Si hay una palabra "gastada" en el
debate político es "imperialismo". Se podrá atribuir esto a la
repetición machacante con que la misma ha sido usada para justificar todos los
males del mundo, desde el más encumbrado dirigente gremial en la tarima del 1° de
mayo, hasta el sesudo intelectual que critica el éxito de Tinelli.
Pero hay otra manera de ver los efectos del
imperialismo, particularmente en América Latina. Y tiene que ver con la
dependencia que existe a nivel político y cultural, de los análisis y visiones
que vienen de fuera de la región. Por momentos pareciera que de tanto prestar
atención a lo que se dice en Europa o EE.UU., muchos dirigentes e intelectuales
"compran" esas visiones que buscan aplicar a fenómenos diferentes,
los rígidos criterios ideológicos de sus países de origen. Esto, que parece
complicado, se ve bien claro con ejemplos.
Días atrás, el prestigioso diario El País de
Madrid publicaba un extenso reportaje analizando la marcha del gobierno de
Ollanta Humala en Perú, destacando que tras cinco meses de gestión, el
mandatario había dado un virulento giro ideológico, lo cual estaba teniendo un
fuerte impacto en su apoyo popular. Según el medio español "si el
candidato Ollanta era percibido como un nacionalista de izquierda, que incluso
llegó a coquetear con el chavismo, el presidente Ollanta luce ahora como un
gobernante de centro derecha, cada vez más cercano al poder económico". La
nota se extiende en esa visión materialista y simplona, señalando como ese
viraje político ha generado que los pobres dejen de apoyarlo, y que por el
contrario los "ricos" lo vean hoy con mejores ojos. Un determinismo
eurocéntrico y absurdo, para explicar en cuatro palabras la realidad política
de un país sumamente complejo como Perú, donde coexisten desde indígenas
amazónicos que están en la prehistoria, hasta profesionales cosmopolitas que
viven en Lima igual que podrían vivir en Los Ángeles. ¿Se puede entender a un
personaje como Humala en base a criterios como izquierda o derecha?
Se trata del gran problema de estos tiempos
de internacionalización absoluta del pensamiento político, donde desde los
países "centrales", sobre todo los europeos, se busca explicar una
realidad diferente apelando a conceptos, que poco o nada tienen que ver con la
actualidad política de América Latina. Es hasta gracioso ver los malabarismos
idiomáticos que hacen las agencias de noticias europeas para aplicar esos
conceptos a movimientos políticos como el APRA peruano, el peronismo argentino,
o incluso el batllismo. Movimientos policlasistas y diversos que no se adaptan
nada bien a esa visión donde los pobres se supone que son de izquierda, y la
derecha es la representante del orden establecido, defensora de la iglesia y de
la aristocracia.
Y de Uruguay mejor ni hablar. Leer los despachos
de los corresponsales extranjeros que cubrieron la última elección, resultó un
experimento bizarro, en el cual se hacían todo tipo de cabriolas para encastrar
los 180 años de historia de blancos y colorados y a un personaje como José
Mujica, en su cerrado esquema de derecha e izquierda. Pero el problema más
grave que genera esta situación, es que a nivel local son muchos los que
incorporan esta irreal visión extranjera de la realidad nacional. Ya sea por la
carencia de pensamiento sólido local, por la influencia que tienen los medios y
corrientes políticas europeas en nuestros dirigentes, o directamente por la
falta de vuelo intelectual de muchos de ellos, cada vez es más frecuente ver
como ese discurso de buenos y malos, se replica en forma mecánica. Basta ver el
reciente debate sobre el aborto para comprobar lo pernicioso de esta visión
maniquea, en la cual parecía que no estar de acuerdo con la ley, convertía al
individuo en un derechista esbirro de la iglesia católica. Cuando esta
institución hace más de 100 años que casi no tiene influencia en el debate
político nacional, y donde un "izquierdista intachable" como Tabaré
Vázquez vetó un proyecto similar.
El gran desafío de nuestro tiempo es superar
de una buena vez este colonialismo, y entender que la política de América
Latina excede en mucho las visiones eurocéntricas que pretenden explicar todo
en base a clasificaciones como izquierda o derecha, o a un materialismo en el
cual los intereses de ricos y pobres siempre deben estar enfrentados. Un debate
que es irreal, ajeno, y que conspira contra la búsqueda de soluciones propias a
los problemas propios que enfrenta la región.
Este es un reenvío de un mensaje de
"Tábano Informa"
Para subscribirse envíe un mensaje a:
tabano_informa-subscribe@gruposyahoo.com.ar
http://www.elpais.com.uy/12/01/05/predit_616711.aspEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA