*ALEXANDER GUERRERO ESCRIBE: “EL NIRVANA SOCIALISTA Y LA RUINA DEL PETROLEO”
Alexander Guerrero E Phd
La toma por asalto y la grasa que mueve la política en la revolución
Desde el mismo inicio de su gobierno, el Presidente apuntó el objetivo de su interés político, personalizar el control fiscal, económico y financiero que el Estado mantiene sobre la industria petrolera. La nueva Ley de Hidrocarburos desnaturalizó la razón social, fiscal y económica de PDVSA al transferir el poder de decisión a la Presidencia de la República. La lucha política y el estado sin reglas ni contratos confiables que se promovía con la revolución socialista condujeron finalmente a la toma por asalto -de PDVSA-, proceso que posteriormente fue santiguada por los poderes formales.
En sus propias palabras, confesión adelantada en su acostumbrada diatriba dominical, el Presidente nos hizo conocer que él había provocado el paro petrolero para que sirviera como motivo político a la toma institucional de la industria y que a juzgar por sus políticas posteriores condujo al control personal de la industria y sus finanzas. Aunque uno concluía que el paro petrolero tenía ciertos visos de suicidio colectivo, lo era porque el propio gobierno así lo quería, confesión del Presidente, después de todo, buscaba a todo evento el control sobre la industria petrolera. Sus allegados de mayor confianza a la manera de los regímenes nepóticos llegarían entonces a controlar los hilos más preciados de la industria la comercialización del petróleo y sus finanzas. La sociedad civil y sus líderes, no entendieron que el control de la industria por Chávez tenía objetivos más terrestres, el control de los negocios; es decir, la comercialización y las finanzas para su ulterior uso político.
Esos objetivos, que han desdibujado los parámetros naturales de todo negocio, así sea una empresa pública, del Estado, han sido poco a poco alcanzados, para ello la oscuridad y una total carencia de transparencia administrativa, el manejo discrecional de sus finanzas sin controlabilidad y sin apego a las normas básicas de gobernabilidad gobierno, de los negocios de PDVSA nos pudieran estar mostrando cómo se arruina una industria. El aspecto de ruina y rezago financiero y tecnológico que ha acumulado PDVSA a la fecha en estos años, por ello el gobierno dispuso sacara a PDVSA de la lista de empresas que se listean en el mercado de capitales de New York (Comisión de Valores de New York)) porque su presencia allí (Security Exchange Comision) requiere balances y estados financieros auditados, es decir, podríamos seguir viendo por radiografía de los mercados de capitales el estado de la industria petrolera estatal, ahora no podemos hacerlo, y por ello desconocemos a dónde van los reales y como se administra PDVSA.
La descapitalización de la industria: el Estado y la corrupción se comen el petróleo
Entendimos entonces cual era y es la grasa que rueda esos objetivos políticos. Lo que no estaba claro al principio era si esos objetivos serian consistentes con una agenda de destruición, no solo de la capacidad productiva de PDVSA sino también de la utilización discrecional de la renta y sus finanzas, que es lo que en neto hoy muestra una industria petrolera que paradójicamente revela los mayores ingresos en su historia, gracias a los precios, pero enmarcados en un intenso proceso de descapitalización que nos indica el grado de ruina a la que puede llegar la industria petrolera estatal..
Ese largo proceso de descapitalización, tanto de capital human0 –por despido y mutilación de millones de horas hombres especializados en la industria petrolera - como productiva por cierre de pozos y caída de la producción de crudo y derivados, nos trae y muestra peligrosos niveles de endeudamiento alcanzados por PDVSA y que no se pueden administrar sin afectar la solvencia financiera de la empresa estatal, al mismo tiempo que el gobierno central y la propia Presidencia de la República disponen sin control previo ,ni posterior ,tanto de la renta petrolera que entra no solo por los mecanismos fiscales regulados por ley, sino los parafiscales sin criterios contables ni económicos legales, sin cuales los venezolanos tengamos posibilidad política e institucional alguna para conocer donde están y dónde van los reales del petróleo.
Los objetivos políticos y el flujo de caja de la industria: Donde están los reales?
PDVSA ha comenzado a vender y comercializar petróleo y papeles petroleros a futuro y pagando factura con especies –petróleo y derivados- con lo cual muestra que el proceso de descapitalización mencionado arriba ya comenzó a abrir huecos en sus finanzas. En otras palabras la descapitalización inducida, en primer orden por el fisco y políticamente por el manejo poco ortodoxo y alejado de cualquier racionalidad económica y financiera de los negocios con el mercado internacional en acuerdos bilaterales y multilaterales de suministro y financiamiento de las exportaciones petroleras a esos mercados (caso Cuba para solo nombrar el mas protuberante) ha venido asfixiando sistemáticamente los flujos de caja de corto y largo plazo de PDVSA.
