Quien controle la riqueza, controlará a la gente. Esta es la premisa central respecto de la cual se construye toda forma de dominación, de hegemonía política y de totalitarismo.
En Venezuela el Estado controla la riqueza nacional por medio del control que ejerce, no sólo sobre el recurso y la renta de los hidrocarburos, sino sobre el capital productivo y financiero de este sector. A este fenómeno se le conoce con el nombre de petro-Estado.
La relación petróleo, Estado y sociedad, es una relación de poder que trasciende la esfera de lo puramente económico. Podría decirse más bien que es la naturaleza y causa que determina el funcionamiento sistémico de la sociedad venezolana y la forma en que se asignan los recursos en nuestro país.
El régimen de Hugo Chávez ha llevado al paroxismo esta relación de poder entre el Estado, la sociedad y el petróleo al punto que ha podido construir una vasta estructura de control social a través de la cual pretende preservar y prolongar su hegemonía política.
En la próxima comparecencia pública que en conjunto realicen los precandidatos presidenciales de la oposición, se debería abordar ampliamente este asunto dado lo crucial del mismo. Este tema y no otro es el punto central para un verdadero debate nacional. Los aspirantes a Jefe de Estado tendrían que manifestarnos su opinión en torno a esta materia. Lamentablemente, hasta ahora, los dirigentes políticos venezolanos que se oponen a Chávez no han logrado entender que hay que cambiar radicalmente la ecuación del poder existente en el país. El control del petróleo constituye la línea de flotación del régimen y es allí hacia dónde debemos dirigir el torpedazo. Pero entender esto pasa por entender que los políticos en lo sucesivo deben ceder poder, desde el Estado hacia los ciudadanos. Quienes nos gobiernen en la actualidad se han convertido en una auténtica calamidad nacional, pero la capacidad de la gente para revertir esta realidad se hace cada vez más difícil en la medida que el Estado venezolano acumule más y más poder.
Por eso es que el gobierno de Hugo Chávez no es otro mal gobierno más semejante a los que habíamos tenido en el pasado. Representa un régimen que ha entendido a cabalidad la inmensa ventaja que representa tener un Estado con una amplia autonomía funcional respecto de la sociedad, ya que no necesita de la producción ni del esfuerzo de sus ciudadanos para sostenerse. En esto reside la naturaleza opresiva del régimen político y económico que se ha enseñoreado en el país durante la última década.
No tocar el esquema de poder que se desprende del control patrimonial y de la usurpación que hacen los gobiernos de turno de la riqueza petrolera, del capital y de su infraestructura productiva, es mantener las cosas como están en Venezuela. Tal vez hayamos escarmentado como pueblo al tener ahora al frente de la jefatura del Estado a alguien que se atrevió a llevar hasta sus últimas consecuencias la tradicional relación de poder que ha existido en el país desde hace décadas.
Chávez hace lo que hace porque puede hacerlo. Expropia propiedades, cierra medios de comunicación, agiganta el tamaño del sector público, ya que su poder no depende de la sociedad sino que por el contrario es la sociedad la que cada vez más depende de él. No hay ningún límite económico que lo detenga pues el petróleo le permite avasallar a todos los demás agentes económicos que precariamente existen en el país.
Sólo queda el voto. La última trinchera de la democracia, la última línea de defensa de lo que queda de libertad. El origen electoral de su régimen es la franja amarilla que lo separa de la tiranía. Por eso las elecciones presidenciales del próximo año 2012 son muy importantes. El inquilino de Miraflores hará todo lo que esté a su alcance para ganarlas con amplitud. Echará mano de forma abusiva de todos los recursos que dispensa el petro-Estado.
La gente se pregunta ¿dónde está el petróleo? La interrogante recibe muy rápidamente su respuesta. Cada vez más existe la convicción de que la renta petrolera obtenida en estos últimos 11 años corrió la misma suerte de aquella que recibieron los gobiernos anteriores. 240 mil millones de dólares petroleros salieron del país entre 1976 y 2010 convirtiendo a Venezuela en un exportador neto de capitales, los cuales reposan en las cuentas bancarias que tienen en el exterior un puñado de privilegiados.
Esta ha sido la más salvaje privatización de renta de origen público que se haya visto jamás, precisamente durante el ejercicio de un gobierno de tipo socialista y que desea estatizar todo lo que puede. A fin de cuentas, la estatización no es otra cosa que la privatización de los burócratas del Estado, la cual realizan a través del pernicioso mecanismo mercantilista que permite la estrecha relación entre los negocios y el poder político.
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.