizas en sus ambiciones
perpetuas.
El encuentro de voluntades
progresistas en el propósito unitario le pondrá término a lo que tanto daño le
ha hecho al pueblo venezolano y está encaminado a la reconstrucción del país.
Pero ese propósito no puede ser ajeno a la lucha frontal, decidida, valiente y
tenaz contra todo cuanto significa imposición totalitaria y amenaza de
exterminio a la creciente determinación colectiva que no se doblega sino que,
por el contrario, se empina con las banderas de la libertad, justicia y paz.
Con la unidad saldremos
adelante y dejaremos atrás la pava perniciosa. La única verdad en estos tiempos
es el fraude en todos los sentidos. El gigantesco fracaso que acentúa la
pobreza y destruye la infraestructura nacional que colocaba al país en una
dimensión de sostenido crecimiento económico y social. Esa es la verdad
aderezada con el dispendio de los ingresos petroleros y la corrupción
avasallante. Venezuela ve los avances de naciones en su desarrollo.
Está en el tránsito
inmediato de dar la más formidable lección de conciencia cívica en el ejercicio
de su voluntad, que prevalece sobre la imposición inquisitorial del pensamiento
único. Con la preeminencia del ideal democrático, quedará atrás cuanto ha
representado el saqueo insaciable de los fondos públicos.
Para que Venezuela sea
capaz de salvaguardar la seguridad de sus hijos, la producción con predominio
de la fuerza de trabajo en afán de bienestar, la unidad abre horizontes de
libertad. La unidad del pueblo vence la oscuridad y el terror.
bello.rafael@yahoo.es
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