La compra de alimentos, medicinas, repuestos y los productos de uso familiar se ha convertido, poco a poco, en una dura tarea diaria. Además de los precios altos, es reconocible el desabastecimiento y los estragos de la especulación. La inflación se come el salario.
Un ejemplo es como Chávez arraso con la producción agrícola y en consecuencia con la agroindustria, es decir con toda la cadena productiva sectorial, con el pequeño cloister existente. Al mismo tiempo intento sustituir la producción nacional con importaciones subsidiadas. Resucito Corpomercadeo y lo bautizo Mercal, lo viejo se aggiorna con el cambio de nombre. Prontamente los próceres bolivaristas inventaron los fernandezbarruecos.
Si la demanda supera la oferta los precios se disparan. La producción nacional y las importaciones suplían la demanda nacional, había un equilibrio más o menos estable hasta que Chávez decidió seguir la ideología de Carlos "El Chacal". Para ello era necesario controlar la producción y la distribución. Tomemos como ejemplo otra vez al agro. Buchipluma dueño de la tierra, la semilla, los fertilizantes, los agroquímicos, la maquinaria, la refrigeración, la cosecha, el transporte, la distribución y el expendio podía decretar los precios y en consecuencia acabar con la oligarquía rural. La guinda de la jugada era que el déficit - si lo hubiese - seria importado de Argentina Uruguay, Brasil y de los hermanos del ALBA. Al final no hay ni azúcar, solo centrales parados. La agroindustria chavista es un estomago, solo produce subproductos y desperdicios, jaua-saman-oropeza. Las importaciones se infestan, infectan y contaminan en los almacenes de puertos y aeropuertos, traspasados a una empresa paraestatal para restringir y controlar el comercio externo.
Chávez ha destruido la economía privada nacional, sus tres grandes sectores, son un cementerio de santamarías bajadas. La industria, el comercio y los servicios, por la multiplicidad de restricciones formales e informales operan con lentitud. La consecuencia inmediata es perdida a granel de empleo cualitativo, aumento del desempleo y de la economía informal. En Venezuela nadie invierte, ni nacionales ni extranjeros, porque no hay seguridad jurídica, que es la mejor política económica en un mundo plano y globalizado.
La guerra contra el sector privado nacional - que necesariamente sufrirán los consumidores - tiene dos frentes. El nacional se inicio con la imposición de barreras a la importación incumpliendo los compromisos contraídos por el Estado venezolano en Acuerdos, Convenios y Tratados internacionales. Además de las restricciones establecidas en el Régimen Legal del Arancel de Aduana, se establecieron otras por los caminos verdes de la discrecionalidad administrativa, que con el correr del tiempo se convirtieron en prohibiciones para todos aquellos que no tenían conexiones políticas de alto nivel o no se bajaban de la mula.
Más restrictivo que los Registros y Certificados que constituyen el régimen multipolar reglado de cumplimiento de standeres mínimos, se impuso un régimen de “Permisos” administrado con criterio político. Por aquí comenzó el desabastecimiento, primero de materias primas, productos intermedios maquinas, partes y piezas para la industria y después de productos terminados para el consumo. Como si esto fuera poco se implanto el régimen de control de cambios con el fin, no de resolver una crisis de balanza de pagos que no la había, sino de someter al sector privado de la economía a los designios de Buchipluma. Fue un te montas o te encaramas, que ha dejado más de seis mil empresas industriales cerradas.
El control de cambio, como todas las iniciativas de este régimen - caracterizadas por la impronta de la ignorancia e incompetencia - que ha debido servir de marco a la implementación de un mecanismo de licencias automáticas y no automáticas en el ámbito de las políticas comercial y arancelaria, se convirtió en un monstruo pesado y torpe que legitimo un mercado paralelo, para tratar de controlar el dólar negro, cuya existencia se niegan a reconocer, pero en el cual PDVSA es el operador más importante.
