La Mesa de la Unidad pecó de modestia al calificar "proceso exitoso" la convocatoria a elecciones primarias efectuadas este domingo en Venezuela. En verdad, no sólo fue un hecho exitoso, sino que sobrepasó todas las expectativas que se tenían en las vísperas de esta cita electoral.
Así pudieron comprobarlo quienes acudieron a los sitios de votación y se llevaron la sorpresa de que a las 4:00 de la tarde varias filas de votantes esperaban su turno para escoger a su candidato. Así que debieron esperar pacientemente.
En una rápida visita por los centros de votación habilitados en el este de Caracas, se pudo observar que la concurrencia en horas de la mañana fue masiva, con una cierta caída en horas del mediodía, pero que repuntó espectacularmente en la tarde, a punto de que no parecía una jornada específica de la oposición, sino del conjunto de toda la sociedad. En suma, se puede decir que el fervor electoral de la oposición y, en general, de los ciudadanos se expresó ayer con una fuerza hermosa e inesperada.
Esta reafirmación de la fe democrática vale un mundo, si tomamos en cuenta el bombardeo político e ideológico al cual ha estado sometido el pueblo venezolano por parte de una camarilla militar inepta, empeñada en que se olviden los métodos democráticos y se impongan los valores enmarcados en las voces autoritarias de mandar y obedecer.
La sociedad está cansada de esta orgía de ineptitud y corrupción que ha penetrado hasta los tuétanos en la institucionalidad de la República, convirtiéndola en una suerte de haciendas particulares de militares y civiles y sus familias. Basta dar una mirada por los predios de Barinas para darse cuenta de qué manera los enriquecimientos multimillonarios están directa o indirectamente relacionados con las familias vinculadas consanguíneamente con el poder central.
Tampoco la riqueza petrolera escapa a esta especie de secuestro familiar: sólo hace falta revisar quién preside el negocio, quién las actividades culturales, quién funge de bien remunerado asesor en las cuestiones legales y cómo un cuñado hace de las suyas exprimiendo la naranja de la parentela de estos nuevos ricos bolivarianos. Y todo esto lo hacen a la luz del día, porque el descaro rojo-rojito no conoce frontera y pervierte hasta al más pendejo.
Ni qué decir de la nueva oligarquía militar que con el favor de Dios y lo dado por Miraflores hoy le falta poco para aparecer en la lista de millonarios de la famosa revista Forbes. Y la lista es larga y parece no tener fin, para desgracia de los venezolanos que siempre hemos soñado, alguna vez, con un gobierno estrictamente honesto, socialmente eficaz y civil en su composición.
Si los venezolanos de oposición salieron ayer a votar por sus candidatos para las elecciones del 26 de septiembre, es porque creen en una salida democrática y electoral. Mal haría la camarilla militar si se equivoca y cierra esa salida. Cavaría su tumba.
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES ASAMBLEA NACIONAL, UNIDAD ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
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En una rápida visita por los centros de votación habilitados en el este de Caracas, se pudo observar que la concurrencia en horas de la mañana fue masiva, con una cierta caída en horas del mediodía, pero que repuntó espectacularmente en la tarde, a punto de que no parecía una jornada específica de la oposición, sino del conjunto de toda la sociedad. En suma, se puede decir que el fervor electoral de la oposición y, en general, de los ciudadanos se expresó ayer con una fuerza hermosa e inesperada.
Esta reafirmación de la fe democrática vale un mundo, si tomamos en cuenta el bombardeo político e ideológico al cual ha estado sometido el pueblo venezolano por parte de una camarilla militar inepta, empeñada en que se olviden los métodos democráticos y se impongan los valores enmarcados en las voces autoritarias de mandar y obedecer.
La sociedad está cansada de esta orgía de ineptitud y corrupción que ha penetrado hasta los tuétanos en la institucionalidad de la República, convirtiéndola en una suerte de haciendas particulares de militares y civiles y sus familias. Basta dar una mirada por los predios de Barinas para darse cuenta de qué manera los enriquecimientos multimillonarios están directa o indirectamente relacionados con las familias vinculadas consanguíneamente con el poder central.
Tampoco la riqueza petrolera escapa a esta especie de secuestro familiar: sólo hace falta revisar quién preside el negocio, quién las actividades culturales, quién funge de bien remunerado asesor en las cuestiones legales y cómo un cuñado hace de las suyas exprimiendo la naranja de la parentela de estos nuevos ricos bolivarianos. Y todo esto lo hacen a la luz del día, porque el descaro rojo-rojito no conoce frontera y pervierte hasta al más pendejo.
Ni qué decir de la nueva oligarquía militar que con el favor de Dios y lo dado por Miraflores hoy le falta poco para aparecer en la lista de millonarios de la famosa revista Forbes. Y la lista es larga y parece no tener fin, para desgracia de los venezolanos que siempre hemos soñado, alguna vez, con un gobierno estrictamente honesto, socialmente eficaz y civil en su composición.
Si los venezolanos de oposición salieron ayer a votar por sus candidatos para las elecciones del 26 de septiembre, es porque creen en una salida democrática y electoral. Mal haría la camarilla militar si se equivoca y cierra esa salida. Cavaría su tumba.
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