El nuevo presidente de Fedecámaras quiere bailar un vals distinto. Su deseo es inspirar a un país que quiera cambiar.
Asegura que no tiene agenda de poder y le molestan los espacios de privilegios afianzados por una sociedad rentista y no competitiva. Anhela impulsar una nueva influencia del empresariado a través de alianzas, que incluyan comunicación con todos los sectores oficiales. Traza una raya para deslindarse de errores cometidos en el pasado por otros representantes de la institución. Y sin reservas, comenta que la revolución ya vivió su clímax.
"Yo empecé como empresario de la forma más fácil: heredándolo”, afirma Jorge Botti. Sin embargo, este caraqueño hijo de un inmigrante italiano nacido en Módena y de madre venezolana, consolidó e hizo prósperas las ferreterías de su padre. Junto a su hermano asumió el reto de mantener el negocio familiar. Nunca estuvo detrás del mostrador como el típico hijo de un comerciante, entró al negocio para aportar su capacidad gerencial ya graduado en administración de la Universidad Metropolitana, luego de varios años de labor como consultor de proyectos y especialista en inversiones extranjeras.
La historia de Botti es la de tantos otros venezolanos que han forjado sus empresas a punta de trabajo. Amante del velerismo, ahora le toca conducir el timón de Fedecámaras y navegar aguas turbulentas en tiempos de revolución y socialismo. Liberal confeso, cree en el papel de los empresarios como “actores de cambio social”. Tal vez por ello, su larga carrera de luchas gremiales va paralela a su experiencia como ferretero. Fue director del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), y previamente, presidente de Consecomercio y de la Cámara Ferretera. Defiende la bandera del diálogo y la reconciliación nacional. A pesar de las amenazas a la libre empresa manifiesta estar convencido de que momentos de cambios se avecinan.
—Se estrena como nuevo presidente de Fedecámaras. ¿Qué representa este cargo para usted?
—Representa una oportunidad y estoy muy entusiasmado. Creo que en muy breve tiempo hemos creado un ambiente distinto a la Fedecámaras de los últimos años. Es otro momento-país.
—¿A qué momento se refiere?
—Es el momento del restablecimiento de un diálogo que se vaya construyendo en el camino. La premisa es establecer alianzas entre los empresarios y los diversos actores, para que todos los actores políticos, económicos y sociales entiendan que llegó el momento de asumir a cabalidad su rol. No es cuestión de pedirle perdón a Chávez sino de propiciar acuerdos. También queremos dejar sumamente claro que Fedecámaras no tiene agenda de poder, nunca la tendrá, pues no es nuestra razón de ser.
—¿No es Fedecámaras una institución que representa poder, en este caso el poder del sector privado?
—Diría que más bien somos una organización de influencia y una de las estrategias que tenemos en mente es recuperar esa influencia en los centros de decisión política, en los centros de decisión económica y participar activamente en algo que sentimos es la antesala de un nuevo acuerdo social (*) en este país.
(*) Leyendo la entrevista encontramos una gran similitud a la propuesta que hemos venido esbozando y con la cual hemos insistido en todos los escenarios posibles a nuestro alcance: CONTRATO SOCIAL PARA LA PROSPERIDAD DEMOCRÁTICA.
raulamiel@gmail.com
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