Golpes preventivos
Con la guerra de Irak, George W. Bush llevó al clímax la tesis de los golpes preventivos como medio para impedir futuros ataques. Nunca imaginaría que su más fiel discípulo sería Hugo Chávez, quien recurre sistemáticamente a la estrategia de los golpes preventivos contra la disidencia para colocarla a la defensiva. Es posible que una de las claves para voltear esta tortilla, ahora que el Gobierno está no sólo débil sino bastante exhausto (junto con el país, dicho sea de paso), sea la de agarrarle el truco, desmontárselo y devolvérselo.
El Truco. La argucia es conocida. Cuando la oposición se moviliza, el régimen la acusa de promover un golpe de Estado. Cuando sus principales dirigentes enfatizan su dedicación electoral, algún vocero oficial asegura que es una engañifa, porque, en realidad, andan en la conspiración. En el momento en que apoyan a los trabajadores en sus conflictos es porque maquinan una insurrección. Si se critica la imprevisión en materia de electricidad y agua potable los opositores se deslizan por el saboteo. Dentro de esta estrategia, el Gobierno ha dado pasos mayores y es atribuirle a los disidentes propósitos torvos aún antes de haber dado el primer paso. En el momento en que la oposición marcha y vienen grupos paramilitares a agredir, sin que se disperse el humo de las lacrimógenas, el Gobierno acusa de violentos a los manifestantes.
Lo significativo es que no importa nada lo que haga la oposición porque de todas maneras será acusada. Si está tranquila es porque está en un complot secreto; si se medio alebresta es porque promueve un golpe; si se moviliza intensamente es porque le prepara el terreno a las fuerzas imperiales. Haga lo que haga recibe acusaciones. Es la particular guerra preventiva de Mambrú.
Obsérvese con cuidado lo que ocurrió con el editorial de Laureano Márquez "Venezuela Sin Esteban" en Tal Cual. Lo que Laureano dijo es lo que la mayoría de los venezolanos sueña: un país sin Chávez en la Presidencia; pues nada, se opusieron, horripilados, porque el mero hecho de pensar que el caudillo salga del poder es ya, de hecho, un atentado, un golpe, un magnicidio. La reacción oficial cumple la función de reafirmar que no se puede ni siquiera filosofar sobre la eyección de Chávez de Miraflores porque es conspiración gozarse esa placentera idea.
Lo Que Logran. Sin duda, el régimen ha obtenido logros con esa política. Entre los principales está el que la oposición se ve compelida con cierta frecuencia a hacer profesión de fe democrática en los términos que le demanda el caudillo, que es sólo participar en las elecciones anuales tomadas por el ventajismo y el fraude oficiales. Los dirigentes no pueden promover huelgas ni ponerse al lado de la conflictividad social porque, de hacerlo, comprobarían hasta los extremos la tesis del régimen, según la cual andan en una conjura. En el viejo sistema político muchos de los hoy dirigentes gubernamentales no sólo participaban de lo que llaman con cierto estiramiento "la lucha social", sino que lo proclamaban como su principal tarea. Tal conducta hoy está prohibida; pero, lo que es peor, exclusión aceptada por unos cuantos que no sin razón temen ser acusados de desestabilizadores y, para evitarlo, no sólo no se vinculan a los conflictos sino que cuando éstos aparecen quieren apagarlos como los primeros bomberos, no sea que los acusen.
Los Estudiantes. El movimiento estudiantil se ha salido de la horma con sus novedosos estilos y consignas. A pesar de que algunos líderes estudiantiles han creído necesario aclarar que ellos no quieren cambiar el Gobierno, cuando aflora el movimiento el Gobierno no ha sabido qué hacer, y el golpe preventivo no ha funcionado. Esa independencia explica por qué Chávez ha concentrado sus ataques en los estudiantes; actitud que en el viejo sistema ni siquiera los más conservadores o represivos habían exhibido.
De todos modos, el Gobierno logra algo valioso: impide la unión entre el movimiento estudiantil y el movimiento político; el primero no quiere "contaminarse" de lo "viejo" y el segundo no quiere asumir una conflictividad callejera por la cual no puede responder. Ninguno de los dos quiere que los señalen de andar en mala compañía.
