DEL 12 DE FEBRERO AL 7 DE OCTUBRE
Las fuerzas democráticas tienen
un pacto de honor que es votar en las elecciones presidenciales por quien
resulte ganador el 12 de febrero. Quien esto escribe lo hará con la convicción
de un compromiso. Dicho esto, conviene analizar las estrategias en juego de
cara a la jornada de la semana que viene. En el campo opositor hay básicamente
dos estrategias. Una que consiste en no enfrentar a Chávez y su régimen, sobre
la base de que hacerlo puede enajenar los votos del chavismo light, y la otra
que estima que sólo se logra construir la fuerza necesaria para derrotar a
Chávez si se le afronta sin concesiones. Ambas estrategias tienen razones que
las sostienen, pero no conducen a los mismos resultados.
EL CURIOSO CASO DEL CHAVISMO
LIGHT.
Hay opositores que están de
acuerdo con el fondo de las tesis que defienden los candidatos más
"duros" -los que enfrentan al régimen- pero consideran que para
ganarle a Chávez hay que tener un discurso "suave", no retador,
porque el 7 de octubre los chavistas "light" sólo podrían ser
atraídos por quien haya enarbolado la suavidad. Defienden un planteamiento que
prometa un mundo mejor pero no opuesto al del régimen. ¿Las misiones? Por
supuesto continuarlas con algunas mejorías; ¿relaciones con Cuba? Hasta de
colaboración; ¿Qué Chávez ofrece casas? Pues nosotros más.
Esta estrategia se basa en un
supuesto no demostrado y posiblemente equivocado: no enfrentar a Chávez ahora
permitiría que sus partidarios desencantados voten por el candidato opositor,
si éste no lo ha atacado con aspereza y en forma directa. En primer lugar, no
es factible que un número importante de chavistas light vote en las primarias
por aquello de la persecución; en segundo lugar, un candidato que ofrezca lo
que hace Chávez, pero mejorado, sin retar a fondo al régimen tal vez prefiera
el original a la copia.
No se puede olvidar que la
experiencia histórica de la oposición desde 1999 en adelante es que Chávez se
ha debilitado cuando se le ha enfrentado con determinación y se ha recuperado
cuando la oposición se ha mostrado vacilante. Además, es la propia experiencia
de Chávez. Por él votaron las bases adecas y copeyanas en el instante en que
ofrecía freír en aceite la cabeza de sus adversarios precisamente porque esas
bases sintieron que el hombre interpretaba las críticas y resentimientos que
tenían contra las direcciones de sus propias organizaciones. Cuando Chávez se
les paró de frente a los partidos antiguamente dominantes, atrajo sus bases; cuando
la oposición actual se le ha parado al golpista del 4-F de frente, también ha
crecido.
Debe aclararse que una posición
frontal no está hecha de groserías, ofensas, odios, resentimientos o
psicopatías. Gandhi tenía una posición radical sin ser violenta. Es un mero
subterfugio para no atender la discusión de fondo decir que una posición firme
frente al gobierno es promover la violencia.
CHÁVEZ, ¿SUBE O BAJA?
Que Chávez sube y baja en el
aprecio de la opinión pública no es un secreto. Lo lamentable es que varias de
las más sonadas encuestadoras no son creíbles y no hay datos confiables porque
no se conoce su metodología ni hay auditorías. Hay encuestólogos que al
contratar con instituciones ligadas, directa o indirectamente, al gobierno
tienen presiones muy elevadas cuando trabajan con la oposición; sin dejar de
lado el hecho de que no miden el temor, y que algunos de sus directivos forman
parte de comandos de campaña de candidatos lo cual ocultan apenas con una
hojita de parra cuando posan de analistas. Sin embargo, algunos estudios serios
muestran ese vaivén con el caudillo. A veces se precipita por el despeñadero de
la opinión pública y otras veces tiene regresos pasmosos. Se ha dicho que la
clave es el manejo de los recursos y sus políticas de billete en piñata para
que el que pueda le caiga a palos y agarre lo suyo.
Hay explicaciones diversas desde
el lado de las estrategias oficiales. Sin embargo, cabe preguntarse qué hace o
dejar de hacer la oposición para ocurran esos vaivenes en el apoyo al caudillo.
Uno de los hechos esenciales que ha dañado la alternativa opositora es la
actitud de falso entendimiento que de cuando en cuando el gobierno escenifica,
mediante la cual logra integrar en su discurso y eventualmente en sus acciones
a políticas y dirigentes opositores. En algunos casos es inevitable, como
ocurre con autoridades regionales o locales requeridas o chantajeadas por el
gobierno nacional, lo que al parecer las obliga a la condescendencia como si se
viviera en una democracia. Mas en otros casos, lo que hay es el deseo de evadir
la denuncia y de obviar los desafíos al régimen. Quien esto escribe sostiene
que si se deja de enfrentar a Chávez y hay cierto mimetismo con él, el chavismo
light lejos de sentirse atraído por un polo alternativo lo que hará será volver
a sus viejas querencias. Sólo cuando sienta igual o parecida determinación a la
que tuvo Chávez en su momento desde un proyecto de poder opuesto se moverá
resueltamente hacia éste.
FIN DE LAS ILUSIONES Y NUEVAS
ILUSIONES.
El régimen ha mostrado una clara
determinación de no entregar el poder. El caudillo ha dicho que la "Fuerza
Armada es chavista" y ha sostenido que la oposición, a la cual pone
nombres diferentes, no entrará a Miraflores más nunca. Los militares del grupo
incondicional han sostenido que no reconocerán otro comandante en jefe que el
actual. Lo que todos estos mensajes traducen es una voluntad de poder que va
más allá de la Constitución y de las leyes.
No son bravuconadas de un borracho
de esquina sino la expresión de una determinación absoluta de no reconocer nada
distinto que no sea la continuidad de un proyecto de poder que llegó por las
elecciones y que luego ha usado éstas para perpetuarse con ventajismo, fraude y
abuso. Aunque estas líneas se escriben antes de la "celebración" del
golpe de estado del 4-F que debe haber ocurrido ayer, los preparativos indican
que se trata de una inmensa puesta en escena disuasiva contra la oposición
democrática. La voluntad de derrotar ese monstruoso polo de poder es lo que
está en juego.
¿Qué debe haber reconciliación?
Sin duda. Pero la experiencia histórica indica que para que la haya debe
saberse la verdad primero. Deben establecerse las responsabilidades y debe
haber reparaciones. Pero, sobre todo, que hablen las víctimas o sus familiares.
Nadie puede llegar de asomado a hablar en su nombre; la reconciliación requiere
justicia. Y el perdón sólo puede venir de las víctimas. Para que haya justicia
y progreso, primero debe derrotarse a Chávez y para este propósito hay que
enfrentar su proyecto, su estilo, su régimen.
Para saber lo que hay que hacer
hoy es indispensable pensar lo que ocurriría si Chávez no es derrotado el 7 de
octubre. Ese objetivo debería orientar lo que se haga el 12-F. ¿Lo hará?
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Twitter @carlosblancog
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