La inseguridad que en sólo una década de régimen chavista arroja un saldo de 150.000 muertos, más la cesión de nuestra soberanía al régimen comunista cubano y por delegación a la narcoguerrilla colombiana, además de una economía en ruinas, demuestran que los venezolanos vivimos en un conflicto similar a la Guerra Federal de mediados del siglo XIX. La necesidad de una confrontación que victimice a Hugo Chávez y lo catapulte a la epopeya de su trágica imaginación nos ha llevado a una situación de real peligro.
El régimen se encuentra entrampado en su propia incapacidad; hasta Raúl Castro asume que sus días están contados. La filigrana con la cual los colombianos hanmovido los acontecimientos, antes, durante y después de la ruptura de relaciones, puso en alerta a los gobiernos satélites de la petroeconomía venezolana. Los verdaderos dolientes pusieron el grito en el cielo: en primer lugar Cuba, enfilada de manos del cardenal primado de La Habana hacia una lenta negociación con el gobierno de Obama, niega cualquier posibilidad de guerra con Colombia, como apuntó Fidel esta semana; igual sucedió con Lula, que ha oxigenado su boyante economía con los contratos millonarios de la Odebrecht y un Kirchner angustiado de solo pensar que una salida inesperada de Chávez termine por destronar antes de tiempo a su mujer.
Acto de guerra. El rompimiento de relaciones fue tomado como un acto de guerra. Quienes están en capacidad con el apoyo estadounidense de vencer nuestra pauperizada Fuerza Armada y tomar la joya del golfo de Venezuela tienen calculados todos los escenarios. La FAN no está dispuesta a inmolarse para defender a terroristas. Así lo hizo saberel alto mando al Presidente, quien en un raro momento de lucidez acusó su error militar (por algo reprobó el curso de Estado Mayor) y se hizo presa de sus recurrentes temores, pensando en la posibilidad de ser derrocado ante una eventual intervención militar, provocada por sus propias pulsiones delirantes, producto de ritos esotéricos, que lo han transmutado de líder bolivariano en caricatura incómoda hasta para el chavismo.
Un testigo estrella implacable. A Chávez lo llevan con hilos de impecable titiritero hacia su destrucción.
Con la ruptura de relaciones, Colombia dejó saber que no descartaba una persecución en caliente de la guerrilla. Las conversaciones privadas de Uribe con líderes del continente, mientras el Presidente electo estratégicamente guardaba silencio , dan por sentado que la rendición fue muy bien planificada. La presencia en Caracas de Lula y deKirchner un día antes de la asunción de Santos no tuvo otro fin que mediar. Y mientras Santos aceptaba la capitulación en Santa Marta, Uribe asumía funciones en la ONU para evaluar actuaciones en el Medio Oriente, un paso más para su presencia estelar en La Haya como testigo con prestigio internacional que denunciará al protector de terroristas, al que humilla sin contemplación.
Nefastas consecuencias. Cualquier sobresalto emocional del Presidente puede ser detonante para un conflicto armado con nefastas consecuencias, como la pérdida de parte de los estados fronterizos.
De ahí el peligro de mantener en la Presidencia a una persona psiquiátricamente inestable, y de allí el interés de Chávez de prolongar el debate electoral hasta 2012, y asociar la propuesta de su necesaria salida constitucional con el golpismo y el fascismo. Por ahora, Venezuela yace herida como presa de cacería.
msalazar@cantv.net
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