Este año electoral nos impulsa a revisar ideas, proyectos, las conductas de los candidatos, actores y las que esperamos tengan los gobernantes y legisladores elegidos, para no volver a perder el futuro.
Los únicos que nos seguimos llamando “liberales” en Argentina somos los del Partido Liberal de Corrientes, después hay otros que se sienten y piensan como liberales pero no militan políticamente, otros lo hacen en algunos partidos nacionales que no son liberales pero que tienen grupos que conforman la natural diversidad o pluralidad interna que siempre existe. Los reconocemos a algunos partidos que defienden nuestras mismas ideas como los Demócratas de Mendoza, los Demócratas Progresistas y algunas fuerzas provinciales que aunque tienen diversos orígenes profesan ideas liberales.-
Estas reflexiones no son una mirada al pasado sino al futuro. Pensando en nuestros hijos y nietos estas generaciones a las que la herencia les viene pesada.
Por arte de varias cosas vivimos una mezcla de autoritarismo y de ausencia de autoridad, un populismo vergonzoso, una demagogia agobiante la inequidad económica que tiene a un tercio de la población en situación crítica de pobreza e indigencia, ahora con una división en la sociedad provocada por la manipulación artificial de las usinas del poder como aconsejaba Maquiavelo al Príncipe Florentino en la edad media.-
PORQUE SER LIBERAL en el siglo 21 en Argentina? Porque son las ideas con las que las naciones han progresado, con las que apareció esa palabra (progreso) que antes no existía, porque es el hombre el centro de todo y no hay nada más importante salvo Dios. Pero para que este pueda crear, hacer, pensar debe disfrutar de la libertad.-
El galardonado con el Premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa en su reciente visita nos dijo muchas cosas interesantes, por ejemplo respondiendo a la pregunta ¿Qué significa ser liberal? Dijo: “El liberal que yo trato de ser cree que la libertad es el valor supremo, ya que gracias a la libertad la humanidad ha podido progresar desde la caverna primitiva hasta el viaje a las estrellas y la revolución informática, desde las formas de asociación colectivista y despótica, hasta la democracia representativa. Los fundamentos de la libertad son la propiedad privada y el Estado de Derecho, el sistema que garantiza las menores formas de injusticia, que produce mayor progreso material y cultural, que más ataja la violencia y el que respeta más los derechos humanos. Para esa concepción del liberalismo, la libertad es una sola y la libertad política y la libertad económica son inseparables, como el anverso y el reverso de una medalla. Por no haberlo entendido así, han fracasado tantas veces los intentos democráticos en América latina. Porque las democracias que comenzaban a alborear luego de las dictaduras respetaban la libertad política pero rechazaban la libertad económica, lo que, inevitablemente, producía más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque se instalaban gobiernos autoritarios, convencidos de que sólo un régimen de mano dura y represora podía garantizar el funcionamiento del mercado libre. Esta es una peligrosa falacia”.
El peronismo y el radicalismo se van agotando en sus mezclas o eclecticismo, en sus contradicciones en el ejercicio del poder cuando les toca gobernar, ya no tienen debate interno que aclare sus concepciones de la realidad y elaboración de propuestas y soluciones a los problemas, son instituciones que van perdiendo grupos que se conforman internamente por coincidencias pero no pueden convivir en el partido y terminan formando nuevas agrupaciones.
Los liberales no somos conservadores, creemos en la creatividad del hombre libre y la evolución de las ideas como fuerzas que logran el desarrollo material y espiritual, por eso los partidos deberían ir cambiando y adaptándose al mundo u orientando las tendencias, por eso en Estados Unidos los dos grandes partidos siguen siendo los mismos y se alternan en el poder, al igual que en Inglaterra o Francia y ahora también nuestros vecinos latinoamericanos.-
Necesitamos dos grandes partidos de Centro, uno centro derecha y el otro centro izquierda, que podrían ser estos partidos pero deben renunciar a la demagogia, sin populismo, sin autoritarismo ni dictaduras. También existirán otras agrupaciones políticas que expresarán minorías representando legítimamente nuevas ideas o intereses sectoriales. Pero el interés general y el bien común debe estar garantizado por dos grandes partidos que unan al pueblo Argentino y aseguren su desarrollo con libertad y sin excluidos.-
Estos debates de opciones irreales a las que asistimos en Argentina, son demasiado antiguas y perimidas, como estatismo o privatismo, educación pública o privada, inseguridad o mano dura, protección del ambiente o productivismo, libertad de prensa o monopolios. Todas falacias que sirven para dividir y distraer de los verdaderos debates y las bases de construcción de una Argentina moderna, que crezca con libertad, con calidad institucional, vinculada al mundo con futuro para todos los jóvenes. Es posible una Argentina en paz, que recupere la seguridad, funcione la justicia independiente, los jóvenes accedan a educación de calidad, se erradique la pobreza e indigencia.-
Horacio V. Pozo: Lic. en Economía - Miembro del Comité Ejecutivo del Partido Liberal - Director del Instituto de Formación y Capacitación del PL - Profesor de la UNNE Cátedra “Organización de Empresas Turísticas”
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