* ORLANDO OCHOA ESCRIBE PARA ASERNE: “EVALUACIÓN DE DAÑOS”
El discurso revolucionario de Hugo Chávez ha sido sometido a la prueba del tiempo y pronto cumplirá 10 años. Hubo tiempo suficiente para errar y rectificar, tener un buen equipo de gobierno, eludir caminos del pasado. Sin embargo, no ha sido así. El Presidente y su recién creado partido, PSUV, tienen la inconfundible aspiración de grupos políticos extremistas de desconocer la voluntad popular, obviar el rechazo a la reforma constitucional y su contenido ideológico marxista del pasado 2 de diciembre. Al igual que en la mediocre política antiinflacionaria, las desvergonzadas prácticas del Ministerio de Finanzas para colocar bonos, el despilfarro de dineros públicos en PDVSA y CVG, banca pública y en los esquemas de propiedad colectiva, no hay rastros de reflexión política sincera o de uso de las llamadas salas situacionales para evaluar los daños que la corrupción e incompetencia le causan al país.
Lo que ha cambiado en estos años es el precio del petróleo venezolano, el cual se ha elevado sostenidamente desde 16,32 en 1999 a 90 dólares por barril en el primer trimestre de 2008. El gasto social ha aumentado, lo cual es positivo, aunque es difícil evaluar su efectividad para acabar con la pobreza en medio de creciente inflación, violencia vinculada al crimen organizado y distorsiones económicas. Los grandes problemas del país siguen ahí: La dependencia económica del petróleo, la falta de empleos estables bien remunerados, educación pública de baja calidad, instituciones débiles y propensas a corrupción que estimulan las actividades lucrativas no-productivas e intermediación con funcionarios públicos, sin crear riqueza y sin participar en mercados internacionales competitivos que exigen productividad e innovación. La pobreza no se puede reducir en este ambiente de rentismo y malas políticas.
El PSUV es el último invento del chavismo y los estímulos que envía el Presidente a la nueva organización no son para el trabajo por la gente y la exploración de nuevas ideas políticas y económicas para hacer avanzar a Venezuela. El mensaje del presidente Chávez destaca solamente la lealtad como único valor intrínseco en la estructura partidista y los modelos a seguir que recomendó fueron los de José Vicente Rangel y Diosdado Cabello. A Venezuela le saldrá caro recuperarse de este capitulo de su historia pero esperemos que la lección sea duradera.
El discurso revolucionario de Hugo Chávez ha sido sometido a la prueba del tiempo y pronto cumplirá 10 años. Hubo tiempo suficiente para errar y rectificar, tener un buen equipo de gobierno, eludir caminos del pasado. Sin embargo, no ha sido así. El Presidente y su recién creado partido, PSUV, tienen la inconfundible aspiración de grupos políticos extremistas de desconocer la voluntad popular, obviar el rechazo a la reforma constitucional y su contenido ideológico marxista del pasado 2 de diciembre. Al igual que en la mediocre política antiinflacionaria, las desvergonzadas prácticas del Ministerio de Finanzas para colocar bonos, el despilfarro de dineros públicos en PDVSA y CVG, banca pública y en los esquemas de propiedad colectiva, no hay rastros de reflexión política sincera o de uso de las llamadas salas situacionales para evaluar los daños que la corrupción e incompetencia le causan al país.
Lo que ha cambiado en estos años es el precio del petróleo venezolano, el cual se ha elevado sostenidamente desde 16,32 en 1999 a 90 dólares por barril en el primer trimestre de 2008. El gasto social ha aumentado, lo cual es positivo, aunque es difícil evaluar su efectividad para acabar con la pobreza en medio de creciente inflación, violencia vinculada al crimen organizado y distorsiones económicas. Los grandes problemas del país siguen ahí: La dependencia económica del petróleo, la falta de empleos estables bien remunerados, educación pública de baja calidad, instituciones débiles y propensas a corrupción que estimulan las actividades lucrativas no-productivas e intermediación con funcionarios públicos, sin crear riqueza y sin participar en mercados internacionales competitivos que exigen productividad e innovación. La pobreza no se puede reducir en este ambiente de rentismo y malas políticas.
El PSUV es el último invento del chavismo y los estímulos que envía el Presidente a la nueva organización no son para el trabajo por la gente y la exploración de nuevas ideas políticas y económicas para hacer avanzar a Venezuela. El mensaje del presidente Chávez destaca solamente la lealtad como único valor intrínseco en la estructura partidista y los modelos a seguir que recomendó fueron los de José Vicente Rangel y Diosdado Cabello. A Venezuela le saldrá caro recuperarse de este capitulo de su historia pero esperemos que la lección sea duradera.
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