Introducción
Los Obispos de Venezuela,
reunidos en nuestra XCVII Asamblea Plenaria Ordinaria, en la que hemos elegido
una nueva Presidencia, hacemos llegar un saludo de Año Nuevo a todos nuestros
hermanos en la fe y a todos los ciudadanos, haciendo votos al Señor por su
bienestar personal, familiar y social. Invocamos la bendición de Dios sobre
nuestro país, a fin de que sea un ámbito de libertad y solidaridad, de
fraternidad y paz.
Nos dirigimos a todos con la
profunda conciencia de la compleja situación ética, política, económica y
social que encara nuestro país en este 2012, la cual se enmarca en un escenario
mundial de particular gravedad y dramatismo, tal como lo acaba de señalar el
Papa Benedicto XVI en su Mensaje con motivo de la Jornada Mundialde la Paz.
“Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la misma vida, se ven
constantemente amenazadas y, a veces destrozadas.” (Benedicto XVI, Mensaje de
para la Celebración de la Jornada Mundial de la Paz 2012, no. 2) Dirigimos la
presente Exhortación en una actitud de esperanza, virtud cristiana fundamental,
y desde un compromiso decidido de cambio y renovación, como corresponde a
creyentes en Cristo, Salvador y Liberador. Nos detenemos en algunos puntos de
particular sensibilidad en el momento actual.
1 – Reencuentro nacional
Cuando se hace el inventario de
las necesidades y expectativas del país, destacan como más urgentes la
seguridad, el empleo, la vivienda, la salud, la orientación y calidad de la
educación, los servicios viales y la capacidad alimentaria. Así mismo destaca
la extraordinaria importancia de contar con un Estado de derecho, efectivo y
confiable, para la convivencia ciudadana. Sin embargo hay un anhelo que se debe
tener como máxima prioridad: la reconciliación de los venezolanos. Este ha sido
un tema recurrente en nuestras anteriores exhortaciones.
El deseo y la necesidad de
reconciliación implican restablecer la convivencia nacional a partir del
respeto y aprecio mutuos, el efectivo reconocimiento del pluralismo político-ideológico,
cultural y religioso y la correspondiente tolerancia hacia los demás. Esta
tolerancia o, mejor, aceptación del “otro”, en la perspectiva del bien común,
favorecerá un clima político-social idóneo para el entendimiento mutuo y para
superar la agobiante polarización que padecemos. Por tanto, ratificamos la
necesidad de un proyecto común compartido, como el que tenemos en la
Constitución, y reiteramos nuestro rechazo a la imposición de un determinado
proyecto de país que conlleve la exclusión política de quienes no lo acepten o
lo adversen, porque tal pretensión atenta contra los derechos garantizados en
la Constitución, el verdadero interés nacional y los principios éticos que
deben sustentar una sociedad.
Trabajar por construir la
unidad entre los venezolanos no es tarea fácil. El progreso y el bienestar de
este país sólo podrán lograrse con la participación de todos los ciudadanos.
Ante las dificultades, por grandes que sean, no debemos desesperar, ni como
personas ni como creyentes. Aunque el pasado de Venezuela registra
intermitentes rupturas internas, registra también experiencias de acuerdos y
períodos de paz. La convivencia democrática, con rango constitucional desde
hace un poco más de medio siglo, aunque limitada y defectuosa, como toda obra
humana, pertenece también a nuestra historia nacional.
2. Derechos Humanos
Para fundamentar el reencuentro
y la paz un elemento clave es el respeto, defensa y promoción de los Derechos
Humanos. Estos no son una concesión del Estado ni de gobierno alguno, sino que
tienen su origen en el plan de Dios, al crear al ser humano como persona a su
imagen y semejanza (Gn. 1, 26) llamada a realizarse plenamente en la comunión
con los demás. Tales derechos se vulneran por la violencia generalizada, el
irrespeto, impunidad o manipulación de la justicia, la utilización de listas
discriminatorias, por el empleo sistemático de la mentira y por la actitud de
indiferencia y pasividad ante los problemas comunes. Estas actitudes equivalen
a una negación de los mismos derechos.
Entre los Derechos Humanos
sobresale el derecho a la vida de las personas, desde la concepción hasta la
muerte natural, de donde emana el compromiso de conciencia que tenemos todos de
defender la vida y de generar condiciones y oportunidades de un desarrollo
auténticamente humano para todos. Este es el horizonte que debe orientar
cualquier proyecto de país.
3. Violencia e inseguridad
La seguridad ciudadana
constituye un amplio sistema de relaciones entre realidades, entidades,
organismos del Estado y ciudadanía organizada. Es una situación de vida, salud,
protección y defensa de las personas, que tiene su fundamento en una concepción
integral de la vida misma, en la Constitución Nacional, en una política de
compromisos con los Derechos Humanos y en un plan global de seguridad.
