La sociedad democrática venezolana tiene el 12 de febrero del próximo año la extraordinaria oportunidad de elegir un candidato unitario a la Presidencia de la República y sus candidatos a gobernadores y alcaldes, capaces de propinarle una segura derrota al autoritarismo del comandante Chávez y a un buen número de sus candidatos a gobernadores y alcaldes escogidos a dedo, ineptos y corruptos que han actuado con un servil incondicionalismo a las políticas centralistas y militaristas del jefe único del fracasado socialismo del siglo XXI, con lo cual se puede y se debe cambiar el futuro inmediato de la conducción y el destino de la nación.
El triunfo de la oposición en los estados y alcaldías más populosos y de mayor peso político en el país, creó un poder compensatorio, independiente y capaz de contener los desmanes políticos y económicos que viene cometiendo el comandante en jefe y que pretende seguir ejecutando con la anuencia de unos poderes públicos controlados desde Miraflores.
La sociedad democrática tiene que actuar con la clara conciencia de que Chávez es derrotable por la vía electoral y que el posible intento desconocer la victoria de la oposición le puede costar más caro que prepararse para finalizar su mandato en 2012.
La disidencia en importantes sectores que han venido apoyando las políticas del comandante, no sólo es evidente, sino que puede adquirir una dinámica que la impulse hasta el rompimiento, si tomamos en cuenta la prepotencia, la soberbia, con que actúan los incondicionales y oportunistas que rodean al Jefe del Estado. Incluso es factible, si supera el cáncer, que en su delirio de predestinado pueda llegar a considerar que la compañía y solidaridad que le han prestado sus candidatos, que no tienen votos, llegó a su fin y decida marchar solo, con las multitudes que lo proclamen y no le discutan.
Si la oposición y la disidencia derrotaron las aspiraciones de Chávez de perpetuarse en el poder en el referendo del 2 de diciembre de 2007, hoy, con una oposición unida, con más experiencia política y una nueva disidencia encabezada por el gobernador de Lara, Henri Falcón, y el PPT, hay que votar para fortalecer la democracia social, derrotar el totalitarismo, defender la propiedad privada; restablecer la seguridad jurídica y la seguridad de las personas y de sus bienes. En síntesis, votar para evitar la prolongación de una pesadilla provocada por el predominio de algunos dinosaurios en los poderes públicos.
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