Hace algunas semanas tuvimos la oportunidad de viajar a Francia,
atendiendo una invitación de la organización “Diálogo por Venezuela”, radicada
en ese país, pudiendo intercambiar ideas respecto a aspectos vinculados con la
democracia, derechos humanos, seguridad y defensa, entre otros, con
personalidades del mundo académico, gubernamental, periodístico y social de la
Unión Europea.
El primer dilema que se le presenta a quien pretende exponer sobre la
situación de su país fuera de sus fronteras, radica en el riesgo de explanarse
horas y horas, haciendo disquisiciones que posiblemente a nadie le interesen.
Particularmente, en el caso de Venezuela, ha sido un lugar común la visita de
líderes políticos, y miembros de la sociedad civil, quienes en reiteradas
oportunidades han acudido ante la comunidad internacional planteando la crisis
política venezolana. No obstante, quienes residen más allá de la América Latina
poseen un mundo propio. En ese mundo, salvo aquellas situaciones que por su
naturaleza, o especificidades repercutan en sus asuntos, no caben otras
perspectivas por mucha globalización que exista.
Respecto a Venezuela, el elemento que se vislumbra con mayor interés para
la comunidad europea se refiere a la materia de seguridad y defensa,
particularmente la relación que el gobierno suramericano ha venido manteniendo
con organizaciones que ejercen el terrorismo, como la guerrilla colombiana, o
los brazos violentos de los grupos políticos Hamas, o Hezbollah, en el Medio
Oriente; o con países que propician o colaboran con el terrorismo, llegando a
casos extremos con la vinculación de Venezuela con gobiernos que han venido
amenazando al mundo con el desarrollo de
la energía nuclear con ideas aparentemente no muy sanctas, como Irán.
Habrá quien opine que con la profusión de denuncias que ha habido en
relación con la cantidad de actividades realizadas por estas organizaciones en
el país latinoamericano, la situación debería ser más que obvia. Pero a pesar de la insistencia que han
manifestado quienes han venido formulando dichas denuncias, el mundo- más aún
para quienes se encargan del ejercicio de labores de Inteligencia- no se rige
por presunciones, sospechas y deducciones, que si bien pudieran significar algo
oscuro en dichas relaciones, carecen de comprobación científica. La gente
quiere saber cosas concretas: ¿Cómo se llaman esas personas y organizaciones
extranjeras que conviven en Venezuela, qué hacen y cómo puede comprobarse que
las referidas relaciones guardan un fin perverso y no corresponden simplemente
a parte de la política exterior del
gobierno venezolano, de apertura hacia un mundo multipolar?
Son muchos los aspectos que se han destacado respecto a estas nuevas
relaciones de la República de Venezuela con las mencionadas organizaciones y
gobiernos. Se habla de la facilitación de uranio de parte de Venezuela hacia el
Irán; se hacen afirmaciones respecto a ciertas empresas que han venido
estableciéndose en Venezuela, con capital iraní-venezolano, en las cuales
supuestamente existe algún fin oculto vinculado con la explotación de aquel
mineral; se especula respecto a la posibilidad de que aviones de la línea aérea
venezolana “CONVIASA”, que cubren la ruta Caracas-Damasco-Teherán transporten
parte de ese mineral, o sean utilizados para trasladar a personal iraní de
dudosa reputación. Incluso hasta se ha denunciado la participación de personal
diplomático acreditado en los Estados Unidos, como la señora Cónsul de
Venezuela en Miami, Florida, como parte de un grupo dedicado al espionaje y
cuyo objetivo último seria facilitar información a los gobiernos de Irán y
Venezuela sobre las actividades de los enemigos de estos dos regímenes en el
país del norte. Es cierto que a primera vista todas estas situaciones pudieran
representar una amenaza a la seguridad del globo terráqueo, por lo que
significaría que efectivamente Irán, tal y como ha sido expuesto públicamente
por naciones como los Estados Unidos, e Israel, podría estar en vías de
materializar una bomba atómica y para ello el gobierno de Venezuela pudiera
estar ayudándolo. Pero para quienes conocen y dedican su existencia a la
búsqueda de la verdad, estas denuncias carecen de comprobación objetiva, y lo
que es más grave aún: podrían estar infectadas de falsedad, al existir el
riesgo de que las mismas pudieran provenir de los gobiernos a quienes se les ha
acusado de todas estas actividades, quienes muy posiblemente mediante labores
de contra inteligencia, estuvieren interesados en propagar infinidad de
falsedades, haciendo uso de la buena fe y la reputación intachable de algunos
personajes e instituciones, con el objeto de descalificar a estas fuentes, desviando
la atención hacia las verdaderas actividades por aquellos realizadas. De allí que en momentos en que el mundo
afronta el pánico de lo que representa una amenaza nuclear, o las consecuencias
de actos terroristas, la comunidad europea, a diferencia de lo que se piensa en
el nuevo mundo, actúa con mucha más cautela de lo imaginable, e incluso mira
con sospecha, a toda esta profusión de información.