Ese proceso de destrucción ha sido sostenido por un régimen de reglas de incertidumbre con elevado riesgo, que ha acabado con uno de los capitales más preciados que pudo haber mostrado la industria petrolera venezolana en 50 anos, la certidumbre y el cumplimiento de las reglas y contratos. La nueva ley de hidrocarburos, transfirió el poder político sobre la industria a la Presidencia de la República, no solo desde los centros de gestión natural dentro de PDVSA sino también desde los contrapesos naturales del gobierno, el poder legislativo y las reglas y leyes que definen claramente los derechos de propiedad sobre los contratos que PDVSA firmo y firma como agente económico que mercadea un bien como el petróleo.
LA eliminación de los convenios operativos y de los contratos en la Faja del Orinoco (asociaciones estratégicas) se llevo a cabo violando los contratos previamente firmados por la República, la acción legal de hoy de las empresas extranjeras asociadas a PDVSA reclamando arbitraje internacional y compensación por incumplimiento de esos contratos, es responsabilidad exclusiva del Presidente de la República y de la Directiva de PDVSA, ellos deben responder por cualquier daño que sufra el capital de la nación como consecuencia de reclamos y reparos por incumplimiento de contratos.
La ruina de PDVSA, la descapitalización y el endeudamiento
Es precisamente este aspecto, el de las reglas de juego con que la industria petrolera venezolana marca el camino hacia la ruina. Por un lado la dependencia del fisco de los ingresos fiscales de PDVSA ha ampliado la transferencia al fisco –léase gobierno- del capital natural que la industria requiere para reproducirlo, de hecho a precios reales del 2001 la industria –PDVSA- muestra una desinversión neta acumulada –descapitalización- de unos 22 000 millones de dólares que refleja la perdida de más de 1000000 de barriles diarios, y la reducción de la capacidad instalada en casi tres millones de barriles diarios. Sin tomar en cuenta que los planes de inversión y producción para medidos de la presente década proyectados en 1998, un año antes de llegar Chávez al poder, eran de unos cinco millones de barriles por día.
Esos números gruesos muestran dos realidades, a saber, la primera, una especie de ruina de la industria petrolera estatal dado que controla ahora los convenios operativos y asociaciones estratégicas –Faja del Orinoco- después de los dos procesos de nacionalización derivados de la nueva ley de hidrocarburos, dado que ha visto reducir sus rendimientos y aumentados él; costo de producción por barril, en casi 150%. Y una segunda realidad de runa económica y financiera en virtud de la transferencia a cuentas supernumerarias y parafiscales y para otros negocios distintos a los petroleros del flujo de caja natural que hace rentable su presencia económica en los mercados y cuyo efecto neto ha sido la descapitalización de PDVSA.
Este rápido proceso de descapitalización ha obligado a PDVSA a un veloz y masivo endeudamiento tanto en los mercados de capitales locales e internacionales –estos últimos garantizándose sus empréstitos con petróleo crudo y maloliente. Ambos endeudamientos dirigido satisfacer las necesidades de un gobierno fiscalmente voraz e irresponsable, el gobierno devora en medios fiscales y tributarios, taladros, maquinarias, tecnología, refinerías y capital humano requerido para sostener la viabilidad de la industria petrolera.
El irrespeto a los contratos y sus consecuencias: la responsabilidad política y administrativa del gobierno.
Finalmente la guinda que le faltaba al postre. El irrespeto a los contratos de los convenios y asociaciones en la Faja del Orinoco que habían suido firmados y refrendados por el Estado y sus poderes, era conocido, llevaría a máximo riesgo a la industria y al propio gobierno –léase fisco- en virtud de que en estos mercados globales los contratos disfrutan de protección legal y jurisprudencia internacional. Así la demanda incoada por EXXOn, seguida eventualmente por otras, y otras no tan menores del pasado reciente, coloca en riesgo los activos de la petrolera y el flujo de caja del gobierno de origen petrolero.
Este irrespeto a lo legal y a las reglas de juego arbitradas internacionalmente y reconocida por todo el mundo, es componente del proceso de descapitalización mencionado arriba. Los efectos que ello causare deben ser respondido política y administrativamente tanto por la dirección ejecutiva de PDBVAA como por la propia Presidencia de la República, entidad esta después de todo que insume todo el poder decisión en la industria. La renuncia del Ministro Presidente de PDVSA y la responsabilidad política del Presidente deben ser reclamadas por el país si este rompimiento unilateral de contratos y reglas con agentes económicos internacionales conduce a pérdidas económicas tanto para la industria como efectos fiscales perniciosos.
