El presidente de Venezuela arremete contra quienes cuestionan por qué la oposición empató a votos y sin embargo consiguió 33 diputados menos
Hugo Chávez está enfadado, muy enfadado. Los resultados electorales del domingo le han torcido el gesto. No tanto por la resurrección de la oposición -que logró 65 diputados de los 165 en juego-, ni siquiera porque los 98 obtenidos por su partido no son suficientes para legislar a su antojo, sino porque la forma de ganar, mediante una ley electoral diseñada a su medida hace solo un año, ha dejado al descubierto su particular manera de usar la democracia. El enfado de Chávez se desató en la tarde del lunes, ante una pregunta de una periodista venezolana.
Más que una pregunta, era "la" pregunta: "La diferencia entre los votos obtenidos por su partido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y los que ha logrado la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) es de apenas 100.000. Y es difícil de entender que habiendo obtenido casi el mismo número de votos, la oposición haya alcanzado 37 escaños menos que el PSUV [finalmente sería de 33 la diferencia]. Me pregunto si se estaría confirmando la tesis de la oposición que sostiene que la redistribución de los circuitos electorales se hizo con la intención de favorecer al PSUV o que quizá el voto del PSUV vale por dos...". ¿Qué le respondió Chávez? Nada. No supo que responderle y, fiel a su estilo, arremetió contra ella.
La acusó de no conocer la Constitución, de pertenecer a un medio que difunde mentiras, de no prestar atención y formular "preguntas gelatinosas que no tienen fundamentación lógica", de vivir en la Luna, de manipular... Entre exabrupto y exabrupto -coreado por parte de los miembros de su gobierno y de los periodistas del régimen que le ríen las gracias-, Hugo Chávez intentaba responder, cambiaba papeles de sitio, se removía en su silla, agarraba un lápiz o invitaba a Andreína Flores, la periodista, a tomarse el café que le acababan de servir...
Pero el comandante presidente no hallaba una respuesta lógica... y al final decidió tirar por lo alto: acusó a quienes formulan esas preguntas de obedecer a oscuros intereses desestabilizadores que "lo que buscan es quitarle el petróleo a Venezuela para entregárselo a los yanquis...". Pero no respondió. Tal vez porque no había forma de hacerlo: con la ley anterior y estos mismos resultados, el PSUV y la Mesa de la Unidad hubiesen empatado a 80 diputados. Pero él reformó la ley de tal forma que en las zonas más proclives a su gestión un diputado valga menos votos que en las demarcaciones donde nunca ganó. El resultado no puede ser más claro: una victoria de 98 a 65 con el mismo número de votos.
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