Cualquier país pequeño o grande que se precie, persigue, por sobre todas las cosas, promover sus intereses económicos en el ámbito internacional.
Esta verdad de Perogrullo, sin embargo, al gobierno venezolano le rueda. Su conducta internacional está dirigida a objetivos más trascendentes: ¡la revolución mundial contra el capitalismo¡ y construir el cielo en la tierra. Una política exterior en provecho del pueblo venezolano sería un despropósito al lado de tan excelsos fines.
Un ejemplo patente de este proceder absurdo y antinacional lo tenemos en un grupo que llaman ALBA, el cual, de acuerdo con la retórica gubernamental, sería una iniciativa de naturaleza integracionista.
La integración económica internacional, como la conocemos, busca conectar las economías mediante el establecimiento o incremento de relaciones comerciales, con el propósito de crear espacios económicos más amplios, eliminando obstáculos y discriminaciones entre las economías que se integran. Lo que se procura, en definitiva, es crear progresivamente un área común en la que los bienes se intercambien, las políticas se armonicen, las leyes se uniformen, los transportes y las comunicaciones faciliten, las inversiones y capitales fluyan libremente y los trabajadores puedan circular sin restricciones, todo con vista, en algunos casos, a integraciones políticas supranacionales.
De lo que se trata, en fin, es de instituir y solidificar lazos materiales que vayan haciéndose permanentes, irreversibles, no porque lo diga una teoría comercial o lo haya soñado un visionario, sino también porque a los países les conviene para el crecimiento, desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.
Esa es precisamente la idea de la integración. La retórica rimbombante y los discursos estridentes no sirven para este propósito. Porque todo pasa por poner en práctica mecanismos concretos y permanentes.
Decir que lo que se persigue es “la integración de los pueblos” es palabrerío demagógico e inútil si no se pone en obra los instrumentos prácticos que llevarán a la deseada integración.
Veamos con cifras duras 3 ejemplos de este mal negocio para Venezuela. Tomemos los casos de Cuba, Bolivia y Nicaragua.
¿Qué hacen estos países con lo que les damos, y que puertas adentro escatimamos cuando de nuestras propias necesidades se trata? ¿Cuáles y cuántos productos de nuestros industriales o agricultores adquieren? Y de lo que nos compran ¿Cuánto pagan?
CUBA
Este país, en 1999, compró al nuestro productos por el orden de los 460 millones de dólares, y en 2009, sólo 167 millones. Al mismo tiempo, Cuba exportó a Venezuela en 1999, 13.3 millones de dólares y en el 2009, 522 millones (Cifras de SICEX, ALADI).
Por otro lado, en el período 2005-2010, fue anunciado por el gobierno venezolano un gasto de 34.400 millones de dólares para Cuba. (Cifras de CIECA)
La forma como este país paga a Venezuela es mediante trueque, y se desconoce la fórmula para establecer el valor de los servicios que ejecuta en nuestro país.
BOLIVIA
En el caso de este país, en 1999, compró al nuestro 21 millones de dólares; en el año 2008, 252 y en el 2009, 310 millones. En estos años, Bolivia exportó a Venezuela, 19 millones de dólares, 264 y 290, respectivamente. (Cifras de SICEX, ALADI).
Para el periodo 2005-2010, el gobierno bolivariano ha anunciado gastos por el orden de los 8.859 millones de dólares en Bolivia. (Cifras de CIECA)
NICARAGUA
Este país adquirió de Venezuela en el 1999, bienes por el orden de 6 millones de dólares; en 2008, 14 millones, y en 2009, 33 millones. Exportó al nuestro país en las mismas fechas, 98, 7 y 480 millones, respectivamente. (Cifras de SICEX, ALADI).
Para Nicaragua, el gobierno de Venezuela ha anunciado gastos durante el periodo 2007-2010, por la cantidad de 7.920 millones de dólares, (Cifras de CIECA)
El total de gasto anunciado por el gobierno en ALBA es de 62.633 millones. En el 2005 el gasto para todos los que conforman ALBA fue de 2.122 millones, siendo CUBA, prácticamente, la única beneficiaria, con 1.879 millones de dólares (Cifras de CIECA)
Las cifras señaladas no pueden ser más elocuentes. El desbalance es pasmoso. La sangría de nuestro país, a cualquier observador tiene que sobrecoger.
La carga en términos comerciales y financieros que se ha echado encima el gobierno venezolano es injustificada, antinacional y perversa; la deuda que tienen estos países con el nuestro, ni siquiera es honrada debidamente, a pesar de las facilidades que se les han conferido. Definitivamente, estos vínculos político-ideológicos significan para nuestro país un peso muerto inaceptable.
No hay discusión, la ALBA es un pésimo negocio para Venezuela; además, es un proyecto inmoral porque constituye una afrenta, un desprecio, hacia los que en nuestro país están necesitados de vivienda, salud, educación y seguridad.
EMILIO NOUEL V.EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
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