Alexander Guerrero E
Economist, PhD (London)
Alexander Guerrero E Phd
La toma por asalto y la grasa que mueve la política en la revolución
Desde el mismo inicio de su gobierno, el Presidente apuntó el objetivo de su interés político, personalizar el control fiscal, económico y financiero que el Estado mantiene sobre la industria petrolera. La nueva Ley de Hidrocarburos desnaturalizó la razón social, fiscal y económica de PDVSA al transferir el poder de decisión a la Presidencia de la República. La lucha política y el estado sin reglas ni contratos confiables que se promovía con la revolución socialista condujeron finalmente a la toma por asalto -de PDVSA-, proceso que posteriormente fue santiguada por los poderes formales.
En sus propias palabras, confesión adelantada en su acostumbrada diatriba dominical, el Presidente nos hizo conocer que él había provocado el paro petrolero para que sirviera como motivo político a la toma institucional de la industria y que a juzgar por sus políticas posteriores condujo al control personal de la industria y sus finanzas. Aunque uno concluía que el paro petrolero tenía ciertos visos de suicidio colectivo, lo era porque el propio gobierno así lo quería, confesión del Presidente, después de todo, buscaba a todo evento el control sobre la industria petrolera. Sus allegados de mayor confianza a la manera de los regímenes nepóticos llegarían entonces a controlar los hilos más preciados de la industria la comercialización del petróleo y sus finanzas. La sociedad civil y sus líderes, no entendieron que el control de la industria por Chávez tenía objetivos más terrestres, el control de los negocios; es decir, la comercialización y las finanzas para su ulterior uso político.
Esos objetivos, que han desdibujado los parámetros naturales de todo negocio, así sea una empresa pública, del Estado, han sido poco a poco alcanzados, para ello la oscuridad y una total carencia de transparencia administrativa, el manejo discrecional de sus finanzas sin controlabilidad y sin apego a las normas básicas de gobernabilidad gobierno, de los negocios de PDVSA nos pudieran estar mostrando cómo se arruina una industria. El aspecto de ruina y rezago financiero y tecnológico que ha acumulado PDVSA a la fecha en estos años, por ello el gobierno dispuso sacara a PDVSA de la lista de empresas que se listean en el mercado de capitales de New York (Comisión de Valores de New York)) porque su presencia allí (Security Exchange Comision) requiere balances y estados financieros auditados, es decir, podríamos seguir viendo por radiografía de los mercados de capitales el estado de la industria petrolera estatal, ahora no podemos hacerlo, y por ello desconocemos a dónde van los reales y como se administra PDVSA.
La descapitalización de la industria: el Estado y la corrupción se comen el petróleo
Entendimos entonces cual era y es la grasa que rueda esos objetivos políticos. Lo que no estaba claro al principio era si esos objetivos serian consistentes con una agenda de destruición, no solo de la capacidad productiva de PDVSA sino también de la utilización discrecional de la renta y sus finanzas, que es lo que en neto hoy muestra una industria petrolera que paradójicamente revela los mayores ingresos en su historia, gracias a los precios, pero enmarcados en un intenso proceso de descapitalización que nos indica el grado de ruina a la que puede llegar la industria petrolera estatal..
Ese largo proceso de descapitalización, tanto de capital human0 –por despido y mutilación de millones de horas hombres especializados en la industria petrolera - como productiva por cierre de pozos y caída de la producción de crudo y derivados, nos trae y muestra peligrosos niveles de endeudamiento alcanzados por PDVSA y que no se pueden administrar sin afectar la solvencia financiera de la empresa estatal, al mismo tiempo que el gobierno central y la propia Presidencia de la República disponen sin control previo ,ni posterior ,tanto de la renta petrolera que entra no solo por los mecanismos fiscales regulados por ley, sino los parafiscales sin criterios contables ni económicos legales, sin cuales los venezolanos tengamos posibilidad política e institucional alguna para conocer donde están y dónde van los reales del petróleo.
Los objetivos políticos y el flujo de caja de la industria: Donde están los reales?
PDVSA ha comenzado a vender y comercializar petróleo y papeles petroleros a futuro y pagando factura con especies –petróleo y derivados- con lo cual muestra que el proceso de descapitalización mencionado arriba ya comenzó a abrir huecos en sus finanzas. En otras palabras la descapitalización inducida, en primer orden por el fisco y políticamente por el manejo poco ortodoxo y alejado de cualquier racionalidad económica y financiera de los negocios con el mercado internacional en acuerdos bilaterales y multilaterales de suministro y financiamiento de las exportaciones petroleras a esos mercados (caso Cuba para solo nombrar el mas protuberante) ha venido asfixiando sistemáticamente los flujos de caja de corto y largo plazo de PDVSA.
