Hace unos meses me tiraba en un viejo sillón para disfrutar el programa de TV que presidía el controversial libertario Rush Limbough. Al aparecer el fornido personaje, sorprende a su auditorio cuando en silencio inicia la presentación de un video muy particular. La pantalla nos muestra un nuevo parque nacional en los EU al momento que abre sus puertas para dar la bienvenida a sus primeros visitantes. Los autos ingresan para ser recibidos por un grupo de changos apostados en la entrada. La gente, con la venia de las autoridades, procede a tirar comida a los monos que no esconden su satisfacción.
Al siguiente día se repite la escena pero ya con un grupo de monos más nutrido esperando “el pan nuestro de cada día.” Con el pasar de los meses el ritual se hace costumbre mientras que el grupo de changos se multiplica. Llega el momento en el que los monos de hecho acampan en la entrada esperando cada mañana a sus compasivos proveedores, de tal forma que por la falta de ejercicio empiezan a manifestar las clásicas enfermedades del sobrepeso tan común en los humanos y, lo más preocupante, las nuevas generaciones de monos ya no aprendían a buscar sus alimentos en el rico bosque. Las autoridades deciden entonces prohibir a los visitantes alimentar
El primer día de la prohibición los simios se arremolinan esperando a sus “benefactores.” Hace su entrada el primer auto que de inmediato es rodeado por los monos sin permitir continuara su camino. Los ocupantes nerviosos proceden a cerrar las ventanas y aplicar seguros a las puertas. Los monos se arriman cada vez más al auto exigiendo “su derecho” el cual no reciben. En esos momentos inician un suave golpeteo del auto como afirmando; “aquí estamos.” Al no recibir su diario “bastimento,” proceden entonces a golpear el auto de forma violenta hasta romper sus vidrios y volcarlo. Abruptamente se corta el video y aparece Limbough afirmando: “Este es el sistema de Welfare en EU, la agricultura mundial y el corporativismo mexicano.”
Durante ya meses los mineros de Cananea, asemejando ser miembros del clan Chapo Guzmán, tienen paralizada la operación de la mina. Si a esto le agregamos el vandalismo mostrado por los maestros llegando inclusive a romper las puertas del Congreso en señal de protesta por sus bajos sueldos, las invasiones barbáricas de los barzonistas a caballo, las barbaridades ejecutadas por los miembros del sindicato de electricistas exigiendo ser recontratados, creo nos encontramos ante la posibilidad de un peligroso enchangamiento de todo México.
Este echangamiento es un grave problema en toda América Latina que ya ha iniciado sus explosiones como en Venezuela, por lo que ahora invito a mi amigo Alberto Mansueti a que nos acompañe en este debate y afirma en referencia a ese país: “Chávez es apenas un síntoma del verdadero problema que es la plebe. Distinta del pueblo. El pueblo vive de su trabajo. La plebe vive o aspira a vivir del trabajo ajeno (del latín “plebs” distinto a “populus”; los romanos ya la conocían, esto no nada nuevo.) El pueblo es hacendoso y trabajador; la plebe, agresiva, predatoria y parásita.” Como decimos en México: “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.”
El problema es la plebe dice mi amigo Alberto.
”La plebe puede ser cruel y feroz, pero mentalmente es retardada: creyó la promesa de “lonchi gratis” repetida por los revolucionarios desde 1929, y se impacientó de esperar. Algunos de ellos toman una pistola y salen a robar por sí mismos. Otros más cobardes e hipócritas, reclaman que el Estado robe por ellos y se “achangan.” No creen en el mandato bíblico de ganar el pan con el sudor de la frente. Creen que los contribuyentes de impuestos –a quien confunden con gobierno -, deben pagar por lo que se les dijo son sus “derechos” a la salud, educación, vivienda, jubilación, empleo “garantizado” con “sueldo digno”, etc. Y creen que la democracia es el medio para lograr todo lo que desean y tanto envidian-; mas no el trabajo, el ahorro y la inversión, en una economía libre.”
El achangamientto mexicano ha sido provocado por una total confusión de hacia dónde vamos, en que vamos, cuando salimos y llegamos. Se habla de liberalismo y tenerlo por compatible con cualquier creencia sobre la economía, el hombre y la sociedad. Se cree poder practicar “el mercado libre” para la producción de los bienes y servicios; y a la vez ser estatista en cuanto a moneda o comercio. O ser liberal en economía y ser socialista en “educación y salud públicas”; o liberal económico y antiliberal en sociología y derecho o en sicología. Creemos tener al liberalismo económico por compatible con cualquier creencia y sistema político; en particular la democracia.
“Pero ojo dice Alberto; no debemos confundir libertad con democracia. Son distintas; y casi incompatibles. Democracia es Gobierno mayoritario, y libertad es Gobierno limitado. Gobierno mayoritario lo hay en Venezuela; a diferencia del Chile de Pinochet cuando los chilenos debieron suspender su democracia para rescatar su libertad, la que ya han comenzado a perder una vez más, ya de nuevo democráticos. En casi todos nuestros países hay democracia sin libertad; con la probable excepción de El Salvador, donde un partido (ARENA) con inteligencia y coraje distingue claramente la libertad -que no confunde con democracia-, y se identifica con ella.”
La plebe quiere democracia pero no libertad. Es la plebe la que cierra puentes, es el pueblo el que trabaja; es la plebe la que destruye las puertas del Congreso, es el pueblo el que las repara. Es la plebe infiltrada en el Congreso la que impide las reformas para modernizar el país, es el pueblo el que sigue sufriendo. Es la plebe la que controla monopolios como el de Telmex, es el pueblo el que paga los abusos. Porque plebe y pueblo hay en todas partes y en todos los niveles de la sociedad. Hay pueblo arriba y también abajo. Pero la plebe está en todas partes; arriba, abajo, en medio, en los sindicatos, iglesias, escuelas, organizaciones empresariales y ese es el gran problema; demasiada plebe. Es la plebe la que pide y no produce, la que exige con la autoridad heredada por la demagogia del establishment y el silencio del verdadero pueblo.
¿Y el problema de Venezuela Alberto? “Como todo problema, el de la plebe se resolverá sólo cuando sea admitido y reconocido como tal, y por consiguiente tratado con su remedio propio. ¿Cuál es esa curación? Un partido liberal que vaya devolviendo al pueblo su conciencia de pueblo, y recuperando poco a poco también la de la plebe. La solución al problema no es la pistola. Tampoco el voto. Es el realismo; es la razón, la lógica. Pero mientras se siga en “negación” la enfermedad de Venezuela sólo empeora. ¡Y cuidado: es contagiosa!”
La plebe invadió congresos, calles, casetas y consiguió presionar al presidente. El pueblo que calló es el que pagará precios más altos por productos de inferior calidad para alimentar a los changos. Tenemos mucha plebe y poco pueblo. “Cuidado; nos podemos achangar.”
Ricardo Valenzuela
chero@cox.net
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