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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

viernes, 13 de enero de 2012

RAÚL AMIEL: DESAFÍOS

Desafíos, queridos amigos, son retos para combatir en gestas singulares; son encrucijadas en que necesitamos destrezas más que fuerzas para salir airosos; son dificultades o problemas de solución difícil, vencibles en la medida en que los encaramos con determinación y sacrificios o renunciamientos, pero sobre todo, los Desafíos son oportunidades para enfrentar los obstáculos, vencerlos y progresar en la realización.
Los Desafíos son pruebas no siempre superadas. En ellos nunca está ausente la incertidumbre, la fatiga y a veces el desconcierto. Al enfrentarlos, no rara vez nos invade el desaliento o la renuencia, la tendencia a la comodidad, o la excusa para evadirnos sin sufrir derrotas en los intentos.
Todos tenemos Desafíos. La vida entera es un proceso de incesantes y crecientes Desafíos. Venezuela tiene desafíos como Nación que anhela vivir en democracia, con la seguridad y justicia que otorga el imperio del Derecho, gozando de bienestar espiritual y material compartido por todos sus hijos.
Creo que tenemos desafíos que se arrastran por demasiado tiempo, porque a pesar de saber cómo aliviarlos o resolverlos nos falta la voluntad política suficiente para hacerlo. Y tenemos también desafíos nuevos, secuela de la modernización de nuestras Instituciones y pueblo, frente a los cuales aún carecemos de juicios certeros.
Cuando hablamos de democracia le pedimos mucho a la palabra Democracia. Parece que fuera la perfección y, por eso, siempre estamos insatisfechos, porque, como dice Rosseau, la democracia es para los dioses; nosotros, humildes mortales, no hacemos nada más que caminar hacia la democracia.
Por tanto, sin intentar responder de manera ordenada a las preguntas que se han planteado, sino de manera desordenada, para que después cada uno haga sus reflexiones, creo que una primera idea que se podría poner sobre la mesa es la siguiente: ¿Por qué le pedimos a la palabra democracia que siempre sea tan perfecta? Queremos una democracia perfecta. Pero, ¿por qué queremos esta perfección en la democracia?
La democracia es una forma de organizar la convivencia, que es el gran problema de la humanidad, y de trasladar la propia vida hacia los otros, que es un tema profundamente político. Como el tema de la convivencia no lo tenemos resuelto, recurrimos a la democracia para ver si nos ayuda. ¿Cuáles son, por consiguiente, los Grandes Desafíos de la Democracia en Nuestra Patria?
Nuestra democracia debe ser una Democracia Constitucional, no al estilo del Buen Salvaje de Rosseau en El Contrato Social, sino una democracia que comporta una manera de gobierno que se ejerce de acuerdo con un contrato que es la Constitución. Eso tiene consecuencias importantes desde el punto de vista democrático; por ejemplo, es incompatible con la revolución.
La Democracia Constitucional comporta un régimen de derechos fundamentales; comporta unos derechos básicos, como la libertad de expresión y, por tanto, está relacionada con los medios de comunicación, que tienen una tarea fundamental dentro de la Democracia Constitucional, la de crear una opinión pública libre. Por eso, la democracia se fundamenta en la concepción de que el ser humano es un ser racional, es decir, que piensa, presunción sobre la cual se ha montado el esquema democrático y que iría muy bien demostrar.
Este nuevo modelo, Democracia Constitucional, nos permitirá el tránsito efectivo y verdadero hacia la Democracia Participativa y el Estado de Derecho, permitiendo la flexibilidad necesaria para plantear con la frecuencia conveniente las acciones y las estrategias necesarias para lograr el desarrollo integral y equilibrado del país, ampliar la base de ciudadanos emprendedores que produzcan riqueza, reducir las desigualdades y sacar adelante a los grupos y regiones más necesitados.
Sobre la democracia, yo haría un diagnóstico de los problemas que me preocupan. En primer lugar, la erótica del poder (cuando alguien llega al poder le coge gusto, porque manda); en segundo lugar, la soberbia (los políticos necesitan una dosis de humildad para restaurar la idea clásica de servicio público); y, por último, los cambios generacionales. Estamos instalados en la cultura de la transición.
El descubrimiento y configuración del Estado-Gobierno anhelado en la Democracia Constitucional nos sitúa en una agenda de transformaciones honda y vasta. Por eso pensamos en la instauración del Estado Regional, entendido como instrumento para aumentar la participación social, vigorizar la democracia directiva y lograr mayor efectividad en la satisfacción de las necesidades públicas mediante la gestión de proximidad, es decir, la que acerca el servicio a la comunidad que lo recibe y donde el Ciudadano es parte activa.
Quienes así pensamos queremos, por esa vía, incrementar la gobernabilidad de la Sociedad Estatal, a través de mayores y mejores instancias de información, transparencia, control, ejecución y responsabilidad Ciudadana.
Pensamos que no hemos llegado aún a comprender y practicar la democracia como estilo de vida. Es decir, no la hemos asimilado lo suficiente como para forjar una conciencia y sentimiento que trascienda la sola forma de gobierno o elenco de reglas procesales de esa estirpe, pese a la corrección con que ellas fueron y, desde 1999, son aplicadas en Nuestra Carta Fundamental.
