Desafíos, queridos amigos, son retos para combatir en gestas singulares;
son encrucijadas en que necesitamos destrezas más que fuerzas para salir
airosos; son dificultades o problemas de solución difícil, vencibles en la
medida en que los encaramos con determinación y sacrificios o renunciamientos,
pero sobre todo, los Desafíos son oportunidades para enfrentar los obstáculos,
vencerlos y progresar en la realización.
Los Desafíos son pruebas no siempre superadas. En ellos nunca está
ausente la incertidumbre, la fatiga y a veces el desconcierto. Al enfrentarlos,
no rara vez nos invade el desaliento o la renuencia, la tendencia a la
comodidad, o la excusa para evadirnos sin sufrir derrotas en los intentos.
Todos tenemos Desafíos. La vida entera es un proceso de incesantes y
crecientes Desafíos. Venezuela tiene desafíos como Nación que anhela vivir en
democracia, con la seguridad y justicia que otorga el imperio del Derecho,
gozando de bienestar espiritual y material compartido por todos sus hijos.
Creo que tenemos desafíos que se arrastran por demasiado tiempo, porque a
pesar de saber cómo aliviarlos o resolverlos nos falta la voluntad política
suficiente para hacerlo. Y tenemos también desafíos nuevos, secuela de la
modernización de nuestras Instituciones y pueblo, frente a los cuales aún
carecemos de juicios certeros.
Cuando hablamos de democracia le pedimos mucho a la palabra Democracia.
Parece que fuera la perfección y, por eso, siempre estamos insatisfechos,
porque, como dice Rosseau, la democracia es para los dioses; nosotros, humildes
mortales, no hacemos nada más que caminar hacia la democracia.
Por tanto, sin intentar responder de manera ordenada a las preguntas que
se han planteado, sino de manera desordenada, para que después cada uno haga
sus reflexiones, creo que una primera idea que se podría poner sobre la mesa es
la siguiente: ¿Por qué le pedimos a la palabra democracia que siempre sea tan
perfecta? Queremos una democracia perfecta. Pero, ¿por qué queremos esta
perfección en la democracia?
La democracia es una forma de organizar la convivencia, que es el gran
problema de la humanidad, y de trasladar la propia vida hacia los otros, que es
un tema profundamente político. Como el tema de la convivencia no lo tenemos
resuelto, recurrimos a la democracia para ver si nos ayuda. ¿Cuáles son, por
consiguiente, los Grandes Desafíos de la Democracia en Nuestra Patria?
Nuestra democracia debe ser una Democracia Constitucional, no al estilo
del Buen Salvaje de Rosseau en El Contrato Social, sino una democracia que
comporta una manera de gobierno que se ejerce de acuerdo con un contrato que es
la Constitución. Eso tiene consecuencias importantes desde el punto de vista
democrático; por ejemplo, es incompatible con la revolución.
La Democracia Constitucional comporta un régimen de derechos
fundamentales; comporta unos derechos básicos, como la libertad de expresión y,
por tanto, está relacionada con los medios de comunicación, que tienen una
tarea fundamental dentro de la Democracia Constitucional, la de crear una
opinión pública libre. Por eso, la democracia se fundamenta en la concepción de
que el ser humano es un ser racional, es decir, que piensa, presunción sobre la
cual se ha montado el esquema democrático y que iría muy bien demostrar.
Este nuevo modelo, Democracia Constitucional, nos permitirá el tránsito
efectivo y verdadero hacia la Democracia Participativa y el Estado de Derecho,
permitiendo la flexibilidad necesaria para plantear con la frecuencia
conveniente las acciones y las estrategias necesarias para lograr el desarrollo
integral y equilibrado del país, ampliar la base de ciudadanos emprendedores
que produzcan riqueza, reducir las desigualdades y sacar adelante a los grupos
y regiones más necesitados.
Sobre la democracia, yo haría un diagnóstico de los problemas que me
preocupan. En primer lugar, la erótica del poder (cuando alguien llega al poder
le coge gusto, porque manda); en segundo lugar, la soberbia (los políticos
necesitan una dosis de humildad para restaurar la idea clásica de servicio
público); y, por último, los cambios generacionales. Estamos instalados en la
cultura de la transición.
El descubrimiento y configuración del Estado-Gobierno anhelado en la
Democracia Constitucional nos sitúa en una agenda de transformaciones honda y
vasta. Por eso pensamos en la instauración del Estado Regional, entendido como
instrumento para aumentar la participación social, vigorizar la democracia
directiva y lograr mayor efectividad en la satisfacción de las necesidades
públicas mediante la gestión de proximidad, es decir, la que acerca el servicio
a la comunidad que lo recibe y donde el Ciudadano es parte activa.
Quienes así pensamos queremos, por esa vía, incrementar la gobernabilidad
de la Sociedad Estatal, a través de mayores y mejores instancias de
información, transparencia, control, ejecución y responsabilidad Ciudadana.
Pensamos que no hemos llegado aún a comprender y practicar la democracia
como estilo de vida. Es decir, no la hemos asimilado lo suficiente como para
forjar una conciencia y sentimiento que trascienda la sola forma de gobierno o
elenco de reglas procesales de esa estirpe, pese a la corrección con que ellas
fueron y, desde 1999, son aplicadas en Nuestra Carta Fundamental.