Pero de todas estas situaciones comentadas, lo que si resulta evidente
para el Continente Europeo, es la vertiginosa
manera en que gobiernos, como el de Irán, han venido extendiendo sus tentáculos
por diversos países de Sur América llevados de la mano del gobernante
venezolano. Lo que comenzó por una ampliación de las relaciones diplomáticas
entre Venezuela e Irán, ambos miembros de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), se ha convertido en una hermandad de tal
naturaleza, que no solo el personal acreditado en la Embajada del país pérsico
en Venezuela ha aumentado de 8 funcionarios a más de 50, en lo que va del
gobierno bolivariano, sino que se ha reabierto, e incrementado, en países como
Nicaragua (con un personal diplomático que excede los 70 miembros), Bolivia,
Argentina, Brasil, y muy recientemente pretende ampliar sus tentáculos en Perú,
con la anuencia complacida de su nuevo presidente, Ollanta Humala, e incluso en
Guatemala como eventualmente podríamos ver al gobernante iraní en la toma de
posesión del presidente centroamericano. Lamentablemente, a estos aspectos de
seguimiento a tales funcionarios diplomáticos en estos países, así como de
estudio hacia aquellos que realizan específicamente labores de inteligencia,
(conocidos como “Pasdaran”), no se les ha dado la importancia que merecen,
habida cuenta que el interés fundamental del régimen persa en el mundo no es la
construcción de fabricas de bicicletas, tractores, o cemento para esconder
uranio, sino la eliminación del sionismo de la faz de la tierra, así como de
los “amigos de Israel”, como ha sido afirmado expresamente por los gobernantes
iraníes. Comprenderemos entonces la importancia que para el gobierno de Irán
representa el mantener un centro de operaciones en un lugar geopolíticamente
estratégico como Venezuela, que así como les permite indudablemente sortear los
obstáculos de los bloqueos y sanciones económicas impuestos por diversos países
del mundo en su contra, (y muy seguramente la obtención de parte del tan
codiciado mineral) facilite su incorporación al mundo occidental, permitiendo
mimetizarse con las sociedades de esos pueblos de manera silenciosa, y ejercer
sus labores de inteligencia y recolección de información a la vista de todos,
sin que nadie parezca percibirlo. Las experiencias vividas por la Argentina en
los años 90 respecto a los ataques iraníes a la Embajada de Israel en ese país,
y a la Asociación Mutual “AMIA”, son ejemplos más que elocuentes de lo que
representa la penetración terrorista de ciertos grupos de fanáticos islámicos
en nuestro continente.
Adicionalmente a esta confusión de denuncias respecto a empresas, vuelos
aéreos, y hasta bases misilísticas en Venezuela, otro de los elementos que no
ha sido asimilado con claridad, por lo menos de parte de algunos miembros de la
comunidad europea, son las razones que ha aducido el gobierno venezolano para
profundizar sus relaciones con estos gobiernos que aúpan el terrorismo, o con
organizaciones que lo ejercen. Nos referimos específicamente a los fundamentos
jurídico/políticos que el gobierno bolivariano ha utilizado para mantener e
incrementar dichas amistades, a los escenarios para los cuales a dicho gobierno
les interesa la participación de aquellos, e incluso las condiciones en que pretende beneficiarse
de sus relaciones.
Comencemos por destacar que la fundamentación de la política de defensa
del gobierno de Venezuela se encuentra establecida en la propia Constitución de
la Republica, y desarrollada posteriormente en otras Leyes. Con esto, dicho
gobierno se ha tratado de blindar frente a las denuncias y críticas que han
venido realizando sus homólogos extranjeros, organizaciones civiles y los
llamados centros de pensamiento, e incluso medios de comunicación, respecto a
esas relaciones peligrosas.