Ese proceso de destrucción ha sido sostenido por un régimen de reglas de incertidumbre con elevado riesgo, que ha acabado con uno de los capitales más preciados que pudo haber mostrado la industria petrolera venezolana en 50 anos, la certidumbre y el cumplimiento de las reglas y contratos. La nueva ley de hidrocarburos, transfirió el poder político sobre la industria a la Presidencia de la República, no solo desde los centros de gestión natural dentro de PDVSA sino también desde los contrapesos naturales del gobierno, el poder legislativo y las reglas y leyes que definen claramente los derechos de propiedad sobre los contratos que PDVSA firmo y firma como agente económico que mercadea un bien como el petróleo.
LA eliminación de los convenios operativos y de los contratos en la Faja del Orinoco (asociaciones estratégicas) se llevo a cabo violando los contratos previamente firmados por la República, la acción legal de hoy de las empresas extranjeras asociadas a PDVSA reclamando arbitraje internacional y compensación por incumplimiento de esos contratos, es responsabilidad exclusiva del Presidente de la República y de la Directiva de PDVSA, ellos deben responder por cualquier daño que sufra el capital de la nación como consecuencia de reclamos y reparos por incumplimiento de contratos.
La ruina de PDVSA, la descapitalización y el endeudamiento
Es precisamente este aspecto, el de las reglas de juego con que la industria petrolera venezolana marca el camino hacia la ruina. Por un lado la dependencia del fisco de los ingresos fiscales de PDVSA ha ampliado la transferencia al fisco –léase gobierno- del capital natural que la industria requiere para reproducirlo, de hecho a precios reales del 2001 la industria –PDVSA- muestra una desinversión neta acumulada –descapitalización- de unos 22 000 millones de dólares que refleja la perdida de más de 1000000 de barriles diarios, y la reducción de la capacidad instalada en casi tres millones de barriles diarios. Sin tomar en cuenta que los planes de inversión y producción para medidos de la presente década proyectados en 1998, un año antes de llegar Chávez al poder, eran de unos cinco millones de barriles por día.
Esos números gruesos muestran dos realidades, a saber, la primera, una especie de ruina de la industria petrolera estatal dado que controla ahora los convenios operativos y asociaciones estratégicas –Faja del Orinoco- después de los dos procesos de nacionalización derivados de la nueva ley de hidrocarburos, dado que ha visto reducir sus rendimientos y aumentados él; costo de producción por barril, en casi 150%. Y una segunda realidad de runa económica y financiera en virtud de la transferencia a cuentas supernumerarias y parafiscales y para otros negocios distintos a los petroleros del flujo de caja natural que hace rentable su presencia económica en los mercados y cuyo efecto neto ha sido la descapitalización de PDVSA.
Este rápido proceso de descapitalización ha obligado a PDVSA a un veloz y masivo endeudamiento tanto en los mercados de capitales locales e internacionales –estos últimos garantizándose sus empréstitos con petróleo crudo y maloliente. Ambos endeudamientos dirigido satisfacer las necesidades de un gobierno fiscalmente voraz e irresponsable, el gobierno devora en medios fiscales y tributarios, taladros, maquinarias, tecnología, refinerías y capital humano requerido para sostener la viabilidad de la industria petrolera.
El irrespeto a los contratos y sus consecuencias: la responsabilidad política y administrativa del gobierno.
Finalmente la guinda que le faltaba al postre. El irrespeto a los contratos de los convenios y asociaciones en la Faja del Orinoco que habían suido firmados y refrendados por el Estado y sus poderes, era conocido, llevaría a máximo riesgo a la industria y al propio gobierno –léase fisco- en virtud de que en estos mercados globales los contratos disfrutan de protección legal y jurisprudencia internacional. Así la demanda incoada por EXXOn, seguida eventualmente por otras, y otras no tan menores del pasado reciente, coloca en riesgo los activos de la petrolera y el flujo de caja del gobierno de origen petrolero.
Este irrespeto a lo legal y a las reglas de juego arbitradas internacionalmente y reconocida por todo el mundo, es componente del proceso de descapitalización mencionado arriba. Los efectos que ello causare deben ser respondido política y administrativamente tanto por la dirección ejecutiva de PDBVAA como por la propia Presidencia de la República, entidad esta después de todo que insume todo el poder decisión en la industria. La renuncia del Ministro Presidente de PDVSA y la responsabilidad política del Presidente deben ser reclamadas por el país si este rompimiento unilateral de contratos y reglas con agentes económicos internacionales conduce a pérdidas económicas tanto para la industria como efectos fiscales perniciosos.
Alexander Guerrero E
Economist, PhD (London)
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