La inseguridad, por el
contrario, es un problema pluridimensional que no se resuelve con medidas
parciales ni militarización de la sociedad. No basta tampoco la represión sin
la prevención, ni el desarme de la población civil manteniendo la impunidad.
Hay que ir a las causas del mal, erradicar la pobreza no con dádivas sino con
empleo y educación de calidad. Nos unimos al clamor de tantas familias y
personas, víctimas de la delincuencia y de la inseguridad, en la solicitud de
la aplicación de la Ley para el Desarme y Control de Municiones. Este instrumento legal, entre otros,
contribuirá a bajar el índice de delitos y el clima de violencia.
4.- Situación carcelaria
La valoración de los Derechos
Humanos contrasta con la terrible situación de las cárceles venezolanas. La
primera propuesta desde el Evangelio es el reconocimiento de la dignidad de las
personas privadas de libertad que son hijos de Dios y hermanos nuestros, aunque
hayan cometido delitos. Es necesario
profundizar el proceso de humanización de los recintos carcelarios mediante el
respeto a la vida, la educación para el trabajo y la transmisión de valores.
Apreciamos grandemente la ardua labor, callada pero eficaz, de los Capellanes y
del voluntariado penitenciario católico.
Consideramos como un aporte
necesario, requerido por razones humanitarias y de justicia, el otorgamiento de
medidas de gracia a los presos políticos. Por ello, como hemos hecho en tiempos
pasados, renovamos esta petición a quienes tienen el poder de decisión en sus
manos.
5. Participación y decisión
electoral
El año que comienza es de
particular significación para el país. En efecto, el pueblo se pronunciará
electoralmente en diversas oportunidades y, en particular, el próximo octubre
decidirá sobre quién será el Presidente dela Repúblicaen el período
constitucional 2013-2019. Este acontecimiento reviste esta vez una importancia
especial, habida cuenta de la magnitud de los problemas que están sobre el
tapete nacional y los contrapuestos modelos sociales presentados como vías de
solución.
A la elección de octubre los
venezolanos no debemos llegar como bandos enfrentados en guerra. Por eso,
tenemos que excluir la idea de un proceso electoral concebido como una batalla
que sólo deja vencedores y vencidos irreconciliables. Al contrario, hemos de
potenciar la convicción de que se puede y se debe lograr, a través de unas
elecciones libres y el comportamiento cívico, una convivencia democrática
multicolor en la cual se puedan tejer acuerdos básicos incluyentes y alcanzar
colaboraciones en puntos fundamentales para un progreso compartido y
sostenible.
La decisión electoral de
octubre debe asumirse en esta perspectiva humana y cristiana de reconciliación
nacional. Por eso, ratificamos nuestro llamado a ejercer de modo consciente,
libre y responsable el derecho y deber constitucional de votar. Junto con todo
el pueblo exigimos al Consejo Nacional Electoral actuar con total independencia
y garantizar las condiciones para que haya equilibrio en la campaña electoral,
sin ventajismos que pongan en duda la credibilidad del evento y hacer respetar
los resultados. De la misma manera pedimos la presencia de una Observación
Internacional respetable y plural.
Nuestro Compromiso
Al comienzo de un año tan
especial y exigente para el país yla
Iglesia, renovamos nuestra fe en Jesucristo el Señor, conscientes de nuestras
limitaciones y debilidades, pero confiados en su amor misericordioso, y
formulamos nuestro compromiso de servir con particular entrega, junto con todo
el Pueblo de Dios, a la causa de la paz y de la unión en este 2012, que reclama
un esfuerzo común para el encuentro de todos los venezolanos.
Debemos esforzarnos en
construir y vivir la comunión fraterna entre los diversos sectores e instancias
de la Iglesia, y al mismo tiempo en el país, mediante el seguimiento permanente
de su diario acontecer, en todas sus dimensiones, desde una perspectiva
pastoral. Invitamos a todos los católicos a unirse en oración e iniciativas
para promover la reconciliación nacional, y dar esta orientación a las
jornadas, campañas y actividades que realizamos este año. Extendemos esta
invitación a los creyentes de las diversas confesiones religiosas y a los
hombres y mujeres de buena voluntad.
Ponemos en manos de Nuestra Señora
de Coromoto, Patrona de Venezuela, estas intenciones y la nación entera,
suplicándole que interceda ante su Hijo Jesucristo por todos los hombres y
mujeres de nuestro país.
Caracas, 12 de Enero de 2012
Con un saludo y bendición
Los Arzobispos y Obispos de
Venezuela
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