Existen tres vías básicas para sustituir un presidente en caso de grave crisis política. 1-Por intervención del ejército, con o sin participación popular.2- Por decisión de los otros Poderes del Estado y 3- Por medio de elecciones. La solución a la dictadura de Pérez Jiménez fue por intervención de las Fuerzas Armadas, previa labor de la sociedad civil y partidos que promovieron huelgas, manifiestos y protestas callejeras.
En tiempo de Carlos Andrés II, para bien o para mal, la crisis se resolvió por actuación de la Fiscalía, de la Corte Suprema de Justicia y del Senado. Sin duda que fue un juicio político. Algunos acusan a quienes promovieron la destitución de haber procedido por resentimiento o por ambiciones políticas. Otros consideran que fue una actuación de buena fe ante las frecuentes protestas callejeras, saqueos, huelgas y dos intentos de golpes militares. Aunque solo faltaban siete meses para las elecciones, no hay duda de que el ambiente era de crisis severa y todos los días se esperaba una nueva asonada militar. Achacarle el deterioro de los partidos a la llamada antipolítica practicada por los Notables y por los medios de comunicación, “Por estas calles” incluida, pareciera una visión simplista. Definitivamente había un malestar generalizado y esperar podía ser la fórmula menos deseable tomando en cuenta una posible insurrección militar, esta vez con apoyo popular. Particularmente no percibimos una relación causa-efecto entre la salida anticipada de CAP y la llegada del Totalitarismo Siglo XXI. Es de justicia reconocer que CAP se creció en la crisis y demostró ser respetuoso de las instituciones.
La crisis actual es mucho más profunda y difícil de resolver que las ocurridas en tiempos del dictador de Michelena y del demócrata de Rubio. Una opción como la de CAP II no es realista ante a sumisión de los otros Poderes. Está planteada la vía electoral, con la que se completa la trifurcación de las opciones. La dificultad está en que el teniente coronel no es un demócrata y puede proceder a desconocer las elecciones. Por otra parte, faltan dos largos años en los que la República corre el riesgo cierto de una total destrucción y los venezolanos estamos expuestos a perder aún más nuestras libertades y propiedades. A pesar de las reiteradas violaciones a la Constitución por parte del régimen actual, una opción tipo 23 de enero de 1958 tiene el inconveniente de que tanto la población civil, como los militares, están divididos en cuanto a su percepción sobre el inquilino de Miraflores. Por ello, como ahora somos mayoría y deseamos soluciones pacíficas, nos inclinamos por la vía electoral con todos sus escollos, sea como solución definitiva o como catalítico de otras opciones si se atreve a desconocer los resultados. Mientras tanto, no podemos callar ni dejar de protestar ante la radicalización gubernamental.
Como en botica: “La rebelión de los náufragos”, de Mirtha Rivero, es de obligatoria lectura para conocer entretelones de la crisis CAP II. Para refrescar lo duro de la dictadura de Pérez Jiménez, recomendamos la lectura de “Contra las Dictaduras Por la República Civil: Semblanza de José Agustín Catalá, de Marco Tulio Bruni Celli. Al cumplirse ocho años de la huelga del 2 de diciembre, nuestro reconocimiento a Carlos Ortega, a Carlos Fernándes y a quienes perdieron todo por defender principios y valores. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
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En tiempo de Carlos Andrés II, para bien o para mal, la crisis se resolvió por actuación de la Fiscalía, de la Corte Suprema de Justicia y del Senado. Sin duda que fue un juicio político. Algunos acusan a quienes promovieron la destitución de haber procedido por resentimiento o por ambiciones políticas. Otros consideran que fue una actuación de buena fe ante las frecuentes protestas callejeras, saqueos, huelgas y dos intentos de golpes militares. Aunque solo faltaban siete meses para las elecciones, no hay duda de que el ambiente era de crisis severa y todos los días se esperaba una nueva asonada militar. Achacarle el deterioro de los partidos a la llamada antipolítica practicada por los Notables y por los medios de comunicación, “Por estas calles” incluida, pareciera una visión simplista. Definitivamente había un malestar generalizado y esperar podía ser la fórmula menos deseable tomando en cuenta una posible insurrección militar, esta vez con apoyo popular. Particularmente no percibimos una relación causa-efecto entre la salida anticipada de CAP y la llegada del Totalitarismo Siglo XXI. Es de justicia reconocer que CAP se creció en la crisis y demostró ser respetuoso de las instituciones.
La crisis actual es mucho más profunda y difícil de resolver que las ocurridas en tiempos del dictador de Michelena y del demócrata de Rubio. Una opción como la de CAP II no es realista ante a sumisión de los otros Poderes. Está planteada la vía electoral, con la que se completa la trifurcación de las opciones. La dificultad está en que el teniente coronel no es un demócrata y puede proceder a desconocer las elecciones. Por otra parte, faltan dos largos años en los que la República corre el riesgo cierto de una total destrucción y los venezolanos estamos expuestos a perder aún más nuestras libertades y propiedades. A pesar de las reiteradas violaciones a la Constitución por parte del régimen actual, una opción tipo 23 de enero de 1958 tiene el inconveniente de que tanto la población civil, como los militares, están divididos en cuanto a su percepción sobre el inquilino de Miraflores. Por ello, como ahora somos mayoría y deseamos soluciones pacíficas, nos inclinamos por la vía electoral con todos sus escollos, sea como solución definitiva o como catalítico de otras opciones si se atreve a desconocer los resultados. Mientras tanto, no podemos callar ni dejar de protestar ante la radicalización gubernamental.
Como en botica: “La rebelión de los náufragos”, de Mirtha Rivero, es de obligatoria lectura para conocer entretelones de la crisis CAP II. Para refrescar lo duro de la dictadura de Pérez Jiménez, recomendamos la lectura de “Contra las Dictaduras Por la República Civil: Semblanza de José Agustín Catalá, de Marco Tulio Bruni Celli. Al cumplirse ocho años de la huelga del 2 de diciembre, nuestro reconocimiento a Carlos Ortega, a Carlos Fernándes y a quienes perdieron todo por defender principios y valores. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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