Parece Que No Puede. Sin embargo, parece que el motor bolivariano está fundido y su traqueteo anuncia algo parecido al desencajamiento total. La represión creciente que ha obligado a todos a cuidarse de lo que se hace, de lo que se dice y hasta de lo que se piensa, ha dejado al Gobierno sin los contrapesos críticos eficaces que permitan corregir rumbos y enderezar entuertos. Para Chávez los demás no existen; si son opositores son la nada y si son del chavismo y se atreven a insinuar una observación, son derretidos por el dedo de Zeus. Sin esos equilibrios el Gobierno se ha deslizado, solo, solito, hacia una catástrofe. El país se desintegra y no halla a quién culpar; sin agua, sin luz, con los criminales manos libres y los precios también, el hombre se hunde en la ciénaga podrida que ha alimentado.
En ese contexto ocurre un fenómeno realmente importante y es que la mayoría nacional, que incluye a opositores y chavistas descontentos, imposibilitada de expresarse con libertad en los conflictos callejeros debido a la represión policial, militar, judicial y administrativa, ve las elecciones venideras como un momento de resarcimiento. Ya que la electoral es la única acción con la cual la disidencia no es (tan) reprimida, se ha comenzado a asumir como ocasión de desquite. Por supuesto hay ventajismo, por supuesto hay intento de fraude con la caja negra electoral, por supuesto esta conducta ilegal e ilegítima se incrementará; pero el hecho electoral se ha convertido en un medio para corroer las bases de apoyo del régimen. Si hubiese unidad, muchas primarias (sin el CNE, ¡por favor!) y representatividad de los candidatos, con la denuncia sin tregua del CNE y las condiciones electorales, la derrota política de Chávez podría ocurrir antes de las elecciones porque se condensarían todas las fuerzas en un solo haz, lo cual lo obligaría a retroceder o, si repican muy duro, a patear la mesa en un contexto de debilidad.
Último Golpe Preventivo.
El refugio de Chávez en la coyuntura es afirmar que si la oposición gana una posición relevante en la AN, a pesar de las trampas y fraudes, lo intentarán defenestrar. Tal vez no sea mala idea -en vez de retroceder ante ese golpe preventivo- decirle que sí, que los diputados opositores le propondrán al chavismo el relevo constitucional del Presidente. No es mala estrategia la de deslindar la idea de golpismo, con la cual el Gobierno acusa sin tregua, del derecho democrático de querer sustituir al jefe de un gobierno abollado, sobre la base de un acuerdo nacional. Vienen por mí -asegura-. ¡Qué buena idea se te ha ocurrido, camarada!
www.tiempodepalabra.com
twitter@carlosblanco.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES ASAMBLEA NACIONAL, UNIDAD ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
Con la guerra de Irak, George W. Bush llevó al clímax la tesis de los golpes preventivos como medio para impedir futuros ataques. Nunca imaginaría que su más fiel discípulo sería Hugo Chávez, quien recurre sistemáticamente a la estrategia de los golpes preventivos contra la disidencia para colocarla a la defensiva. Es posible que una de las claves para voltear esta tortilla, ahora que el Gobierno está no sólo débil sino bastante exhausto (junto con el país, dicho sea de paso), sea la de agarrarle el truco, desmontárselo y devolvérselo.
El Truco. La argucia es conocida. Cuando la oposición se moviliza, el régimen la acusa de promover un golpe de Estado. Cuando sus principales dirigentes enfatizan su dedicación electoral, algún vocero oficial asegura que es una engañifa, porque, en realidad, andan en la conspiración. En el momento en que apoyan a los trabajadores en sus conflictos es porque maquinan una insurrección. Si se critica la imprevisión en materia de electricidad y agua potable los opositores se deslizan por el saboteo. Dentro de esta estrategia, el Gobierno ha dado pasos mayores y es atribuirle a los disidentes propósitos torvos aún antes de haber dado el primer paso. En el momento en que la oposición marcha y vienen grupos paramilitares a agredir, sin que se disperse el humo de las lacrimógenas, el Gobierno acusa de violentos a los manifestantes.
Lo significativo es que no importa nada lo que haga la oposición porque de todas maneras será acusada. Si está tranquila es porque está en un complot secreto; si se medio alebresta es porque promueve un golpe; si se moviliza intensamente es porque le prepara el terreno a las fuerzas imperiales. Haga lo que haga recibe acusaciones. Es la particular guerra preventiva de Mambrú.
Obsérvese con cuidado lo que ocurrió con el editorial de Laureano Márquez "Venezuela Sin Esteban" en Tal Cual. Lo que Laureano dijo es lo que la mayoría de los venezolanos sueña: un país sin Chávez en la Presidencia; pues nada, se opusieron, horripilados, porque el mero hecho de pensar que el caudillo salga del poder es ya, de hecho, un atentado, un golpe, un magnicidio. La reacción oficial cumple la función de reafirmar que no se puede ni siquiera filosofar sobre la eyección de Chávez de Miraflores porque es conspiración gozarse esa placentera idea.
