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domingo, 6 de junio de 2010

EL EFECTO ALKA SELTZER, TEODULO LOPEZ MELENDEZ

De repente el hombre de la transición parece observar los destellos del futuro y como en un proceso de acrecentamiento recibe los materiales de su expansión.

Aplico algunos términos propios de la astrofísica para describir el crecimiento del hombre contemporáneo hacia nuevas formas políticas. En efecto, vivimos momentos muy similares a los de la formación de los planetas, en el sentido de la atracción y encaje de diversas piezas flotantes.

En el campo de la política parece existir el convencimiento del cansancio, pero también el de la zona del limbo, uno en que el viejo procedimiento y la manera de concebir no desaparece y no termina de cuajar la claridad del mundo nuevo.

Se produce el relámpago del alerta y el hombre de la transición siente el atractivo de ver manifestada en fórmulas concretas sus ansias, las que le ofrecen nuevas formas de respuestas en el modo de conducir la organización social, especialmente en lo que se refiere a las manifestaciones político-estructurales. La primera reacción es la de la alegría, la de la celebración de ver ante sus ojos la nueva forma de entender la política, la nueva manera de concebir al liderazgo y el planteamiento real y efectivo de las nuevas ideas.

Los estudios de opinión comienzan a mostrar el entusiasmo y la esperanza, especialmente en los sectores jóvenes de la población, aburridos y cansados de las viejas prácticas, los mismos que alegan su desinterés por el destino colectivo por la repetición, la perversión y de los desvíos de todo orden ético. Efervece la alegría del descubrimiento, los ideales vuelven a brillar como motor de la vida, por momentos se tiene la certeza de la novedad, la emoción del descubrimiento, la sacudida del letargo y los jóvenes se identifican de nuevo con la política, con la posibilidad de un mundo regido por parámetros distintos y por paradigmas novedosos que disuelven el pasado en una nueva posibilidad latente.

El entusiasmo dura poco, para que los sabelotodos comiencen a hablar de efecto massmediático, de emociones de Facebook y de Twitter, de encuestas realizadas en la vida de Internet y no de la realidad real. Esa emoción, en efecto, se apaga; quienes esperanzados miraron el planteamiento
transformador lo dejan en el camino y vuelven a sus hábitos de indiferencia.

En otras palabras, no concretan los sentimientos que los animaron, no van a votar, no ejecutan el cambio, se diluyen en lo que en este texto he dado en llamar el efecto Alka Seltzer.

Se trata ahora de unas encuestas que reflejan literalmente lo que no ha de suceder. Esto es, no se trata de que estén amañadas o de que sean realizadas sin el habitual rigor. Se trata de que el momento de evaporación de las burbujas de la pastilla para la digestión es tan efímero que casi estamos llegando al momento de hablar de la imposibilidad de medición real y efectiva de la intención electoral de una población dada. Si bien se acepta que una encuesta refleja un momento específico, no es ese el argumento válido para reflejar lo que está sucediendo. Uno llega a plantearse si se requieren elementos sociopsicológicos incorporados a las viejas maneras de determinar la intención de voto o si la complejidad de los tiempos de transición convierte en misión imposible el adelantarse a los resultados de una consulta electoral.

No obstante, el futuro económico de las encuestadoras o su adaptación a un tiempo movedizo será problema de los interesados y de los planificadores de campañas electorales y de quienes quieran saber los entresijos de los electores para adaptar a ellos la procura de apoyo. El asunto del fondo de este período de transición y la llegada definitiva del futuro es el que nos interesa. Es el porqué sucede, especialmente entre los jóvenes, el efecto Alka Seltzer, el problema de fondo.
Se distraen rápidamente del objetivo de sus ilusiones políticas, pero debemos comenzar por advertir que son así en todos los aspectos de la vida. La quema de adrenalina parece exigirles nuevos estímulos a cada instante, no sin admitir la existencia de excepciones en aquellos que permanecen sobre el atractivo nuevo planteamiento. La necesidad de estímulos exteriores pasa por una concepción de la existencia misma producida seguramente por nosotros los adultos en nuestros fracasos de haberles entregado un mundo más adecuado a sus sueños.
A pesar del éxito que individualmente hayamos podido alcanzar hemos incurrido en la manía positiva de atosigarlos de deportes, de alternativas educativas de todo tipo, de necesidad de adrenalina. En los sectores más pobres de la población este requerimiento viene obviamente de otras causas pero es muy similar, como la necesidad imperiosa de producir ingresos o de asumir tempranamente responsabilidades familiares pesantes.

Lo efímero se siembra en la mentalidad de estos tiempos de intemezzo o de interregno. Hay que vivir con tal prisa y obtener las satisfacciones a tal velocidad que el condicionamiento propio de los procesos sociales parece gozar de una lentitud no atractiva. Abandonan rápidamente, se disuelven en el vaso de agua cual Alka Seltzer, duran un segundo en su consistencia. En otros casos, es también obvio, son atrapados por los viejos modelos, por las antiguas concepciones y un pragmatismo devorador y sin ideas los lleva directamente a entregarse de cuerpo y alma a lo conocido y a lo aparentemente práctico. Es el caso de los líderes del primer gran movimiento estudiantil contra el presente régimen venezolano, idos casi todos a militar en los partidos tradicionales porque "sin partido no se puede hacer carrera política". Terminaron devorados por las partidocracias en sus ilusiones de utilizar el aire de la rebelión juvenil como instrumento para ocupar cargos de elección popular.

Abandonan el desafío con rapidez o porque se distraen con la inmediatez de la vida que los reclama al benessere o a la satisfacción personal o por el convencimiento de que la ilusión era vana, que fue simplemente un espejismo y no puede ser verdad lo que los llenó momentáneamente de interés, de manera que sirvió sólo y simplemente para un momento de renacer de un autoengaño.
Son los más, sin que falten los que "reflexionan" sobre la supuesta practicidad de la vida y regresen de inmediato a lo "seguro", a lo conocido, a lo establecido donde se mantienen las generaciones anteriores.

El asunto no es, entonces, un mero problema de las encuestadoras y de sus dueños, transformados, por la ausencia de políticos verdaderos, en una suerte de profetas u oráculos que dicen lo que hay que hacer. El asunto es la invención del pegante, del fijador, del elemento que amalgame y mantenga la ilusión despertada en una verdadera fuerza del cambio que arribe a la materialización real y efectiva del futuro encarnado en las nuevas formas de pensar y ejecutar la política.
Quizás de este descubrimiento dependerá que el nuevo mundo nazca o que se prolongue el limbo del interregno y veamos a la juventud disolverse una y otra vez como un Alka Seltzer lanzado en un pequeño pozo de agua remanente de un pasado que nos frustra y envilece.*

teodulolopezm@yahoo.com
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