El multiplicador es 2.5 o
3. Depende a quién se le pregunte. Es así como se suelen traducir los votos de
las primarias en las elecciones finales. Los expertos afirman que los tres
millones de sufragios obtenidos por Henrique Capriles en las primarias
venezolanas, pueden acarrearle entre siete y medio y nueve millones de
electores en los comicios contra Hugo
Chávez. Suficientes para sacarlo del poder.
“Ocho y medio es una predicción razonable”, me
dijo Joaquín Pérez Rodríguez, uno de los mayores conocedores del tema. Y luego
agregó: “dependerá de muchos factores, dado que faltan más de siete meses para
los comicios del 7de octubre, pero si las elecciones fueran la semana próxima,
y si se realizaran sin trampas, con el grado de entusiasmo que se observa en la
oposición, especialmente en la juventud, Chávez sería claramente derrotado”.
La Mesa de Unidad
Democrática (MUD) guiada por Ramón Guillermo Aveledo, un honorable político
democristiano, escritor y profesor universitario, ex presidente del Congreso,
logró el milagro de poner de acuerdo a los diversos líderes que aspiraban al
poder para forjar una candidatura única. Para conseguirlo, puso tres
condiciones: él no aspiraría a ningún cargo, no aceptaría un céntimo por el
servicio que le hacía al país, y todo el proceso debía ser equitativo y
transparente.
Puro fair play, como dicen
los norteamericanos. Hoy esa inmaculada manera de actuar la estudian
ecuatorianos, nicas y bolivianos a la búsqueda de una fórmula que les permita
ponerle fin pacíficamente al neopopulismo colectivista del llamado Socialismo
del Siglo XXI.
Tras su victoria por más
del 60% de los votos, en la ceremonia de investidura de Capriles como
candidato, Ramón Guillermo Aveledo, que es, además, un buen amante de la
historia, calzó sus palabras iniciales con una atinada frase pronunciada
hace200 años por el patricio José Félix Ribas: “¡necesario es vencer!¡Viva la
República! “.
Bien elegido. Capriles no
es el candidato de la tercera, la cuarta o la quinta república. Es el candidato
de la República a secas. La de la separación de poderes para proteger los
derechos y libertades individuales. La de la autoridad limitada por una
constitución sobria. La de la subordinación de todos al imperio de la ley. La
de los funcionarios electos o designados que admiten que son servidores
públicos sometidos por un mandato del pueblo soberano. La de tratar al
adversario con respeto y dentro de las reglas de la cordialidad cívica. La dela
alternancia en el gobierno, porque en ese juego oposición-poder suele
producirse una mejoría gradual y constante de la calidad del Estado.
Eso es una República. Ése
es el diseño institucional que pisoteó Hugo Chávez hasta pulverizarlo. Ese
espíritu es el que hoy se propone rescatar Henrique Capriles al frente de los
demócratas de país. Y ésa, exactamente, es la alternativa planteada: o
republicanismo o caudillismo de corte populista. Republicanismo que era, por
cierto, el ideal de Bolívar, Miranda, Martí, Juárez, Alfaro y el resto de los grandes
próceres latinoamericanos.
Con sobradas razones, hay
quienes piensan que los narcogenerales no dejarán que Chávez pierda las
elecciones y entregue el poder. Lo ha advertido uno de ellos, Henry Rangel
Silva, hoy Ministro de Defensa. Pero en el ejército hay muchísimos oficiales
que no son narcogenerales y no tienen por qué dejarse arrastrar al abismo para
proteger a un jefe que, según alega Estados Unidos, ha mancillado el uniforme.
Hay otros analistas que
temen que el gobierno cubano, totalmente dependiente del subsidio y de los
turbios negocios venezolanos, no permitirá que se le escape su riquísima
colonia petrolera y utilizará su enorme capacidad de intriga para poner en
marcha “medidas activas” que le garanticen que en Caracas manda un gobierno títere,
con o sin Chávez.
Es probable que La Habana
lo intente, pero en el mundo real, haga lo que haga la DGI comunista de Raúl
Castro, una miserable metrópolis política como la cubana, jamás podrá controlar
a medio plazo el destino de una sociedad cien veces más rica y compleja que la
de la Isla.
Queda, por último, la
posibilidad de que Chávez esté muy debilitado o haya muerto cuando se produzcan
las elecciones de octubre, debido al peligroso cáncer que padece. En ese caso,
el chavismo intentará buscar un candidato de reemplazo o aplazar sine die los
comicios. Si la oposición se mantiene firme con los millones de personas que la
respaldan, y si continúa hablando con una sola voz, la de Henrique Capriles,
nadie podrá evitar que acabe imponiéndose la voluntad democrática. Nada ni
nadie.
Carlos Alberto Montaner
http://www.elblogdemontaner.com/la-republica-contra-el-caudillismo-neopopulista/#more-1736
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