* ALBERTO ACEREDA ESCRIBE: "SECTARISMO INFORMATIVO EN LAS PRIMARIAS EN EEUU. ORGASMOS CLINTON, ORGASMOS OBAMA"
14/1/2008
Va siendo ya hora de desenmascarar la confusión generalizada que se observa en el tratamiento informativo sobre las elecciones norteamericanas por parte de muchos medios de comunicación europeos y de otros tantos norteamericanos. La progresía mediática babea casi hasta el orgasmo con personajes como Hillary Clinton y Barack Obama, despreciando o minimizando todo lo posible a los republicanos, sobre todo a los más conservadores.
La información tendenciosa sobre las primarias norteamericanas... Orgasmos Clinton, Orgasmos Obama.
Como ya van quedando pocas cosas malas que contar sobre Irak o sobre George W. Bush, la atención de los medios de comunicación al tratar de Estados Unidos se ha trasladado casi por completo a las primarias norteamericanas. La mayoría de los medios andan ahora indecisos entre unirse a los orgasmos mediáticos que produce Hillary Clinton o a los que permite obtener el joven y esbelto Barack Obama, los dos presidenciables por el Partido Demócrata.
Unos días de paso por Europa han bastado para observar el panorama informativo que allí se vive en torno a estas elecciones y la existencia de programas supuestamente serios o profesionales donde no faltan los lenguaraces tertulianos radiofónicos apuntados a lo que aquí definimos "orgasmos Clinton, orgasmos Obama". Hay para todos los gustos, desde la esbeltez de Obama a su profundo timbre de voz. Con la Clinton resulta algo más difícil alcanzar tan sublimes éxtasis, pero su posible llegada a la Casa Blanca produce ya en más de un comentarista un plácido palabreo amasado con el deseo de la caída de Bush y los republicanos.
Además de todo esto, entre plumillas y comentaristas que añoran la vieja guardia clintonista o que reclaman un "cambio", resultaba inexcusable definir como conmovedora la artificial lágrima de Hillary Clinton en New Hampshire. Asistimos, en fin, en los medios europeos y en otros tantos de la progresía norteamericana a un festival de orgasmos mediáticos a favor del Partido Demócrata, ese partido de la derrota en Irak y de la inoperancia en el Congreso, ese que en España le gusta tanto a la progresía.
En su reciente artículo "Los Clinton viven" (ABC, 13-1-2008), Ramón Pérez-Maura acierta a la hora de desenmascarar la confusión generalizada que se observa en el tratamiento de las elecciones norteamericanas por parte de muchos medios de comunicación europeos. En la España de Zapatero, la España incomunicada ya desde hace casi cuatro años con la Casa Blanca y la que odia todo lo que suene a yanqui (aunque luego se copie e imite), no podía ser menos. Ocurre que muchos viven aún en la caverna del mito antiamericano que la prensa y otros medios afines van creando. Frente a Bush y los candidatos de su partido, salta ahora la ola de orgasmos Clinton y orgasmos Obama.
Mucho de lo mítico de todo esto arranca de la figura de Bill Clinton. A su alargada sombra se une ahora la de su esposa Hillary Rodham Clinton, cuyo único mérito para ser hoy senadora demócrata por Nueva York y para optar a la Casa Blanca radica exclusivamente en ser la esposa cornuda y estoica del travieso marido. En su referido artículo, Pérez-Maura acierta también a ver que desde la Segunda Guerra Mundial los candidatos ganadores que compiten por el título de "peor preparado para ser presidente de los Estados Unidos" son precisamente Bill Clinton y Jimmy Carter (sí, el del diálogo con ETA). Viene todo esto a cuento porque a la vista de que los orgasmos mediáticos iban también para Obama, la maquinaria clintonista se ha dedicado en estos días a hostigar al joven Barack Hussein Obama, la esperanza de buena parte de la izquierda norteamericana y que amenaza la supuesta inevitabilidad electoral de la madona Clinton.
Entre orgasmo y orgasmo, en fin, han saltado ya chispas entre las dos organizaciones y -en honor a los viejos usos de la izquierda- ahora los de Obama acusan a los Clinton de racistas por unas declaraciones del marido travieso. Y mientras gran parte de la prensa y medios de comunicación se deleita con el género de la Clinton y con la etnia de Obama, se siguen perpetuando -a la contra- los viejos y errados mitos en torno a los candidatos del Partido Republicano. Aclaremos que cuando se trata de la derecha norteamericana, surge un inmediato "coitus interruptus" mediático por el que se pasa de los orgasmos Clinton y los orgasmos Obama al desprecio contra los republicanos, justo los mismos cuyas ideas y programas son obviadas por la mayoría de los medios.
Y por si todo esto fuera poco, en el "coitus interruptus" mediático de la progresía transatlántica se nos quiere presentar a toda costa la idea -errónea- de que candidatos republicanos como Mitt Romney o Fred Thompson tienen ya los días contados en las primarias, cuando -a fe de la verdad- la cosa no ha hecho nada más que empezar. La cuestión -no hay que engañarse- es el intento de la progresía mediática de obviar a los candidatos republicanos verdaderamente conservadores (o sea, Mitt Romney o Fred Thompson)- y vendernos figurones de dudosa talla como Mike Huckabee o disidentes ambiciosos como John McCain, precisamente los dos que jamás podrán interrumpir con un triunfo a nivel nacional el orgasmo que produce a la progresía mediática el dorado sueño de ver en sólo unos meses a la Clinton o a Obama en la Casa Blanca.