En otras palabras hemos entendido la democracia en cuanto conjunto de
normas para que el Pueblo elija libremente, cada cierto tiempo, a determinadas
autoridades y las controle a través de sus representantes.
Pero hemos olvidado que ella es, además y principalmente, un estilo y
finalidad de convivencia caracterizado por la vigencia -diaria y constante de
valores, tales como la participación, el respeto y la tolerancia, la
solidaridad y la responsabilidad resultantes de asumir, la Sociedad misma,
nuevas y múltiples actividades conducentes al bien común en términos de un
desarrollo o progreso humano armónico y persistente.
Pensamos que el baluarte ante el Individuo Solo y el Estado Todo se halla
en la Sociedad Civil fuerte, activa, participativa, solidaria, pero a la vez en
sí misma descentralizada. Y acentuamos esta descentralización socioeconómica,
pues nada o poco de avance en la renovación de nuestro Estado-Sociedad para
lograr la gobernabilidad y el desarrollo armónico de Venezuela se alcanzará de
mantenerse la concentración, territorial y funcional, de las decisiones y
recursos privados en Caracas, o en diminutas organizaciones que resuelven desde
allí.
Las reflexiones que hemos expuesto se fundan en el carácter nuestro, con
sus virtudes y defectos. De ese temperamento venezolano y debemos realzar cinco
rasgos culturales, porque corregirlos es parte, tal vez lo más difícil, de los
Desafíos que tenemos.
En efecto, Desafío es vencer la corrupción, deteniendo su avance para no
llegar a la situación dramática del colapso institucional, conscientes que esa
patología es letal para la Democracia y el Derecho.
Desafío tenemos, además, por nuestra mala memoria, a raíz de lo cual no
aprendemos las lecciones de la historia y, con obcecación, reincidimos en los
errores aduciendo que los fracasos anteriores se debieron a sucesos ilegítimos
y que necesitamos otra oportunidad para ensayar nuestros proyectos.
Desafío tenemos, en seguida, para ser transparentes, decir la verdad en
donde sea, sin ocultarla ni entregarla a medias, acomodándonos en función de
oportunidades y conveniencias, lograr ventajas arbitrarias, alcanzar éxito sin
sacrificio, en fin, recurrir a tácticas o estrategias que son eufemismos,
acuñados por quienes han militarizado la Política, para maquillar el
maquiavelismo.
Desafío tenemos también para resolver diversas patologías políticas,
v.gr., el odio y rencor; el instinto de venganza, aunque nunca se diga que eso
no es efectivo; por último, la envidia y el resentimiento.
Desafío tenemos, finalmente, de cara a la violencia en los espíritus y
las manos. Debemos erradicarla cuando se ejerce contra la naturaleza,
depredándola sin pensar que las generaciones de hoy no tenemos derecho a
hipotecar el bienestar de nuestros hijos; o tratándose de erradicar la
violencia contra la familia evidenciada en el abuso de niños y los ataques,
físicos y psicológicos, en el hogar; violencia contra la persona, patente en el
atropello a sus derechos inalienables, comenzando con el derecho a la vida;
violencia contra la seguridad ciudadana, a raíz de la escalada delictiva, común
o sofisticada; violencia ejercida en contra de grupos, sean estratos sociales,
sectores económicos o etnias; violencia en contra de los Estados, atropellados
en su Soberanía e Independencia; violencia, en fin, en contra de quienes tienen
fe o practican la tolerancia, arrinconados por el fundamentalismo, las sectas y
el relativismo ético.
Digo entonces que los Desafíos se vencen con análisis y reflexión; con
inteligencia y templanza; con prudencia y perseverancia; pero también con
Coraje o Voluntad Política, como ahora se le llama.
Pienso en el Coraje más que como arrojo o bravura con el significado de
una disposición del carácter, habituada a afrontar dificultades, resistir
adversidades, doblegar obstáculos y, a raíz de todo eso, volverse, prueba tras
prueba, más valeroso. Por lo mismo, pienso en el Coraje como una cualidad de
hacernos valientes al realizar actos de valentía.
Coraje es saber elevarse sobre la comodidad y el ocio; es recordar
siempre que los venezolanos debemos entendernos, aceptarnos como somos y
ayudarnos; es dar antes que recibir, sin discriminaciones pero con preferencia
por el desamparado y el desvalido; es identificarse con los valores del
espíritu, tan acosados, impugnados o disminuidos en tiempos de desenfrenado
materialismo y subjetivismo.
Tener Coraje es hacer lo que la conciencia revela que es correcto, aunque
la opinión de la mayoría, la presión del ambiente o la conveniencia utilitaria
indiquen lo contrario.
Tener Coraje es confiar en Venezuela y en nosotros mismos cuando otros
dudan de nuestra capacidad para enfrentar y vencer los Desafíos. Los Desafíos
se vencen con Coraje.
Si asumimos los Desafíos y los vencemos, entonces seremos dignos de decir
que hemos superado las causas y recuerdos de las discordias, borrándolas con un
olvido eterno, para avanzar en la realización del sueño de todos los
venezolanos que es vivir en Paz, con Justicia y en Democracia.
raulamiel@gmail.com
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