Venezuela es un país que fue bendecido por el Creador al tener todas las riquezas minerales, materiales y humanas. Tenemos montañas, llanos, andes, costas y médanos, lleno de virtudes y de gente buena, pero al mismo tiempo de numerosos contrastes, discrepancias, contradicciones e ingratitudes. Con una amarga violencia, dura e injusta, generada por diversos factores, injusticia social, delincuencia, desempleo, discriminación, marginamiento, producto de una dirigencia nacional incapaz de grandes retos.
Con unos servicios de salud que dejan mucho que desear, hospitales con abultados déficits económicos, producto de un manejo administrativo torpe, clientelista y politiquero. Con una dirigencia política plagada de vicios, transmitidos a las nuevas generaciones, las cuales continúan poniendo en prácticas costumbres ancestrales mandadas a recoger en cualquier civilización pujante del mundo.
Un gobierno socialista-comunista causante de grandes males sociales y generador de conflictos desde hace más de 12 años, vengativo y con el rumbo perdido, dígase lo que se diga. Un chavismo, pues, inquisidor y de odios en una sociedad carente de amor. Sin embargo, Venezuela es un país lleno de gentes, en su gran mayoría, magníficas, con un excelente valor humano, con recursos naturales, mineros, artesanales y económicos que cualquier nación envidiaría.
Por eso, pienso que el gobierno del comandante debería en vez de estar haciendo campaña política y encadenando al país cada vez que se le ocurre, pensar bien cuando trate de mejorar la imagen internacional de esta querida patria. Venezuela requiere de proyectos universitarios coherentes, con visión nacional y extranjera, en busca de formar los profesionales del mañana, con una orientación diferente a la actual, ajena a las pasiones politiqueras, pues el gran problema de hoy son los "odios patológicos” y la retaliación política a la disidencia.
Por ello nuestras universidades requieren un presupuesto justo acorde a las necesidades de cada una, un ajuste salarial según la onda inflacionaria a sus docentes, empleados y obreros, becas justas para los estudiantes y presupuesto digno para la investigación y la extensión.
Una corrupción que no respeta pintas, como se dice en el lenguaje popular, que día a día se va apoderando más de estratos respetables e importantes, porque la corrupción no tiene fronteras, no tiene diques que la atajen. No solamente está en el sector público, también viene penetrando los estamentos privados de la sociedad.
Abundan los inconvenientes para gobernar, empezando por las corruptelas incrustadas en el interior del gobierno socialista-comunista como se ha visto en los últimos 12 años, y la penetración del narcotráfico, que igualmente, como un veneno, hace estragos en la Justicia y en la política. A pesar de todo, existe un país colmado de cosas y proyectos buenos.
Una Costa Caribe alegre, pujante, en algunos aspectos y con pretensiones de convertirse en Región, para buscar mejores oportunidades de vida para esta y las próximas generaciones.
La zona caribeña, incluyendo la Isla de Margarita y la zona de Paraguanà cuentan con proyectos en materia turística, que generaría muchas divisas, especialmente para el puerto Libre. Las artesanías son otra virtud caribeña. Para muestra un botón: Santa Ana, La Asunción, Antolín del Campo, y en la zona larense la artesanía quiboreña y tintorero Se nos ocurre que mientras no haya seguridad nacional los numerosos proyectos diseñados tanto por el gobierno regional o municipal como por el sector privado se truncarían, por lo menos en un alto porcentaje, aspectos estos que preocupan a una sociedad con ambiciones de ubicarse entre los países líderes de Latinoamérica, por decir lo menos. Este país, pues, es encantador para vivir, por la calidad de sus gentes, de cualquier región que sea, de Caracas, de la Costa, de los Andes, de los llanos, de oriente o de occidente o de cualquier región del interior, es para nosotros, el mejor vividero del mundo, a pesar de la estigmatización que padecemos por culpa del mal gobierno socialista-comunista.
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