En el 2002 los demócratas contábamos con 86 diputados, apenas siete menos que los camisas rojas, y sin embargo a los nuestros los tuvieron pintados en la pared. Para las parlamentarias del 4 de diciembre de 2005 predicamos y practicamos la abstención como mecanismo de protesta por las inmorales manipulaciones del CNE; además, porque en ese momento los partidos estaban tan de capa caída que sus dirigentes estimaban que en el mejor de los casos podían sacar un máximo de quince diputados. Lamentablemente, no supimos capitalizar esa abstención y quedamos más huérfanos que antes. Para el inconstitucional referendo del 2 de diciembre de 2007, inicialmente predicamos la abstención porque nadie debe someter a consideración de terceros derechos adquiridos; sin embargo, aceptamos la recomendación política de votar y se logró el triunfo porque el chavismo y los ni-ni se abstuvieron en alta proporción como rechazo al paquete propuesto de 69 reformas a la Constitución.
El 23 de noviembre de 2008 obtuvimos un gran éxito y, a pesar de las trampas y del ventajismo oficial, ganamos en donde hubo activismo político, contacto con la gente, presentamos buenos candidatos unitarios y tuvimos testigos en las Mesas. No fue que el comandante nos dejó ganar algunos espacios para guardar apariencias. Su mentalidad totalitaria no admite ceder nada y mucho menos que Ledezma, Pablo Pérez, Pérez Vivas, Capriles, Morel y Salas le ganaran a sus protegidos. El 15 de febrero de 2009 perdimos porque la mayoría prefirió no cerrarle la oportunidad al teniente coronel de volver a postularse, ante la no visualización de un candidato opositor con credibilidad y que ofreciera algo mejor.
Aunque será difícil, en las próximas parlamentarias tenemos la posibilidad de lograr la mayoría en la Asamblea. De nada nos serviría ganar el 49% de las curules. Requerimos obtener por lo menos el 51%, caso contrario seguiremos hacia el barranco. Para obtener este porcentaje, los partidos tienen que entender lo siguiente: 1- Que solo tienen un 12% de seguidores y no engañarse con la votación que obtuvieron el 23N. 2- Que para lograr aceptación deben dar señales de desprendimiento, incorporando a independientes en la Mesa Unitaria que toma las decisiones políticas.3- Acordar de inmediato el método de selección de candidatos; puede haber una preselección con aspirantes de partidos y de independientes, mediante un baremo; la decisión final será en unos casos mediante primarias y en otros por encuestas o acuerdos. 4- Una vez lograda la unidad de las candidaturas, decidir ir con tarjeta única, para que quienes hasta hace poco estuvieron cercanos al oficialismo o rechazan a los partidos tengan una opción “neutral”.
Desde luego que el punto más difícil de acordar es el de las candidaturas. Al respecto es necesario tomar en cuenta que es imprescindible alimentarse de los votos ni-ni y de los abstencionistas. Por ello hay que incluir un número importante de candidatos que no se perciban como representantes del pasado; quienes hayan sido diputados por dos períodos o más no deben sumar más de un tercio de los candidatos; deben excluirse a quienes incurrieron en elevado ausentismo a las sesiones y a los que sabotearon la unidad el 23 N. Los partidos tienen una brillante oportunidad de recuperarse incorporando candidatos jóvenes, bien preparados y con sensibilidad social. Hoy los partidos, sea que se autoconsideren grandes o pequeños, tienen pocos seguidores pero en sus filas hay gente valiosa que debe aprovecharse. Si se logra presentarle al país buenos candidatos con mensaje adecuado y dejamos la campaña abstencionista tendríamos la posibilidad de triunfar, aún en las condiciones adversas en las que nos colocó el CNE. Otras opciones para lograr el cambio son también posibles, pero quizá menos probables.
eddiearamirez@hotmail.com
El 23 de noviembre de 2008 obtuvimos un gran éxito y, a pesar de las trampas y del ventajismo oficial, ganamos en donde hubo activismo político, contacto con la gente, presentamos buenos candidatos unitarios y tuvimos testigos en las Mesas. No fue que el comandante nos dejó ganar algunos espacios para guardar apariencias. Su mentalidad totalitaria no admite ceder nada y mucho menos que Ledezma, Pablo Pérez, Pérez Vivas, Capriles, Morel y Salas le ganaran a sus protegidos. El 15 de febrero de 2009 perdimos porque la mayoría prefirió no cerrarle la oportunidad al teniente coronel de volver a postularse, ante la no visualización de un candidato opositor con credibilidad y que ofreciera algo mejor.
Aunque será difícil, en las próximas parlamentarias tenemos la posibilidad de lograr la mayoría en la Asamblea. De nada nos serviría ganar el 49% de las curules. Requerimos obtener por lo menos el 51%, caso contrario seguiremos hacia el barranco. Para obtener este porcentaje, los partidos tienen que entender lo siguiente: 1- Que solo tienen un 12% de seguidores y no engañarse con la votación que obtuvieron el 23N. 2- Que para lograr aceptación deben dar señales de desprendimiento, incorporando a independientes en la Mesa Unitaria que toma las decisiones políticas.3- Acordar de inmediato el método de selección de candidatos; puede haber una preselección con aspirantes de partidos y de independientes, mediante un baremo; la decisión final será en unos casos mediante primarias y en otros por encuestas o acuerdos. 4- Una vez lograda la unidad de las candidaturas, decidir ir con tarjeta única, para que quienes hasta hace poco estuvieron cercanos al oficialismo o rechazan a los partidos tengan una opción “neutral”.
Desde luego que el punto más difícil de acordar es el de las candidaturas. Al respecto es necesario tomar en cuenta que es imprescindible alimentarse de los votos ni-ni y de los abstencionistas. Por ello hay que incluir un número importante de candidatos que no se perciban como representantes del pasado; quienes hayan sido diputados por dos períodos o más no deben sumar más de un tercio de los candidatos; deben excluirse a quienes incurrieron en elevado ausentismo a las sesiones y a los que sabotearon la unidad el 23 N. Los partidos tienen una brillante oportunidad de recuperarse incorporando candidatos jóvenes, bien preparados y con sensibilidad social. Hoy los partidos, sea que se autoconsideren grandes o pequeños, tienen pocos seguidores pero en sus filas hay gente valiosa que debe aprovecharse. Si se logra presentarle al país buenos candidatos con mensaje adecuado y dejamos la campaña abstencionista tendríamos la posibilidad de triunfar, aún en las condiciones adversas en las que nos colocó el CNE. Otras opciones para lograr el cambio son también posibles, pero quizá menos probables.
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