En su última y delirante gira planetaria, el presidente ofreció, entre muchas otras cosas, que le suministraría a Bielorrusia 200 mil barriles diarios de petróleo en lo sucesivo, y en medio de tal desatino proclamó además eufórico que él garantizaba el suministro de este hidrocarburo por al menos 200 años. Lo primero es inconveniente a todas luces, y lo segundo es, simplemente, una ilusión fundamentada en la más profunda ignorancia. Veamos:
Ofrecer a Bielorrusia 200 mil barriles diarios es un pésimo negocio para Venezuela. Primero, porque seguramente esa cantidad de petróleo (que hoy en día representa el 10% de lo que realmente estamos produciendo) saldrá del volumen que aún le seguimos vendiendo a Estados Unidos, que es nuestro único comprador seguro y buena paga; y segundo, porque poner el petróleo en el límite de Europa con Asia, significa un incremento brutal del costo de transporte, que sólo es asumible por razones políticas, más no porque sea un buen negocio hacerlo.
Por otro lado, garantizar suministro de Petróleo a un país como ese sugiere también dos errores. Primero, una esperanza equivocada de que el gobierno neocomunista venezolano durará esa cantidad de tiempo. Si yo fuera el Sr. Lukaschenko me prepararía para recibir tal regalo sólo por los próximos dos años. Después de 2012 el nuevo gobierno democrático revisará todos esos convenios disparatados y tendrá que rescindir la mayoría de ellos; y segundo, es obvio que en 200 años el petróleo sólo será una referencia lejana de energía. De hecho, en menos de tres décadas será absolutamente desplazado por energías como la solar, la eólica y los combustibles "verdes" como el etanol y las células de hidrógeno.
Por último, algunas consideraciones sobre otros dos aspectos tocados en la gira presidencial. En primer lugar, lo relativo al anuncio de la instalación en Venezuela de una planta nuclear con tecnología y asesoramiento ruso. En realidad, el problema no es la energía nuclear per se, sino el talante del gobierno venezolano, el cual mantiene una postura belicista frente a sus vecinos continentales y además pretende eximirse de la supervisión que impone la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP). En ese sentido, Venezuela avanzaría con seguridad por el mismo camino que lo hace Irán en estos momentos.
Finalmente, el folclórico anuncio de que ahora exportaremos yuca a Rusia para fabricar plástico. La verdad es que a veces es difícil entender a Chávez. Hace dos años reaccionó foribundo frente al Etanol porque era un crimen horrible usar la caña de azúcar para producir combustible con tanta gente muriendo de hambre, pero ahora resulta que lo mismo no aplica para la yuca venezolana y el plástico. Si usted entiende, lo felicito.
cipriano.heredia@gmail.com
@CiprianoHeredia
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Ofrecer a Bielorrusia 200 mil barriles diarios es un pésimo negocio para Venezuela. Primero, porque seguramente esa cantidad de petróleo (que hoy en día representa el 10% de lo que realmente estamos produciendo) saldrá del volumen que aún le seguimos vendiendo a Estados Unidos, que es nuestro único comprador seguro y buena paga; y segundo, porque poner el petróleo en el límite de Europa con Asia, significa un incremento brutal del costo de transporte, que sólo es asumible por razones políticas, más no porque sea un buen negocio hacerlo.
Por otro lado, garantizar suministro de Petróleo a un país como ese sugiere también dos errores. Primero, una esperanza equivocada de que el gobierno neocomunista venezolano durará esa cantidad de tiempo. Si yo fuera el Sr. Lukaschenko me prepararía para recibir tal regalo sólo por los próximos dos años. Después de 2012 el nuevo gobierno democrático revisará todos esos convenios disparatados y tendrá que rescindir la mayoría de ellos; y segundo, es obvio que en 200 años el petróleo sólo será una referencia lejana de energía. De hecho, en menos de tres décadas será absolutamente desplazado por energías como la solar, la eólica y los combustibles "verdes" como el etanol y las células de hidrógeno.
Por último, algunas consideraciones sobre otros dos aspectos tocados en la gira presidencial. En primer lugar, lo relativo al anuncio de la instalación en Venezuela de una planta nuclear con tecnología y asesoramiento ruso. En realidad, el problema no es la energía nuclear per se, sino el talante del gobierno venezolano, el cual mantiene una postura belicista frente a sus vecinos continentales y además pretende eximirse de la supervisión que impone la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP). En ese sentido, Venezuela avanzaría con seguridad por el mismo camino que lo hace Irán en estos momentos.
Finalmente, el folclórico anuncio de que ahora exportaremos yuca a Rusia para fabricar plástico. La verdad es que a veces es difícil entender a Chávez. Hace dos años reaccionó foribundo frente al Etanol porque era un crimen horrible usar la caña de azúcar para producir combustible con tanta gente muriendo de hambre, pero ahora resulta que lo mismo no aplica para la yuca venezolana y el plástico. Si usted entiende, lo felicito.
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