La unidad de las diversas fuerzas de oposición al régimen debe ser vista como algo más que un acuerdo político circunstancial. Si la unidad no representa un cambio y una solución a la vez difícilmente convencerá. La fecha de las primarias no será un inconveniente si hay un respaldo pleno a quién resulte electo y en las giras por el país no sólo se exponga el mismo mensaje, sino al igual que en la exitosa primera campaña de Mockus en Colombia, todos los dirigentes usen en los mítines la franela de la unidad.
La tarjeta única para el candidato a la presidencia de la república no debe ser objeto de negociación y debe ser anunciada, lo antes posible, a la opinión pública. Si bien hasta febrero no se sabrá quien será el ungido por la voluntad popular, conviene que desde ya los electores identifiquen el símbolo del cambio y de la unidad.
Hay que desterrar el síndrome del Perú en el que la alternativa democrática no triunfó porque no logró negociar una fórmula unitaria. Con todas sus limitaciones la MUD, hasta ahora, ha logrado preservar la unidad de las fuerzas opositoras, pero tiene que hacer mucho más si quiere convencer a los llamados NI NI de que la unidad es una realidad y que las fuerzas opositoras tienen la voluntad, la capacidad y el deseo de seguir unidas después de la elecciones de 2012 y hacer todo lo posible para que en el proceso de cambio en el país se incorporen todos aquellos que, por las razones que fueren, no lo han hecho.
La unidad debe ir mucho más allá que la de los partidos políticos, debe ser un proyecto de incorporación de todos los venezolanos a una Venezuela más tolerante, más eficiente, mas responsable y sobre todo más transparente.
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