En un totalitarismo lo lógico sería exigir que ¡no legislen! ¿Acaso la gente se está acostumbrando a la violación de su dignidad mediante la Ley?
Una de las tácticas predilectas del totalitarismo comunista es la producción de lo que califico como monstruosidad jurídica: actos para destruir la justicia desde las instituciones del Estado.
La Ley pasa a ser un arma para consolidar el control total, por siempre, sobre la gente y sus bienes, mediante ella el régimen reprime, discrimina, convierte en justo lo injusto y criminaliza el ejercicio y reclamo de los derechos humanos. Quien entiende esto sabe que el régimen legisla en contra de la gente y que mientras más leyes dicta más daño hace, por lo que es absurdo que un demócrata en defensa de los derechos de los venezolanos hoy urja más leyes para ser aprobadas, pero como estamos en un mundo al revés no sólo lo hacen sino que además legitiman las leyes.
La ausencia de una dirigencia que oriente a la gente y efectivamente defienda sus derechos sumado a la prevaricación del Poder Judicial que, en vez de garantizar el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible, imprescriptible e interdependiente de los derechos humanos, legaliza su violación, empuja a la gente a que vaya aceptando como normal la denegación de justicia, incluso en la Ley, y que mediante las leyes se les infrinjan sufrimientos mentales o que se instigue o tolere este tipo de conductas, que se mancille su honor y reputación, que se les quite su libertad y su propiedad, que se violente el principio de inocencia y el de buena fe que consiste en la obligación para el Poder Público de actuar siempre con rectitud, honradez, buena intención y justicia, y de presumir en cualquier actuación de las personas la buena fe -la mala fe hay que probarla-, y entonces la gente pasa a ser vigilada, escrutada, acusada de ser la culpable de lo malo que le pasa, es tratada como delincuente y sancionada por ello.
Las leyes son fundamentadas en el pensamiento único, se sataniza en ellas a los capitalistas como especuladores, estafadores, entonces se justifica su expoliación por los camaradas, se institucionaliza así el enfrentamiento como una vía para rentar. En la Unión Soviética de Stalin al que delataba a un capitalista era premiado con los bienes del delatado, quien era enviado a un campo de “reeducación”.
En este contexto es importante ejercer el derecho a la legítima defensa, resistirse a perder el sentido de lo justo y lo injusto y entender que cualquier Ley que atente contra la dignidad de la persona humana es inmoral, y que los legisladores están para defender a la gente y la moralidad de la Ley. Lo que es moral es moral y lo que lo es inmoral es inmoral. “…conseguimos que por lo menos los zapatos sean de su propiedad, dimos nuestro voto, para minimizar el daño”.
Elinor Montes
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