La dictadura dirigida por el General Marcos Pérez Jiménez, representó para los dirigentes de los partidos políticos, una etapa histórica de grandes confrontaciones y riesgos, donde el coraje y arrojo de éstos hombres eran puestos a prueba en cada minuto en escenarios donde la vida dependía en muchas ocasiones de la suerte, ya que el régimen consideraba solo la vida de quienes eran sus lacayos.
Hoy, cincuenta y un año después de aquel hermoso amanecer, quienes no tuvimos la dicha de vivir aquella jornada libertaria, debemos hacer un balance desprejuiciado de los acontecimientos, sin pretender calificar todo el proceso dictatorial en forma injusta; pues muchos venezolanos de a pie consideran las grandes obras de infraestructuras, así como la seguridad personal logros de carácter social innegables.
Con la caída de esa dictadura se iniciaba un proceso inédito en el país, comenzaron a emerger liderazgos de toda índole en el seno de la sociedad y en particular en el sector civil, donde el protagonismo estaba representado por dirigentes de los gremios: sindicales, empresariales, vecinales, campesinos entre otros que, en el devenir del tiempo se fueron desdibujando por la excesiva intromisión de las instituciones del Estado y de los partidos políticos; quienes vieron en estas manifestaciones organizativas un contra peso a sus pretensiones hegemónicas y por tanto un peligro a sus intereses grupales.
Este 23 de Enero, a un año más de la caída del militarismo de viejo cuño, los retos de la sociedad ante el nuevo militarismo deben ser más audaces que en el pasado, debido a razones estructurales distintas, y a la deficiencia de liderazgos políticos y sociales comprometidos con sus comunidades; Las actuales circunstancias obligan a todos los sectores de la sociedad a enfrentar de forma homogénea y sin distingo los retos actuales, en el entendido de que las pretensiones del autócrata son gobernar a la nación hasta los últimos días de su vida, sin impórtale los parámetros legales Nacionales o Internacionales, por cuanto él se considera la reencarnación de ese caudillismo dictatorial dejado atrás aquel 23 de Enero del año 58.
La sociedad se viene planteando desde mucho antes que el sable y el fusil intentaran, el golpe de estado contra el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez, salir de la asfixiante situación a la que estaban sometido por la exagerada injerencia de los partidos políticos, en materias exclusivas de los ciudadanos; Es por ello el apoyo recibido por sectores sociales, políticos y económicos, ha quien sin el mas mínimo respeto por los derechos humanos, se convertiría en el icono de los descontentos, quienes sin razonar sobre las consecuencias futuras creyeron que destruyendo los partidos, lograrían vengarse de una dirigencia atrofiada y desubicada del momento histórico.
Algunos pensaron hacerse del poder a través de este militar frustrado e ignorante en la conducción del Estado, como muchos lo calificaban, y les resulto ser más peligroso de lo esperado cuando comenzó a trazar alianzas con Cuba y otros naciones del orbe comunista, así como a apoderarse de las instituciones del estado y aplicar medidas restrictivas a las libertades democráticas.
Daniel Rivero
Coordinador General
Presencia Vecinal
Hoy, cincuenta y un año después de aquel hermoso amanecer, quienes no tuvimos la dicha de vivir aquella jornada libertaria, debemos hacer un balance desprejuiciado de los acontecimientos, sin pretender calificar todo el proceso dictatorial en forma injusta; pues muchos venezolanos de a pie consideran las grandes obras de infraestructuras, así como la seguridad personal logros de carácter social innegables.
Con la caída de esa dictadura se iniciaba un proceso inédito en el país, comenzaron a emerger liderazgos de toda índole en el seno de la sociedad y en particular en el sector civil, donde el protagonismo estaba representado por dirigentes de los gremios: sindicales, empresariales, vecinales, campesinos entre otros que, en el devenir del tiempo se fueron desdibujando por la excesiva intromisión de las instituciones del Estado y de los partidos políticos; quienes vieron en estas manifestaciones organizativas un contra peso a sus pretensiones hegemónicas y por tanto un peligro a sus intereses grupales.
Este 23 de Enero, a un año más de la caída del militarismo de viejo cuño, los retos de la sociedad ante el nuevo militarismo deben ser más audaces que en el pasado, debido a razones estructurales distintas, y a la deficiencia de liderazgos políticos y sociales comprometidos con sus comunidades; Las actuales circunstancias obligan a todos los sectores de la sociedad a enfrentar de forma homogénea y sin distingo los retos actuales, en el entendido de que las pretensiones del autócrata son gobernar a la nación hasta los últimos días de su vida, sin impórtale los parámetros legales Nacionales o Internacionales, por cuanto él se considera la reencarnación de ese caudillismo dictatorial dejado atrás aquel 23 de Enero del año 58.
La sociedad se viene planteando desde mucho antes que el sable y el fusil intentaran, el golpe de estado contra el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez, salir de la asfixiante situación a la que estaban sometido por la exagerada injerencia de los partidos políticos, en materias exclusivas de los ciudadanos; Es por ello el apoyo recibido por sectores sociales, políticos y económicos, ha quien sin el mas mínimo respeto por los derechos humanos, se convertiría en el icono de los descontentos, quienes sin razonar sobre las consecuencias futuras creyeron que destruyendo los partidos, lograrían vengarse de una dirigencia atrofiada y desubicada del momento histórico.
Algunos pensaron hacerse del poder a través de este militar frustrado e ignorante en la conducción del Estado, como muchos lo calificaban, y les resulto ser más peligroso de lo esperado cuando comenzó a trazar alianzas con Cuba y otros naciones del orbe comunista, así como a apoderarse de las instituciones del estado y aplicar medidas restrictivas a las libertades democráticas.
Daniel Rivero
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