
Esta involucionada práctica de ejercer el poder, gracias a la coacción por la fuerza de las armas, deja ver la visión socarrona y furibunda del aludido comandante en términos de su incapacidad para gobernar, de su fraudulento proyecto de gobierno y de la desastrosa gobernabilidad alcanzada. Esta trilogía que, en el léxico politológico podría llamarse: triángulo de opresión, constituye la más desvergonzada representación de un sistema autoritario guiado por la intención declarada de confiscar las libertades económicas basadas en la propiedad privada y sus correspondientes derechos. Tal es el grado de irracionalidad que de cara a la legalidad referida a instancia de la Constitución Nacional, que las acciones ordenadas desde la Presidencia de la República contra la propiedad privada y sus derechos rayan en la expoliación. O sea, en “despojar con violencia o con iniquidad” lo que, por derecho, pertenece a otro. Y que en castellano popular significa despojar, quitar, saquear, atracar o, sencillamente, robar. ¿Pero expoliar con qué o cuál propósito?
Es la pregunta que muchos podrán hacerse. No obstante, en un gobierno de expoliadores, es natural pensar que su objetivo cardinal es expoliar. Más, si se cuenta con el soporte de las armas propias de una “revolución armada, pero pacífica” contradicción ésta que fundamenta todo hecho logrado en el transcurso de los últimos años por este régimen articulado sobre artificios conceptuales y parapetos instrumentales centrados en la fuerza de la corrupción y de la impunidad. De ahí que luce obvio examinar hasta dónde todo este tributo a la incompetencia administrativa y de gestión pública es expropiación o expoliación.
VENTANA DE PAPEL
HUMOR EN TIEMPOS DE SAÑA
¿ESTÁN CREYENDO QUE CHINA ES COMUNISTA?
Comentaba Santos Mercado Reyes, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, México, que China no tiene nada de socialista. Menos de comunista. Por ejemplo, a los campesinos se les permite sembrar lo que quieren, vender donde mejor les paguen y usar las ganancias como mejor dispongan, sin supervisión ni control del gobierno. En 2004, el gobierno introdujo una inaudita reforma constitucional para garantizar el derecho a la propiedad privada. Ni el Estado, ni el Partido pueden violar el principio de propiedad privada. Es decir, no hay confiscaciones, nacionalizaciones, estatizaciones o algo parecido. Inaudito pues la propiedad privada es la base del sistema capitalista. Hay escuelas, desde primarias hasta universidades, donde todo se imparte en español o en inglés. Merece saber que ya no hay “educación gratuita” en las universidades públicas. Si son universidades del gobierno los estudiantes pagan la mitad de lo que cobra una universidad privada. A los estudiantes sin recursos, el gobierno les proporciona crédito que tendrán que pagar cuando egresen. Si cualquier país latinoamericano que todavía anda soñando con Marx y Keynes quiere descubrir el secreto de los chinos, todo lo que tiene que saber es que allá si están esforzándose por aplicar neo-liberalismo puro. Es decir, economía de mercado o capitalismo. Ya están publicándose los libros de Friedrich von Hayek, Ludwig von Mises y Jesús Huerta de Soto. Finalmente, les falta quitar todas las barreras para que China se convierta en un país cosmopolita abierto a todo ciudadano del mundo que quiera vivir en paz.
VENEZUELA EN MARCHA AL REVÉS
Mientras tanto, otros países con menores potenciales que Venezuela, pero con gobiernos diligentes, procesan la solicitud en apenas 13,8 días y cumpliendo 5,6 procedimientos administrativos. Y es que no es para menos a sabiendas que el gobierno no sólo inventa cada día nuevas exigencias, sino que además dichos procesos se tornan absolutamente quisquillosos en cuanto al nivel de perfección y de estilo. Sumado ello al exagerado número de impuestos venezolanos, que amerita de 70 pagos, el problema se vuelve más asfixiante. Sin contar que el régimen ha pensado en imponer más tributos. Entre tanto, países de Europa Occidental, sólo se realizan 14,2 pagos lo cual es ventajoso tanto para los objetivos de desarrollo, como para combatir la corrupción que azota la funcionalidad administrativa nacional.
El acelerado proceso de imposición del mal llamado “socialismo del siglo XXI” tiene revuelto al país. No sólo sus instituciones. También a la sociedad. Pero sobre todo, a sus instancias de poder político. A decir de la magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, Blanca Mármol de León, se favorecen las medidas del gobierno pues sus integrantes tienen miedo de ser destituidos o detenidos. Aunado a dicha situación, las elecciones de septiembre indujeron otro temor pues han apresurado distintos cambios de manera que, luego del Enero de 2011, cuando se instale la nueva Asamblea Nacional, no se corra el riesgo de verse frenados ante las peticiones del Ejecutivo. Sin embargo, personeros del oficialismo aseguran que la renovación del TSJ sólo busca resolver nombramientos que estaban demorados.
Pero sus críticos acusan dicha situación de adelantar maniobras de corte meramente político para así evitar resoluciones e interpretaciones de leyes que pudieran perjudicarlo en aras de seguir favoreciendo las tropelías del gobierno de inclinación comunistoide. Por lo visto, y dado el carácter endeble de los requisitos para ingresar al Poder Judicial, no hay empeño en reconocer que el apuntalamiento de la democracia son los poderes autónomos e independientes. Al lado, por supuesto, de una prensa libre. Si el país sigue por la vía como es conducida por sus dirigentes gubernamentales, ¿a dónde llegaremos? Que Dios nos agarre confesados.
Antonio José Monagas
amonagas@cantv.net
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