La discrecionalidad de Cadivi ha sido proverbial, ante una inexistente política cambiaria, la administración actúa por ensayo y error. Sin planificación, objetivos y jerarquías claras y con total desconocimiento del papel de las importaciones en la economía nacional y la incidencia del sector externo en el abastecimiento, funciona como una macro restricción para controlar los importadores y no las importaciones, impulsando el proceso de desaceleración de la economía.
Cadivi, al igual que Recadi y la Otac, fracasara, por las mismas causas por las cuales aquellas fracasaron y por la corrupción, acendrada en el tuétano de cualquier discrecionalidad. En este país el único control de cambio que cumplió los fines para el que fue concebido – dentro una política de estado para el control de una crisis económica pasajera - fue el implementado por el gobierno de Rómulo Betancourt, para el cual no se creó parapeto alguno y fue dirigido y controlado por el Banco Central e implementado por la Dirección de Aduanas del Ministerio de Hacienda.
A lo señalado es necesario añadirle dos restricciones mas; una los "Registros" obligatorios, establecidos sin competencia legal, para la importación y actividades conexas a la logística, el almacenamiento y el transporte interno, innecesarias e ilegales ambas, toda vez que en general violan los principios establecidos en La Ley de Simplificación de Trámites Administrativos y en otras leyes especiales. La segunda es la obligatoriedad de solicitar el "Certificado de no producción o producción insuficiente", que tras la impunidad que otorga la falta de transparencia del procedimiento de marras y lo lento del mecanismo es a todas luces innecesario, porque al Minpopo que tiene la competencia , de acuerdo a la mencionada ley , debía, por ser su competencia, darle simple instrucciones a su colega militar de Cadivi, a cuales mercancías - no a que códigos arancelarios - se les debían otorgar divisas preferenciales, sin necesidad que el importador tenga que pasar por ese viacrucis innecesario.
El otro frente de guerra es el internacional, desmantelados los lineamientos de políticas publicas relativas a los sectores productivos y a la inserción del país en el comercio internacional, se procedió a denunciar los acuerdos de integración. Se tiro a la basura el hecho que la CAN era el más avanzado esquema al sur del Rio Grande y el eje ideal para recoger la herencia de Aladi y servir de bisagra para construir conjuntamente con Mercosur - en base a la complementariedad - , una unión aduanera primero y después un mercado común suramericano, lo cual permitiría negociar en mejores condiciones tratados de libre comercio con la EU, la APEC y cualquier acuerdo del "Spaguetti Bowl".
Chávez sin medir costos y beneficios abandono el Grupo de los Tres, se salió de la CAN y tiene años tratando de ingresar al Mercosur, donde temen que por su carácter e histrionismo, además de sus manifiestas intenciones de politizar ideológicamente el tratado, contribuya a incentivar los desencuentros argentino-brasileños, y a no resolver los reclamos tradicionales de trato discriminatorio de Uruguay y Paraguay.
Así las cosas, por empirismo Venezuela ha distorsionado su comercio subregional y regional, solo quedan vigentes Acuerdos de Complementación Económica, entre ellos el más importante es el ACE 59 suscrito entre la CAN y MERCOSUR. La consecuencia es clara si pagas derechos de importación los precios de venta en el mercado nacional son mayores.
El país ha perdido un cumulo de liberaciones arancelarias a las exportaciones que van a significar pérdida de mercados, Aunado a la disminución de las actividades manufactureras se han impuestos incentivos negativos y restricciones a la exportación. Cadivi, los registros de exportadores, los requisitos de abastecimiento interno, los decomisos en frontera, las guías de transporte, la ocupación e intervención de industrias, la discrecionalidad del otorgamiento de las autorizaciones de los regímenes económicos y especiales, y en general la ausencia de incentivos eficaces marcan el rumbo de la improvisación hecha gobierno, que estima que es más importante cobrar impuestos que producir divisas.
