Cuando las almas mueren, los cuerpos fallecen. No antes.
No sé mucho de football. La pelota va y viene y uno puede sentir emociones y tener su propia opinión acerca del juego. Entre eso y saber de football, hay una gran diferencia.
Lo que si me queda claro es que la vino tinto ayer nos dio una clase de coraje, de entereza y de esa capacidad de lucha que se demuestra con marcadores adversos. La vino tinto no se rindió, la vino tinto peleó cada balón como si estuviera decidiendo la copa del mundo. Batalló en la cancha, midiéndose con un rival de altura, que posee credenciales más que sobradas para haber hecho lo que hizo. No era un rival cualquiera y cada hombre nuestro salió a la cancha a buscar su espacio y retar a su adversario con un juego bonito, bien construido y a mi entender, lleno de ganas de ganar. El alma de la oncena siempre estuvo viva, un gol en los primeros minutos, no pudo acabar con su coraje. La vino tinto ganó ese juego, demostrándonos que aun en las peores condiciones, las almas duras no se doblegan.
Esa es la actitud requerida. No importa de qué tamaño es tu adversario, importa de qué tamaño es tu decisión de ganar.
Esa es la actitud que Venezuela toda exhibirá en su próximo encuentro, ahí cerquita en dos mil doce. Almas vivas en cuerpos vivos, con la firme decisión y actitud de movernos hacía una mejor Venezuela, la Venezuela posible, la Venezuela que se siente vino tinto.
Es vino tinto, es Dudamel, es la patria verdadera y es el color de la posibilidad de convertir este país en lo que todos aspiramos que sea: la Venezuela del bienestar, del progreso y de la paz. Es la Venezuela que quiere, cree y puede lograr la transformación de nuestra patria.
Una docena de años, no ha podido enterrar a los venezolanos que sabemos lo que esta patria puede dar. Una docena de años no ha servido para que nuestras juventudes se hundan ante la presión ideológica de la revolución de Chávez, plagada de mentiras, de ocultamiento, de ineficiencia y de destrucción. La mejor Venezuela, cambiará de cancha en dos mil doce y entonces, sólo entonces, retomaremos el rumbo de la Venezuela posible, para tener el orgullo de entregarle un mejor país a nuestros hijos.
En cada rincón de Venezuela, en muchas canchas, millones de venezolanos estamos trabajando para un gran partido: la final de la democracia en dos mil doce. Lo hacemos con la convicción de que será un encuentro difícil, con un adversario que juega rudo, esconde los balones y nos hace una falta en cada avance. La decisión que nos acompaña es más grande que sus trampas. En ese juego tendremos la ventaja de jugar contra un adversario que no ha demostrado nada en doce años, su débil media cancha, llena de jugadores mediocres, que se cambian de posición en cada juego, nos sugiere un equipo de fracasados. Mejor será que se pongan a entrenar rápido. Ya puedo escuchar los gritos de los espectadores.
Venezuela va a ganar ese juego.
vienegrande@yahoo.es
@pereiralibre
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