Doce años, solo doce años han bastado para que este gobierno comunista haya destruido casi todas las instituciones del Estado.
OJO PELAO |
Según los estudiosos de las doctrinas políticas ese procedimiento destructivo es fundamental para poder instaurar un régimen marxista, eufemísticamente llamado “Socialismo del Siglo XXI” por el teniente coronel, pero denominado que su mentor, el octogenario y decrépito dictador cubano Fidel Castro, simple y llanamente comunista.
La Constitución, vía constituyente, fue modificada de acuerdo a los caprichos del “comandante en jefe”, que luego con artificios seudo legales y tramposos la fue adaptando a sus verdaderas intenciones. Así murió el Congreso Nacional y nació la Asamblea Nacional. Luego se cambió la Corte Suprema de Justica por el Tribunal Supremo y lo mismo le ocurrió al Consejo Supremo Electoral, convertido en CNE. Todas instituciones fundamentales en una democracia, que fueron destruidas en su esencia y subordinadas, de hecho, al jefe supremo, líder de la revolución. Y a partir de allí, se comenzó con el proceso de destrucción de todo el aparato del Estado. Ni el nombre de la república y los emblemas de la patria se salvaron de ello. Todo se derrumbó como dice la vieja canción.
Hoy asistimos al triste y deprimente espectáculo de que no queda ni una institución del Estado que se haya salvado de la intervención arbitraria de las hordas chavistas. La Contraloría, la Fiscalía y la Defensoría son apéndices del partido de gobierno.
El SENIAT e INBDEPABIS son instrumentos para castigar la disidencia y obligar a los empresarios a aceptar la voluntad de la revolución. CADIVI hace otro tanto. La FAN se ha venido deteriorando de tal forma que ya muchos integrantes de esa institución se han ido de baja y otros, en un silencio ruidoso, cuentan los días que los separan de la fecha de retiro. Las milicias, grupo que no tiene otro nombre y función que el de ser un cuerpo para militar, comienza a sustituir al otrora ejército de libertadores.
El Sistema Nacional de Salud y el de Educación, han sido suplantados por sistemas paralelos, tipo misiones, masificados y de baja calidad. Las funciones constitucionales de gobernaciones y alcaldías les han sido cercenadas y transferidas, ilegalmente, al poder Ejecutivo, en un proceso centralizador también inconstitucional. Los dineros del fisco nacional son de uso particular y privado del ungido. Y los servicios públicos el sistema productivo, el campo, la propiedad privada.
Yo violo lo que me da la gana y punto. ¿Y el TSJ, y la Sala Constitucional, y la Contraloría y la Fiscalía qué? El comandante en jefe tiene la razón, si él lo dice, así es. Uno de los últimos actos de destrucción institucional lo acabamos de ver con lo que está ocurriendo con el CICPC, otrora órgano de policía científica, orgullo de los policías de carrera, de los investigadores con experiencia y experticia comprobada. Y es que su Director, que entiendo es un policía de carrera, se vistió de rojo, obligó a todos sus subalternos a enrojarse y allí comenzó el deterioro.
Y en escribiendo esta columna nos enteramos del lamentable suceso ocurrido el portón de Ferrominera. La violencia, producto de la vehemencia irresponsable del discurso gubernamental se ha desbordado. Cosa grave cuando un país no tiene instituciones que funcionen bien, que sean creíbles, confiables, que se sale de la madre vieja institucional. Por eso oímos decir por doquier, con justificada angustia: ¿Qué hacemos? ¿A dónde acudimos? ¿Cómo logramos una solución? ¿Cómo salimos de esto? ¿Hasta dónde podremos aguantar?
Preguntas que atormentan pero que tendremos que buscarle solución lo antes posible. No puede ser que un solo hombre acabe con un país, así de fácil. No podemos aceptar que por un capricho o por la conseja de un troglodita marxista, y el oportunismo de unos cuantos resentidos sociales o desadaptados de los años sesenta y de la izquierda trasnochada, corrupta y criminal se hunda un país. No puede ser que haciendo irresponsable y amañado e interesado uso del mensaje y legado del padre de la patria, El Libertador Bolívar, se acabe con lo que a él y a muchísimos otros venezolanos de diferentes épocas les costó sacrificios y en algunos casos hasta sus vidas.
Ya las elecciones están a la vuelta de la esquina. Tenemos que prepararnos para derrotar al militar comunista. Lo que queda de democracia nos da esa oportunidad. Pero también debemos estar prestos por si a este feloncillo se le ocurre una jugarreta. MUDcho ojo.
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