Chávez ha intentado dos guerras comerciales, con el pretexto de la suscripción de TLC's con EE.UU. No lo hizo contra Chile que con anterioridad había negociado con ese país un acuerdo del mismo tenor. La primera fue con Colombia, hace una década, cuando desconociendo acuerdos sobre el trato nacional y no discriminación suscritos en la OMC, la CAN y ALADI, impuso a rajatablas el transbordo de mercancías originarias y procedentes de ese país, que ha escalado según sus intereses de política domestica, hasta la intervención del comercio y el intercambio mediante el cierre de las fronteras.
La segunda con México después de la salida de Venezuela del G-3, administrativamente se intento desaplicar las liberaciones arancelarias otorgadas en la Preferencia Arancelaria Regional. Fue un intento fallido, la diplomacia comercial mexicana hizo su trabajo. No obstante en ambas situaciones los únicos perdedores fueron los consumidores y la economía nacionales, dada las distorsiones que causa la desviación del comercio.
Después de 1994 la Aduana, como institución cambio sus paradigmas ante la imposibilidad real de ver, examinar y contar las mercancías y medios de transporte. Facilitación y control selectivo, declaraciones electrónica, inspección no intrusiva, fueron entre otras las metas que propuso Kioto Revisado mediante la promulgación de instrumentos legales que facilitaran el comercio con el menor costos para los agentes económicos y el estado. El camino fue la reforma aduanera. Los conceptos de la buena fe , transparencia y control posterior marcaron el camino de esa modernidad.
Un ejemplo es como Chávez arraso con la producción agrícola y en consecuencia con la agroindustria, es decir con toda la cadena productiva sectorial, con el pequeño cloister existente. Al mismo tiempo intento sustituir la producción nacional con importaciones subsidiadas. Resucito Corpomercadeo y lo bautizo Mercal, lo viejo se aggiorna con el cambio de nombre. Prontamente los próceres bolivaristas inventaron los fernandezbarruecos.
Si la demanda supera la oferta los precios se disparan. La producción nacional y las importaciones suplían la demanda nacional, había un equilibrio más o menos estable hasta que Chávez decidió seguir la ideología de Carlos "El Chacal". Para ello era necesario controlar la producción y la distribución. Tomemos como ejemplo otra vez al agro. Buchipluma dueño de la tierra, la semilla, los fertilizantes, los agroquímicos, la maquinaria, la refrigeración, la cosecha, el transporte, la distribución y el expendio podía decretar los precios y en consecuencia acabar con la oligarquía rural. La guinda de la jugada era que el déficit - si lo hubiese - seria importado de Argentina Uruguay, Brasil y de los hermanos del ALBA. Al final no hay ni azúcar, solo centrales parados. La agroindustria chavista es un estomago, solo produce subproductos y desperdicios, jaua-saman-oropeza. Las importaciones se infestan, infectan y contaminan en los almacenes de puertos y aeropuertos, traspasados a una empresa paraestatal para restringir y controlar el comercio externo.
Chávez ha destruido la economía privada nacional, sus tres grandes sectores, son un cementerio de santamarías bajadas. La industria, el comercio y los servicios, por la multiplicidad de restricciones formales e informales operan con lentitud. La consecuencia inmediata es perdida a granel de empleo cualitativo, aumento del desempleo y de la economía informal. En Venezuela nadie invierte, ni nacionales ni extranjeros, porque no hay seguridad jurídica, que es la mejor política económica en un mundo plano y globalizado.
La guerra contra el sector privado nacional - que necesariamente sufrirán los consumidores - tiene dos frentes. El nacional se inicio con la imposición de barreras a la importación incumpliendo los compromisos contraídos por el Estado venezolano en Acuerdos, Convenios y Tratados internacionales. Además de las restricciones establecidas en el Régimen Legal del Arancel de Aduana, se establecieron otras por los caminos verdes de la discrecionalidad administrativa, que con el correr del tiempo se convirtieron en prohibiciones para todos aquellos que no tenían conexiones políticas de alto nivel o no se bajaban de la mula.
