Un medio de comunicación es un objeto que se emplea para transmitir información de un sujeto a otro. Su rol es trascendental en cualquier sociedad democrática donde la libertad de expresión y la variedad de fuentes de información deben ser instituciones básicas.
En los últimos años, las políticas en materia de telecomunicaciones han provocado la liberación y desregulación de los mercados. Pero esa estructura basada en la ley de la oferta y la demanda determina que el fin último de esos medios es la ganancia económica y es esta la que define las tendencias en cuanto al contenido de la información, variedad de la programación y ha llevado además a la agrupación de los medios, lo cual facilita la uniformidad de los mensajes.
Sorprende a veces observar cómo todas las versiones sobre un hecho coinciden, son casi unánimes. Unas pocas agencias de noticias producen la información para muchos medios. En eso radica su poder, en la concentración que facilita el control. Tienen la posibilidad de dar a la gente el mensaje que quieren y no necesariamente el que conviene a la ciudadanía.
Sus intereses económicos y políticos prevalecen sobre su obligación de informar y servir a la sociedad. La concentración de las comunicaciones en el gobierno, limita el derecho a la información porque permite la imposición de un pensamiento único y de esa manera, las corporaciones mediáticas ejercen un enorme y peligroso protagonismo ideológico, se convierten en un instrumento de control del pensamiento, manipulan las ideas y la ciudadanía inerme y agobiada por el cúmulo de información no alcanza a digerirlo todo.
Toma lo que sea, como le llegue, sin preocuparse demasiado. Sus criterios muchas veces no se ajustan con la interpretación de los hechos pero puede más el poder de los medios que terminan imponiendo sus puntos de vista según sus intereses y los de sus anunciantes. Si bien el acceso a los medios se ha democratizado con la facilidad de acceso a la radio, a la televisión y a la red de internet, no ha ocurrido lo mismo con el acceso al control y a la propiedad de los medios; escasean los medios informativos que se ajusten a lo que ocurre en todas las comunidades venezolanas.
Así las cosas, quienes tienen la información, tienen el poder y en tales condiciones la interpretación de los hechos, la versión del mundo y el contenido de los mensajes responde a los intereses de quienes ostentan el poder económico y político. La opinión ciudadana es manipulada constante y persistentemente por el gobierno obligando a todos los que son opositores a la aplicación de la propaganda gubernamental con la llamada Ley Resorte.
Además, los grupos de comunicación gobierneros se han convertido en protagonistas de la realidad, hacen parte de ella ya no sólo como medios sino como actores y aprovechando esa doble condición bombardean a la ciudadanía con la información que quieren.
Se reservan el derecho de decidir sobre qué hechos informar y cuáles ocultar. La actual multa de 2000& contra Globovisión, la desaparición del programa de Marta Colomina en Unión Radio Noticias y la no publicación de nuestros artículos de opinión en varios diarios regionales son ejemplos de todo esto.
Hay antiguos ex gobernadores y ex alcaldes rojos rojitos con un gran prontuario de corrupción administrativa y malversación de fondos de los cuales no se dice nada, parece que deliberadamente los medios gobierneros han decidido ignorarlos. Cuando hay elecciones, las campañas diseñadas por los asesores de imagen son concebidas pensando más en los medios que en los electores. Lo importante no es convencer al electorado de la bondad de unas propuestas. La clave es ganar imagen, impactar al televidente o al radioescucha con un símbolo, con un slogan, con cualquier cosa. En eso consiste la manipulación.
Se subestima al ciudadano, se le cree incapaz de formarse opiniones propias a partir de una información seria y veraz; se intenta darle todo digerido. Además, algunos medios gubernamentales, más que informar, deforman, se han extralimitado en su función social y de informadores han pasado a ser jueces supremos, definen culpabilidades, se creen poseedores de la verdad absoluta y con ese poder determinan sanciones y ejecutan penas. Con demasiada frecuencia se escuchan entrevistas radiales o televisivas en las cuales los entrevistadores cuestionan y rechazan las respuestas de sus entrevistados. Otros comunicadores no disimulan sus simpatías al gobierno socialista-comunista y con descarada facilidad descalifican las opiniones de sus contrarios. Definitivamente la democracia sigue siendo una materia pendiente en nuestra descalabrada Venezuela.
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