14/1/2008
Va siendo ya hora de desenmascarar la confusión generalizada que se observa en el tratamiento informativo sobre las elecciones norteamericanas por parte de muchos medios de comunicación europeos y de otros tantos norteamericanos. La progresía mediática babea casi hasta el orgasmo con personajes como Hillary Clinton y Barack Obama, despreciando o minimizando todo lo posible a los republicanos, sobre todo a los más conservadores.
La información tendenciosa sobre las primarias norteamericanas... Orgasmos Clinton, Orgasmos Obama.
Como ya van quedando pocas cosas malas que contar sobre Irak o sobre George W. Bush, la atención de los medios de comunicación al tratar de Estados Unidos se ha trasladado casi por completo a las primarias norteamericanas. La mayoría de los medios andan ahora indecisos entre unirse a los orgasmos mediáticos que produce Hillary Clinton o a los que permite obtener el joven y esbelto Barack Obama, los dos presidenciables por el Partido Demócrata.
Unos días de paso por Europa han bastado para observar el panorama informativo que allí se vive en torno a estas elecciones y la existencia de programas supuestamente serios o profesionales donde no faltan los lenguaraces tertulianos radiofónicos apuntados a lo que aquí definimos "orgasmos Clinton, orgasmos Obama". Hay para todos los gustos, desde la esbeltez de Obama a su profundo timbre de voz. Con la Clinton resulta algo más difícil alcanzar tan sublimes éxtasis, pero su posible llegada a la Casa Blanca produce ya en más de un comentarista un plácido palabreo amasado con el deseo de la caída de Bush y los republicanos.
Además de todo esto, entre plumillas y comentaristas que añoran la vieja guardia clintonista o que reclaman un "cambio", resultaba inexcusable definir como conmovedora la artificial lágrima de Hillary Clinton en New Hampshire. Asistimos, en fin, en los medios europeos y en otros tantos de la progresía norteamericana a un festival de orgasmos mediáticos a favor del Partido Demócrata, ese partido de la derrota en Irak y de la inoperancia en el Congreso, ese que en España le gusta tanto a la progresía.
En su reciente artículo "Los Clinton viven" (ABC, 13-1-2008), Ramón Pérez-Maura acierta a la hora de desenmascarar la confusión generalizada que se observa en el tratamiento de las elecciones norteamericanas por parte de muchos medios de comunicación europeos. En la España de Zapatero, la España incomunicada ya desde hace casi cuatro años con la Casa Blanca y la que odia todo lo que suene a yanqui (aunque luego se copie e imite), no podía ser menos. Ocurre que muchos viven aún en la caverna del mito antiamericano que la prensa y otros medios afines van creando. Frente a Bush y los candidatos de su partido, salta ahora la ola de orgasmos Clinton y orgasmos Obama.
Mucho de lo mítico de todo esto arranca de la figura de Bill Clinton. A su alargada sombra se une ahora la de su esposa Hillary Rodham Clinton, cuyo único mérito para ser hoy senadora demócrata por Nueva York y para optar a la Casa Blanca radica exclusivamente en ser la esposa cornuda y estoica del travieso marido. En su referido artículo, Pérez-Maura acierta también a ver que desde la Segunda Guerra Mundial los candidatos ganadores que compiten por el título de "peor preparado para ser presidente de los Estados Unidos" son precisamente Bill Clinton y Jimmy Carter (sí, el del diálogo con ETA). Viene todo esto a cuento porque a la vista de que los orgasmos mediáticos iban también para Obama, la maquinaria clintonista se ha dedicado en estos días a hostigar al joven Barack Hussein Obama, la esperanza de buena parte de la izquierda norteamericana y que amenaza la supuesta inevitabilidad electoral de la madona Clinton.
Entre orgasmo y orgasmo, en fin, han saltado ya chispas entre las dos organizaciones y -en honor a los viejos usos de la izquierda- ahora los de Obama acusan a los Clinton de racistas por unas declaraciones del marido travieso. Y mientras gran parte de la prensa y medios de comunicación se deleita con el género de la Clinton y con la etnia de Obama, se siguen perpetuando -a la contra- los viejos y errados mitos en torno a los candidatos del Partido Republicano. Aclaremos que cuando se trata de la derecha norteamericana, surge un inmediato "coitus interruptus" mediático por el que se pasa de los orgasmos Clinton y los orgasmos Obama al desprecio contra los republicanos, justo los mismos cuyas ideas y programas son obviadas por la mayoría de los medios.
Y por si todo esto fuera poco, en el "coitus interruptus" mediático de la progresía transatlántica se nos quiere presentar a toda costa la idea -errónea- de que candidatos republicanos como Mitt Romney o Fred Thompson tienen ya los días contados en las primarias, cuando -a fe de la verdad- la cosa no ha hecho nada más que empezar. La cuestión -no hay que engañarse- es el intento de la progresía mediática de obviar a los candidatos republicanos verdaderamente conservadores (o sea, Mitt Romney o Fred Thompson)- y vendernos figurones de dudosa talla como Mike Huckabee o disidentes ambiciosos como John McCain, precisamente los dos que jamás podrán interrumpir con un triunfo a nivel nacional el orgasmo que produce a la progresía mediática el dorado sueño de ver en sólo unos meses a la Clinton o a Obama en la Casa Blanca.
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