Esa política de defensa es conocida como “defensa integral de la Nación”,
contenida en el Articulo 322 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, cuyo primer elemento radica en reconocer la corresponsabilidad en la
defensa de la Nación “de los venezolanos y venezolanas; también de las personas
naturales y jurídicas, tanto de derecho público como de derecho privado, que se
encuentren en el espacio geográfico nacional”.
Esa defensa integral ha sido definida como: “el conjunto de sistemas,
métodos, medidas y acciones de defensa, cualesquiera sean su naturaleza e
intensidad, que en forma activa formule, coordine y ejecute el Estado con la
participación de las instituciones públicas y privadas, y las personas
naturales y jurídicas, nacionales o extranjeras, con el objeto de salvaguardar
la independencia, la libertad, la democracia, la soberanía, la integridad
territorial y el desarrollo integral de la Nación” (Artículo 3.- de la Ley
Orgánica de Seguridad de la Nación).
La Constitución rediseña esa relación en la cual se entrelazan el Estado,
el pueblo y la fuerza armada, al establecer que “La seguridad de la Nación se
fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil…El
principio de corresponsabilidad se ejerce sobre los ámbitos económico, social,
político, cultural, geográfico, ambiental y militar” (Articulo 326).
De lo antes expuesto se desprende que la defensa integral va mas allá de
los aspectos meramente vinculados a los temas tradicionales en materia de
seguridad y defensa, para abarcar áreas que incluyen aspectos que tocan lo
social, económico, político, ambiental y cualesquiera otros que a juicio del
gobierno venezolano puedan ser incorporados. De igual forma, en ejecución de
dicha política, cualquier persona u organización, venezolana o no, que se
encuentre en territorio venezolano es corresponsable de la defensa de la Patria.
Para ello basta que al gobierno bolivariano le interese la contribución de esas
personas, gobiernos u organizaciones,
para que les sean asignadas todo tipo de “acciones…cualesquiera sean su
naturaleza e intensidad” (sic). Vemos pues que en base a ciertos principios
constitucionales, como los señalados, y desarrollados en distintas Leyes, como
la referida Ley Orgánica de Seguridad de la Nación y la Ley Orgánica de la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana, el Estado venezolano le abre las puertas a
todos aquellos que a su juicio se encuentren unidos bajo unos mismos
parámetros, como lo es la existencia de un mismo enemigo (Los Estados Unidos),
la creencia de encontrarse bajo una misma amenaza (el imperio norteamericano),
y la apariencia de un mismo fin (defensa
integral de la Nación).
Estas circunstancias, respecto a la política de defensa del Estado
venezolano, no se conocen de esta forma en el viejo continente, toda vez que en
la mayoría de esos países, entre ellos Francia, existe un concepto más o menos
similar al de la defensa integral, conocido como la “defensa global”, el cual
incluye ámbitos como el político, diplomático, social, civil, ambiental,
geográfico, militar, y en fin, todos aquellos cuya acción u omisión repercuta a
favor, o en contra, de los miembros de la Unión Europea. Con esto queremos
señalar que mientras calificadas organizaciones y personalidades del mundo
político, civil, académico y militar venezolano han denunciado la nueva
política de defensa de Venezuela como un instrumento en detrimento de la propia
Republica, en el exterior esta situación no se aprecia como una verdadera
amenaza, por cuanto que allá se asimila al concepto de defensa integral el de
defensa global, adoptado por esos gobiernos.
De allí que si se quiere hacer notar la amenaza que representa la
vinculación del gobierno bolivariano con ciertas organizaciones y gobiernos
terroristas, la diferencia no está en el qué, sino en el cómo y en el para qué
existen esas relaciones, y no simplemente, como hemos venido observando, en
hacer énfasis en aspectos que como la referida defensa integral de la Nación,
su sola mención en nada contribuye a destacar la gravedad de la situación.