En otras palabras hemos entendido la democracia en cuanto conjunto de normas para que el Pueblo elija libremente, cada cierto tiempo, a determinadas autoridades y las controle a través de sus representantes.
Pero hemos olvidado que ella es, además y principalmente, un estilo y finalidad de convivencia caracterizado por la vigencia -diaria y constante de valores, tales como la participación, el respeto y la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad resultantes de asumir, la Sociedad misma, nuevas y múltiples actividades conducentes al bien común en términos de un desarrollo o progreso humano armónico y persistente.
Pensamos que el baluarte ante el Individuo Solo y el Estado Todo se halla en la Sociedad Civil fuerte, activa, participativa, solidaria, pero a la vez en sí misma descentralizada. Y acentuamos esta descentralización socioeconómica, pues nada o poco de avance en la renovación de nuestro Estado-Sociedad para lograr la gobernabilidad y el desarrollo armónico de Venezuela se alcanzará de mantenerse la concentración, territorial y funcional, de las decisiones y recursos privados en Caracas, o en diminutas organizaciones que resuelven desde allí.
Las reflexiones que hemos expuesto se fundan en el carácter nuestro, con sus virtudes y defectos. De ese temperamento venezolano y debemos realzar cinco rasgos culturales, porque corregirlos es parte, tal vez lo más difícil, de los Desafíos que tenemos.
En efecto, Desafío es vencer la corrupción, deteniendo su avance para no llegar a la situación dramática del colapso institucional, conscientes que esa patología es letal para la Democracia y el Derecho.
Desafío tenemos, además, por nuestra mala memoria, a raíz de lo cual no aprendemos las lecciones de la historia y, con obcecación, reincidimos en los errores aduciendo que los fracasos anteriores se debieron a sucesos ilegítimos y que necesitamos otra oportunidad para ensayar nuestros proyectos.
Desafío tenemos, en seguida, para ser transparentes, decir la verdad en donde sea, sin ocultarla ni entregarla a medias, acomodándonos en función de oportunidades y conveniencias, lograr ventajas arbitrarias, alcanzar éxito sin sacrificio, en fin, recurrir a tácticas o estrategias que son eufemismos, acuñados por quienes han militarizado la Política, para maquillar el maquiavelismo.
Desafío tenemos también para resolver diversas patologías políticas, v.gr., el odio y rencor; el instinto de venganza, aunque nunca se diga que eso no es efectivo; por último, la envidia y el resentimiento.
Desafío tenemos, finalmente, de cara a la violencia en los espíritus y las manos. Debemos erradicarla cuando se ejerce contra la naturaleza, depredándola sin pensar que las generaciones de hoy no tenemos derecho a hipotecar el bienestar de nuestros hijos; o tratándose de erradicar la violencia contra la familia evidenciada en el abuso de niños y los ataques, físicos y psicológicos, en el hogar; violencia contra la persona, patente en el atropello a sus derechos inalienables, comenzando con el derecho a la vida; violencia contra la seguridad ciudadana, a raíz de la escalada delictiva, común o sofisticada; violencia ejercida en contra de grupos, sean estratos sociales, sectores económicos o etnias; violencia en contra de los Estados, atropellados en su Soberanía e Independencia; violencia, en fin, en contra de quienes tienen fe o practican la tolerancia, arrinconados por el fundamentalismo, las sectas y el relativismo ético.
Digo entonces que los Desafíos se vencen con análisis y reflexión; con inteligencia y templanza; con prudencia y perseverancia; pero también con Coraje o Voluntad Política, como ahora se le llama.
Pienso en el Coraje más que como arrojo o bravura con el significado de una disposición del carácter, habituada a afrontar dificultades, resistir adversidades, doblegar obstáculos y, a raíz de todo eso, volverse, prueba tras prueba, más valeroso. Por lo mismo, pienso en el Coraje como una cualidad de hacernos valientes al realizar actos de valentía.
Coraje es saber elevarse sobre la comodidad y el ocio; es recordar siempre que los venezolanos debemos entendernos, aceptarnos como somos y ayudarnos; es dar antes que recibir, sin discriminaciones pero con preferencia por el desamparado y el desvalido; es identificarse con los valores del espíritu, tan acosados, impugnados o disminuidos en tiempos de desenfrenado materialismo y subjetivismo.
Tener Coraje es hacer lo que la conciencia revela que es correcto, aunque la opinión de la mayoría, la presión del ambiente o la conveniencia utilitaria indiquen lo contrario.
Tener Coraje es confiar en Venezuela y en nosotros mismos cuando otros dudan de nuestra capacidad para enfrentar y vencer los Desafíos. Los Desafíos se vencen con Coraje.
Si asumimos los Desafíos y los vencemos, entonces seremos dignos de decir que hemos superado las causas y recuerdos de las discordias, borrándolas con un olvido eterno, para avanzar en la realización del sueño de todos los venezolanos que es vivir en Paz, con Justicia y en Democracia.

raulamiel@gmail.com

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