El régimen anhela que la gente se nutra sólo de la información y opinión que emiten sus incondicionales remenderos. Entretanto los "impolutos" se ocupan de glorificar al jefe como lo hacen los místicos cuando elevan loas a sus ídolos. Otros, que no son pocos, lo hacen para resguardar sus colosales patrimonios logrados con "gran esfuerzo". El escenario de oscurana institucional sólo es encomiado por fanáticos o, peor, por instintos canijos o corruptos. Veamos:
No hablar de los doscientos millones de kilos de alimentos que se pudrieron en puertos y galpones bajo control del gobierno pues cualquiera puede ser víctima de "un pequeño descuido". Debemos hablar permanentemente de las bondades de Mercal y de la confiscación de CADA y Éxito que con la nominación de Bicentenario garantiza bajos precios a los más pobres. No hablar de carestía; tampoco de inflación por ser un parámetro de cotejo propio del capitalismo salvaje por lo tanto sin cabida en la revolución.
No hablemos del incesante incremento de la delincuencia que día a día aniquila de manera brutal sobre todo a nuestros jóvenes. En lo sucesivo debemos referirnos a las MILICIAS y a la Policía Nacional, eso sí, bolivarianas, para acabar, como señalara la defensora del pueblo, con "la sensación de criminalidad" creada por la oposición. La ruina de la estructura policial erigida en 4 décadas es cosa del pasado, razón por la cual no debe ser referida por medio alguno.
No hablemos de crisis habitacional; tampoco que en "la cuarta" se construía un promedio de 80.000 viviendas al año y ahora un pírrico promedio de 11.000 de muy mala calidad. Debemos referirnos a la excelente idea de reproducir en el país casas chinas, iraníes y cubanas. Plan, por cierto, perturbado por incitaciones políticas en esos países por el maligno imperio que no los deja vivir en paz.
No hablemos de comunismo; vocablo reservado para uso exclusivo del Presidente. Solo un conocedor como él puede matizar el concepto de acuerdo al escenario en que da sus agobiantes peroratas. Así pues, el cardenal Jorge Urosa debe inhibirse de opinar al respecto. No puede hablarse de incautaciones, expropiaciones, limitaciones al derecho de propiedad, control férreo del comercio e industrias ni de la presencia de decenas de miles comunistas interviniendo las industrias básicas del Estado. Debemos hablar del mundo feliz en Cuba y cómo trasplantar el modelo a nuestro país. "Cuba y Venezuela una sola cosa".
No debemos hablar de, ni por, Globovisión, pues no es tolerable para un gobierno que dispone de más de 700 medios que alguna emisora, por pequeña que sea, ose salir del redil e informar sobre la ruina del país y emita opiniones disímiles. Tampoco referirse a asuntos que rocen la soberbia de Chávez. En todo caso debemos hablar del brillo periodístico de los canales del gobierno; del celo de la prosa casi literaria de los conductores de programas de opinión; de la imparcialidad política; de la calidad de la producción y, en fin, de todas las virtudes propias de un medio informativo estatal.
No debe criticarse a Maradona, todo un legado de probidad moral. Que haya incursionado en drogas, alcohol, desviaciones reavivantes y "otras", no importa. Ahora, como invitado de lujo, engalanado en cadena nacional, acompaña a Chávez para presidir la primera promoción de licenciados en Deportes. ¡Excelente prototipo!
Tampoco debe hablarse del desastre del metro, de los huecos en las calles, la ruina de la infraestructura de los colegios, la falta de mantenimiento de los puentes, ni de nada que perturbe el humor del dueño de la única verdad ideológica.
El 26 de setiembre la gente buscará restaurar la democracia a punto de perderse en manos de un autócrata sin control. Nadie podrá silenciar la onda cívica que se expande por todo el país por muchas restricciones que inventen.
miguelbm@movistar.net.ve
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