La relación Cuba-Venezuela no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Al menos no recuerdo algo semejante. Un país continental, poseedor de una riqueza material y humana extraordinaria, con una población importante, le paga una fortuna a otro país, insular, mucho más pequeño en cuanto a población y territorio, empobrecido y en ruinas, para que lo invada y tome el control de áreas fundamentales de la vida nacional. La dependencia del régimen venezolano del castro-comunismo cubano está tan a la vista que nadie lo niega, ni siquiera se discute.
El gobierno comunista de Cuba tiene influencia determinante en el manejo de la educación, la salud, la orientación de la política exterior, el turismo, la destrucción del aparto productivo privado, las importaciones masivas de bienes y servicios, especialmente alimentos y materias primas para la industria y el comercio. Existen, además, convenios concretos que le permiten tener acceso a toda la data de los venezolanos. Controlan los servicios de inteligencia civiles y militares, registros y notarías, los procesos de identidad para el otorgamiento de cédulas y pasaportes. De los cerca de cien mil cubanos que están en Venezuela hay treinta mil brigadistas formados en los Comités de Defensa de la Revolución que, atrincherados en las organizaciones comunales de base, preparan y adoctrinan brigadas y patrullas criollas para enfrentar a los enemigos internos. Se trata del más rancio paramilitarismo chavista alimentado por estructuras del crimen organizado a su servicio, a cambio de total impunidad, como esta plenamente demostrado.
Pero eso no es todo. Miles de comunistas cubanos, efectivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se solapan en la milicia venezolana, especialmente en el ejército y van tomando el control de todos los componentes. Esta situación se repite en los distintos organismos de seguridad del estado venezolano. Si a todo esto agregamos la alianza, con cesión de espacios operativos y facilidades financieras, del gobierno venezolano con las FARC y el ELN, el narcotráfico y con grupos terroristas y subversivos en el continente y el resto del mundo, tenemos que llegar a terribles conclusiones. La patria ha sido vendida a un régimen comunista extranjero, miserable y fracasado pero ambicioso y fiel a sus esquemas fundamentales. Estamos gobernados por un vendepatria, por un verdadero apàtrida, sin principios ni moral, sometido sin remedio a la voluntad de quienes manejan el tablero internacional ante el que se ha doblegado. Ya no podrá devolverse. No será de extrañar la llegada de tropas regulares de Cuba para reforzar la defensa de la revolución chavista. Se desmorona por el rechazo popular a la ineficacia, a la corrupción y al comunismo. La presencia de Ramiro Valdés demuestra que el apàtrida tratará de mantenerse sobre la base de la represión y de la violencia física e institucional. La soberanía está intervenida y la integridad territorial violada.
El gobierno comunista de Cuba tiene influencia determinante en el manejo de la educación, la salud, la orientación de la política exterior, el turismo, la destrucción del aparto productivo privado, las importaciones masivas de bienes y servicios, especialmente alimentos y materias primas para la industria y el comercio. Existen, además, convenios concretos que le permiten tener acceso a toda la data de los venezolanos. Controlan los servicios de inteligencia civiles y militares, registros y notarías, los procesos de identidad para el otorgamiento de cédulas y pasaportes. De los cerca de cien mil cubanos que están en Venezuela hay treinta mil brigadistas formados en los Comités de Defensa de la Revolución que, atrincherados en las organizaciones comunales de base, preparan y adoctrinan brigadas y patrullas criollas para enfrentar a los enemigos internos. Se trata del más rancio paramilitarismo chavista alimentado por estructuras del crimen organizado a su servicio, a cambio de total impunidad, como esta plenamente demostrado.
Pero eso no es todo. Miles de comunistas cubanos, efectivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se solapan en la milicia venezolana, especialmente en el ejército y van tomando el control de todos los componentes. Esta situación se repite en los distintos organismos de seguridad del estado venezolano. Si a todo esto agregamos la alianza, con cesión de espacios operativos y facilidades financieras, del gobierno venezolano con las FARC y el ELN, el narcotráfico y con grupos terroristas y subversivos en el continente y el resto del mundo, tenemos que llegar a terribles conclusiones. La patria ha sido vendida a un régimen comunista extranjero, miserable y fracasado pero ambicioso y fiel a sus esquemas fundamentales. Estamos gobernados por un vendepatria, por un verdadero apàtrida, sin principios ni moral, sometido sin remedio a la voluntad de quienes manejan el tablero internacional ante el que se ha doblegado. Ya no podrá devolverse. No será de extrañar la llegada de tropas regulares de Cuba para reforzar la defensa de la revolución chavista. Se desmorona por el rechazo popular a la ineficacia, a la corrupción y al comunismo. La presencia de Ramiro Valdés demuestra que el apàtrida tratará de mantenerse sobre la base de la represión y de la violencia física e institucional. La soberanía está intervenida y la integridad territorial violada.
oalvarezpaz@gmail.com
Lunes, 8 de febrero de 2010
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