Más restrictivo que los Registros y Certificados que constituyen el régimen multipolar reglado de cumplimiento de standeres mínimos, se impuso un régimen de “Permisos” administrado con criterio político. Por aquí comenzó el desabastecimiento, primero de materias primas, productos intermedios maquinas, partes y piezas para la industria y después de productos terminados para el consumo. Como si esto fuera poco se implanto el régimen de control de cambios con el fin, no de resolver una crisis de balanza de pagos que no la había, sino de someter al sector privado de la economía a los designios de Buchipluma. Fue un te montas o te encaramas, que ha dejado más de seis mil empresas industriales cerradas.
El control de cambio, como todas las iniciativas de este régimen - caracterizadas por la impronta de la ignorancia e incompetencia - que ha debido servir de marco a la implementación de un mecanismo de licencias automáticas y no automáticas en el ámbito de las políticas comercial y arancelaria, se convirtió en un monstruo pesado y torpe que legitimo un mercado paralelo, para tratar de controlar el dólar negro, cuya existencia se niegan a reconocer, pero en el cual PDVSA es el operador más importante.
La discrecionalidad de Cadivi ha sido proverbial, ante una inexistente política cambiaria, la administración actúa por ensayo y error. Sin planificación, objetivos y jerarquías claras y con total desconocimiento del papel de las importaciones en la economía nacional y la incidencia del sector externo en el abastecimiento, funciona como una macro restricción para controlar los importadores y no las importaciones, impulsando el proceso de desaceleración de la economía.
Cadivi, al igual que Recadi y la Otac, fracasara, por las mismas causas por las cuales aquellas fracasaron y por la corrupción, acendrada en el tuétano de cualquier discrecionalidad. En este país el único control de cambio que cumplió los fines para el que fue concebido – dentro una política de estado para el control de una crisis económica pasajera - fue el implementado por el gobierno de Rómulo Betancourt, para el cual no se creó parapeto alguno y fue dirigido y controlado por el Banco Central e implementado por la Dirección de Aduanas del Ministerio de Hacienda.
A lo señalado es necesario añadirle dos restricciones mas; una los "Registros" obligatorios, establecidos sin competencia legal, para la importación y actividades conexas a la logística, el almacenamiento y el transporte interno, innecesarias e ilegales ambas, toda vez que en general violan los principios establecidos en La Ley de Simplificación de Trámites Administrativos y en otras leyes especiales. La segunda es la obligatoriedad de solicitar el "Certificado de no producción o producción insuficiente", que tras la impunidad que otorga la falta de transparencia del procedimiento de marras y lo lento del mecanismo es a todas luces innecesario, porque al Minpopo que tiene la competencia , de acuerdo a la mencionada ley , debía, por ser su competencia, darle simple instrucciones a su colega militar de Cadivi, a cuales mercancías - no a que códigos arancelarios - se les debían otorgar divisas preferenciales, sin necesidad que el importador tenga que pasar por ese viacrucis innecesario.
El otro frente de guerra es el internacional, desmantelados los lineamientos de políticas publicas relativas a los sectores productivos y a la inserción del país en el comercio internacional, se procedió a denunciar los acuerdos de integración. Se tiro a la basura el hecho que la CAN era el más avanzado esquema al sur del Rio Grande y el eje ideal para recoger la herencia de Aladi y servir de bisagra para construir conjuntamente con Mercosur - en base a la complementariedad - , una unión aduanera primero y después un mercado común suramericano, lo cual permitiría negociar en mejores condiciones tratados de libre comercio con la EU, la APEC y cualquier acuerdo del "Spaguetti Bowl".
Chávez sin medir costos y beneficios abandono el Grupo de los Tres, se salió de la CAN y tiene años tratando de ingresar al Mercosur, donde temen que por su carácter e histrionismo, además de sus manifiestas intenciones de politizar ideológicamente el tratado, contribuya a incentivar los desencuentros argentino-brasileños, y a no resolver los reclamos tradicionales de trato discriminatorio de Uruguay y Paraguay.
