Entramos en un nuevo año. Nuevos sueños, nuevas expectativas, nuevas
realizaciones y nuevas frustraciones. Es el devenir de la existencia humana. Es
imposible que el ser humano se realice plenamente, siempre será un proceso, un
deber ser, un proyecto a seguir. Unas metas y oportunidades.
Se habla de 2012 como año apocalíptico, de predicciones de todo tipo, de
grandes desastres naturales, de malos augurios, etc. En realidad, el mundo se comenzó a acabar
desde que se inició y nuestra existencia-como dice el filósofo existencialista
Frederick Nietzsche- es un tránsito y un acabamiento. Nadie puede negar el
determinismo dialéctico en el sentido, que comenzar a vivir es comenzar a
morir. El mundo se nos acaba desde el momento en que transitamos del ser al no ser,
es decir, de la vida a la muerte.
Mientras tanto, debemos preocuparnos por la construcción de una sociedad
mejor, con una profunda connotación ética y axiológica. Ética porque debemos
procurar en todo aspecto el bien moral; y axiológica porque se necesita de una
verdadera transmutación de valores que haga posible la formación de un hombre
diferente, unido por lazos de solidaridad. El hombre contemporáneo
está más motivado por los
apetitos relacionados con el
poder económico y político y se ha deshumanizado.
Encontramos un mundo injusto,
inequitativo, indiferente y por lo tanto tedioso. Todos ansiamos la felicidad
pero desestimamos los medios para alcanzarla. La felicidad se encuentra en las
cosas sencillas de la vida. En la cohesión familiar y social, en la Naturaleza, en nuestras relaciones
espirituales, en la presencia de Dios y
en todo aquello capaz de hacernos
mejores seres humanos.
Circunscribir la felicidad a las conquistas del poder económico y
político es un grave error. La ciencia política nos enseña, que en donde más se
siente la soledad es en el ejercicio del poder. Y peor cuando se deja de
ejercer. Precisamente, porque por mucho que
se haya pretendido gobernar lo
mejor posible, habrá ingratitud.
Pero quedará la satisfacción del deber cumplido y eso solo es posible
desde la ética. Los peores ‘amigos’ son
los que se adquieren con y en la
política.
Hay que fomentar la amistad en la construcción de una nueva sociedad
venezolana. La lealtad y la solidaridad contribuyen notablemente. Sócrates, ese eminente filósofo griego
sustentaba que una de las principales misiones del hombre es hacer amigos. Sin
embargo, muchos piensan que ser amigos, es ‘tolerarles’ una serie de errores y
actitudes que van en contravía de una sociedad feliz.
Los verdaderos amigos se dicen las verdades, así muchas veces esas
verdades no sean las que los oídos quieran escuchar. Un connotado filósofo
español como Fernando Savater con contundencia afirma que las amistades que no
se adquieren y se mantienen con la nobleza del alma sino con el interés, jamás
nos servirán en los momentos difíciles.
En un mundo globalizado y sistematizado como el actual, con aquello de
las redes sociales, equivocadamente muchos ‘cuentan’ con muchas amistades, pero
eso no es más que un sofisma. La vida misma nos da ocasiones para discernir y
cernir las verdaderas amistades. Son escazas, hay que preservarlas y
promoverlas para ir construyendo de manera paulatina el verdadero tejido
social.
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