Para entender entonces el interés del gobierno de Venezuela en ampliar
sus relaciones con el fanatismo islámico, o incluso con organizaciones que
realizan actividades terroristas en la América Latina, como las FARC, o el ELN,
en Colombia, así como la proliferación en la adquisición de material de guerra
a gobiernos como el de Rusia, o incluso la facilitación de petróleo venezolano
a países como Cuba, o China, es necesario introducir en el tema cuáles son los
escenarios de conflicto que el gobierno venezolano ha considerado como
posibles, y en qué medida esas nuevas relaciones –a juicio del gobierno bolivariano-pueden
contribuir a la defensa integral de la Nación-; veamos:
1) Una guerra de IV generación
(4GW), en la cual el campo de batalla se trasladaría hacia la sociedad enemiga
y en donde se haría necesario el favorecimiento de la población venezolana, de
apoyar dicha guerra. Sobre este particular entenderemos entonces la constante
amenaza del gobierno venezolano respecto a presuntas alianzas existentes entre
“el imperio” (entiéndase el gobierno de los Estados Unidos y los sectores
opositores venezolanos).
2) Un Golpe de Estado,
subversión y/o acciones similares, promovidos por grupos transnacionales
(supuestamente con el apoyo interno, tanto de la sociedad civil venezolana,
como de parte de la fuerza armada de ese país). Esta sería la razón por la cual
el gobierno venezolano ha venido desarrollando y auspiciando otros tipos de
fuerzas paralelas- como los Círculos Bolivarianos, los llamados “colectivos” y
ciertas agrupaciones armadas, como las milicias bolivarianas, a fin de contrarrestar la posible acción de la
propias fuerzas militares (institucionales) que pudieran estar en contra del
gobierno bolivariano.
3) Un conflicto regional, cuya
mayor amenaza, por su ubicación geográfica y por los intereses compartidos con
los Estados Unidos, lo generaría Colombia, aun cuando en los actuales momentos
las crisis políticas entre ambas naciones parecieran haberse distendido.
4) Una intervención militar,
tal y como sucediera en Irak (en donde a juicio de las autoridades bolivarianas
se incorporarían los Estados Unidos, y países aliados de este, y en donde
requeriría del mejor armamento, y la mayor tecnología, para tratar de
contraponer el altísimo poder de fuego y capacidad militar extranjera, a cuyo
efecto el gobierno bolivariano estaría interesado en incrementar al máximo sus
equipos militares y material de guerra)
Tal y como podemos concluir, la primera diferencia que existe entre la
defensa integral de la Nación venezolana, con la defensa global, es el tipo de
amenazas que origina la aplicación de dichas políticas. Mientras que para
Venezuela estas tienen por fundamento los escenarios antes descritos, para la
Unión Europea los escenarios que se plantean los países miembros abarcan
conceptos que atentan contra la seguridad de toda una región, y que si bien
pudieren ser mucho más mortíferos que los otros, no evidencian el interés de
agresión contra algún Estado en particular (por lo menos no en la forma en que
el gobierno bolivariano lo interpreta). En el caso europeo nos estamos
refiriendo a amenazas como el terrorismo, las consecuencias de los conflictos
regionales, la proliferación de armas de destrucción masiva, o la delincuencia
organizada. Vemos pues que mientras Venezuela se plantea su propia “guerra fría”, esta ya ha sido superada en Europa hace más
de veinte años.
La otra diferencia sustancial entre ambas políticas de defensa radica en
el enemigo a enfrentar. Siendo que para la Unión Europea uno de sus mejores
aliados fuera de la región lo representan los Estados Unidos, para el gobierno
bolivariano esas acciones extranjeras, invasiones, conflictos, o golpes de
Estado en su contra, estarían dirigidos precisamente por la primera potencia
del mundo, en colaboración con otras naciones aliadas, como lo serian la Gran
Bretaña, Francia y Alemania, entre otros.
Como corolario de lo aquí señalado debemos destacar que en la medida en
que nuestra atención transgreda los espacios normales de nuestra imaginación,
dejando paso a rumores, y situaciones de difícil comprobación, muy
probablemente las consecuencias producidas resultaran contrarias al efecto
deseado, opacando hechos y circunstancias que bien por desconocimiento, o mala
interpretación de los investigadores, en vez de ser denunciadas ante el mundo,
podrían pasar desapercibidas para quienes, como hemos mencionado en el caso de
la Unión Europea, entienden perfectamente la amenaza que podría resultar de las
alianzas referidas.
trinitron208@aol.com
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