Lo Que Logran. Sin duda, el régimen ha obtenido logros con esa política. Entre los principales está el que la oposición se ve compelida con cierta frecuencia a hacer profesión de fe democrática en los términos que le demanda el caudillo, que es sólo participar en las elecciones anuales tomadas por el ventajismo y el fraude oficiales. Los dirigentes no pueden promover huelgas ni ponerse al lado de la conflictividad social porque, de hacerlo, comprobarían hasta los extremos la tesis del régimen, según la cual andan en una conjura. En el viejo sistema político muchos de los hoy dirigentes gubernamentales no sólo participaban de lo que llaman con cierto estiramiento "la lucha social", sino que lo proclamaban como su principal tarea. Tal conducta hoy está prohibida; pero, lo que es peor, exclusión aceptada por unos cuantos que no sin razón temen ser acusados de desestabilizadores y, para evitarlo, no sólo no se vinculan a los conflictos sino que cuando éstos aparecen quieren apagarlos como los primeros bomberos, no sea que los acusen.
Los Estudiantes. El movimiento estudiantil se ha salido de la horma con sus novedosos estilos y consignas. A pesar de que algunos líderes estudiantiles han creído necesario aclarar que ellos no quieren cambiar el Gobierno, cuando aflora el movimiento el Gobierno no ha sabido qué hacer, y el golpe preventivo no ha funcionado. Esa independencia explica por qué Chávez ha concentrado sus ataques en los estudiantes; actitud que en el viejo sistema ni siquiera los más conservadores o represivos habían exhibido.
De todos modos, el Gobierno logra algo valioso: impide la unión entre el movimiento estudiantil y el movimiento político; el primero no quiere "contaminarse" de lo "viejo" y el segundo no quiere asumir una conflictividad callejera por la cual no puede responder. Ninguno de los dos quiere que los señalen de andar en mala compañía.
Parece Que No Puede. Sin embargo, parece que el motor bolivariano está fundido y su traqueteo anuncia algo parecido al desencajamiento total. La represión creciente que ha obligado a todos a cuidarse de lo que se hace, de lo que se dice y hasta de lo que se piensa, ha dejado al Gobierno sin los contrapesos críticos eficaces que permitan corregir rumbos y enderezar entuertos. Para Chávez los demás no existen; si son opositores son la nada y si son del chavismo y se atreven a insinuar una observación, son derretidos por el dedo de Zeus. Sin esos equilibrios el Gobierno se ha deslizado, solo, solito, hacia una catástrofe. El país se desintegra y no halla a quién culpar; sin agua, sin luz, con los criminales manos libres y los precios también, el hombre se hunde en la ciénaga podrida que ha alimentado.
En ese contexto ocurre un fenómeno realmente importante y es que la mayoría nacional, que incluye a opositores y chavistas descontentos, imposibilitada de expresarse con libertad en los conflictos callejeros debido a la represión policial, militar, judicial y administrativa, ve las elecciones venideras como un momento de resarcimiento. Ya que la electoral es la única acción con la cual la disidencia no es (tan) reprimida, se ha comenzado a asumir como ocasión de desquite. Por supuesto hay ventajismo, por supuesto hay intento de fraude con la caja negra electoral, por supuesto esta conducta ilegal e ilegítima se incrementará; pero el hecho electoral se ha convertido en un medio para corroer las bases de apoyo del régimen. Si hubiese unidad, muchas primarias (sin el CNE, ¡por favor!) y representatividad de los candidatos, con la denuncia sin tregua del CNE y las condiciones electorales, la derrota política de Chávez podría ocurrir antes de las elecciones porque se condensarían todas las fuerzas en un solo haz, lo cual lo obligaría a retroceder o, si repican muy duro, a patear la mesa en un contexto de debilidad.
Último Golpe Preventivo.
El refugio de Chávez en la coyuntura es afirmar que si la oposición gana una posición relevante en la AN, a pesar de las trampas y fraudes, lo intentarán defenestrar. Tal vez no sea mala idea -en vez de retroceder ante ese golpe preventivo- decirle que sí, que los diputados opositores le propondrán al chavismo el relevo constitucional del Presidente. No es mala estrategia la de deslindar la idea de golpismo, con la cual el Gobierno acusa sin tregua, del derecho democrático de querer sustituir al jefe de un gobierno abollado, sobre la base de un acuerdo nacional. Vienen por mí -asegura-. ¡Qué buena idea se te ha ocurrido, camarada!
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