Así las cosas, por empirismo Venezuela ha distorsionado su comercio subregional y regional, solo quedan vigentes Acuerdos de Complementación Económica, entre ellos el más importante es el ACE 59 suscrito entre la CAN y MERCOSUR. La consecuencia es clara si pagas derechos de importación los precios de venta en el mercado nacional son mayores.
El país ha perdido un cumulo de liberaciones arancelarias a las exportaciones que van a significar pérdida de mercados, Aunado a la disminución de las actividades manufactureras se han impuestos incentivos negativos y restricciones a la exportación. Cadivi, los registros de exportadores, los requisitos de abastecimiento interno, los decomisos en frontera, las guías de transporte, la ocupación e intervención de industrias, la discrecionalidad del otorgamiento de las autorizaciones de los regímenes económicos y especiales, y en general la ausencia de incentivos eficaces marcan el rumbo de la improvisación hecha gobierno, que estima que es más importante cobrar impuestos que producir divisas.
Chávez ha intentado dos guerras comerciales, con el pretexto de la suscripción de TLC's con EE.UU. No lo hizo contra Chile que con anterioridad había negociado con ese país un acuerdo del mismo tenor. La primera fue con Colombia, hace una década, cuando desconociendo acuerdos sobre el trato nacional y no discriminación suscritos en la OMC, la CAN y ALADI, impuso a rajatablas el transbordo de mercancías originarias y procedentes de ese país, que ha escalado según sus intereses de política domestica, hasta la intervención del comercio y el intercambio mediante el cierre de las fronteras.
La segunda con México después de la salida de Venezuela del G-3, administrativamente se intento desaplicar las liberaciones arancelarias otorgadas en la Preferencia Arancelaria Regional. Fue un intento fallido, la diplomacia comercial mexicana hizo su trabajo. No obstante en ambas situaciones los únicos perdedores fueron los consumidores y la economía nacionales, dada las distorsiones que causa la desviación del comercio.
Después de 1994 la Aduana, como institución cambio sus paradigmas ante la imposibilidad real de ver, examinar y contar las mercancías y medios de transporte. Facilitación y control selectivo, declaraciones electrónica, inspección no intrusiva, fueron entre otras las metas que propuso Kioto Revisado mediante la promulgación de instrumentos legales que facilitaran el comercio con el menor costos para los agentes económicos y el estado. El camino fue la reforma aduanera. Los conceptos de la buena fe , transparencia y control posterior marcaron el camino de esa modernidad.
La gran excepción de este proceso mundial es Venezuela. La aduana es la segunda mayor restricción al comercio legitimo. Tanto el nivel normativo, como el operativo actúan al margen de la normativa legal vigente, los reparos, comisos, ajustes, remates, inspecciones, fiscalizaciones y cierres impiden el derecho a la defensa oportuna.. Los altos costos de estas arbitrariedades se trasladan a los precios.
El infierno está en los detalles predica el dicho popular, es el campo minado de la permiseria que tiene que salvar el venezolano para tramitar cualquier solicitud. Es kafkiana, como acertadamente lo señalo Emilio Nouel en su artículo de la semana pasada. El futuro previsible es de escasez y altos precios, de mayor inflación, de especulación, de desempleo y sub empleo, tenemos varios años de ineficiente ajuste neoliberal chavista, el gran planificador suena con Ferraris y los huecos revolucionarios lo devuelven al infierno rojo que sus compatriotas han construido. Lo que viene es golpe tuyero, con arpa de bordones de tripa. Vivan los patriotas revolucionarios Idi Amin y Mugabe. Viva la Quinta Internacional.
Freddy Rios Rios
friosrios@gmail.com
ENVIADO A NUESTROS CORREOS RECOMENDANDO PUBLICACION
ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
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