Sólo el nombre de la lavandera quedó en la penumbra y ella no se preocupó por pasar a la posteridad, porque Dios se vale de los humildes para realizar sus designios. La lavandera fue la concha que encerró esa perla que luce en el espíritu religioso del pueblo zuliano.
Muchos venezolanos tienen en sus planes viajar a Maracaibo durante la Feria de la Chinita que se celebra entre el 17 y 19 de noviembre de cada año.
Durante los días previos a este evento se realizan espectáculos variados, pero siempre con la gran atracción de los grupos gaiteros que siguen sonando en casi todo el país durante toda la Navidad y un poco más allá.
A estas alturas del cuento, siempre habrá alguien que no conoce a la Chinita. La página web de la Gobernación del Zulia nos ofrece lo siguiente:
Chiquinquirá es, según anota David Belloso Rosell, una palabra de lengua indígena que significa lugar de aguas, brumoso, cenagoso y desapacible. Este es el nombre de nuestra Patrona, la cual, según narra el autor antes mencionado, llegó a las costas del Lago de Maracaibo siguiendo una extraordinaria ruta. Sigamos en las palabras de Don David la historia de la Chinita:
"Un sol esplendoroso cae sobre la bruñida superficie del Coquivacoa y sus rayos de color pintan aguamarina la onda que pasa en su vaivén eterno; sobre ella viaja una pequeña tabla que acaso se cayera de un buque trasatlántico o de alguna nave de las que hacen su viaje sobre la superficie líquida, porque el Lago o el mar no marcan su camino: ellos se forman cortados por el filo de las proas de buques navegantes y dejan las estelas que se funden en sus inmensidades; la pequeña tabla, juguete de las olas que le imprimen sus ondulaciones, se va acercando cada vez a las orillas donde las lavanderas hacen su oficio.
Una de ellas ve venir la tabla, la alcanza y al tomarla en sus manos piensa que sería propia para tapar la tinaja que en su casa contiene el agua de beber, así como también para colocar encima de esa tapa el envase de lata que se usa para sacar el agua, bien para tomar o para llenar alcarrazas (vasijas de arcilla porosa) donde se ponía a refrescar el agua.
El agua que le quedaba al envase de la lata se escurría sobre la tapa de la tinaja y esa agua va descubriendo poco a poco una pintura que, andando con el tiempo, se va convirtiendo en figura borrosa hasta verse los rasgos de una imagen de la Virgen María; la mujer que hizo el hallazgo, al advertir esta circunstancia, la quitó del sitio que ocupaba y la colgó de la pared con el objeto de reverenciarla y rezarle diariamente.
Siguió la tablita ocupando el nuevo sitio y el día martes 18 de noviembre de 1709, estando la mujer moliendo cacao, sintió que en el sitio donde colgaba el cuadro sonaban unos golpes, a los que en un principio no hizo caso; momentos después se repetían los mismos golpes y por tercera vez se repitió el toque, lo cual hizo que ella se volviera el rostro hacia el lugar y entonces se dio cuenta de que se dibujaba completa la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá igual a la que se veneraba en el pueblo de su nombre en Colombia y, entre la sorpresa y el asombro, salió a la calle gritando: Milagro!, Milagro!, lo cual atrajo a los vecinos y personas circulantes alrededor del sitio, dándose cuenta todavía que el cuadro estaba iluminado.
Entre esa concurrencia, varias personas conocían los antecedentes del cuadro, lo habían visto en forma borrosa y ahora se presentaban las tres imágenes completamente dibujadas sobre la propia tabla iluminada por aquella luz que conformaba la palabra milagro que había salido de los labios de la mujer en forma emocionada y admirativa.
La explosión de fe que produjo la renovación del cuadro de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá en Maracaibo tuvo las siguientes proyecciones:
- 18 de noviembre, fecha de la renovación, es un día de fiesta para el pueblo zuliano sin que ninguna ley eclesiástica o civil la haya decretado.
- La casa donde se efectuó el milagro se ha convertido en una capilla, donde se celebra a menudo el santo sacrificio de la misa.
- La calle donde estaba la casa tomó desde ese momento el nombre de Calle El Milagro.
- El cuadro luce hoy en el Altar Mayor de la Basílica Menor consagrada a esta advocación de la Virgen, que fue coronada solemnemente el día 18 de noviembre de 1942.
Sólo el nombre de la lavandera quedó en la penumbra y ella no se preocupó por pasar a la posteridad, porque Dios se vale de los humildes para realizar sus designios. La lavandera fue la concha que encerró esa perla que luce en el espíritu religioso del pueblo zuliano"./Enfoques365
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