Estamos a pocos días para que
finalice el año 2011 e inicie el 2012, que mejor momento para perdonar a
quienes por una u otra razón nos ofendieron, muchas veces perdimos una amistad
debido a una insignificancia a la que le dimos demasiada importancia cuando
realmente no valía la pena, pero bueno…, ahora que pasaron los días, meses o
años, sería importante abrir nuestro corazón y buscar a esa gente resentida
para hacer las “paces” y empezar el año que se avecina con gozo.
Debemos entender que el perdón es el
arma más poderosa para destruir el rencor y olvidar la venganza. El perdón es
el agua para apagar el fuego del odio y la violencia. Y es precisamente en
estos tiempos de fin de año, donde debemos reflexionar tomando la decisión de
sacar el odio y abrirle el corazón a la alegría. Esta es la mejor opción.
No estoy hablando de ese perdón que
puede ser asociado con sentimentalismo religioso golpeándose el pecho en una
oración. No, se trata del perdón que nos libere el alma de las cadenas del
resentimiento, aquel que beneficia más al que lo da que al que lo recibe. Debe
ser un perdón verdadero y no algo hipócrita.
El perdón simboliza el derecho a
liberarnos del agravio y de la emoción negativa atrapada junto a la acción de
la cual fuimos víctimas. Por ejemplo, si hemos sido víctimas de un engaño, la
emoción de rencor, de venganza, quedará circulando en nosotros como
sentimientos y pensamientos recurrentes que revivirán constantemente el hecho,
dando la oportunidad de que la acción no ocurra una, sino muchas veces, a eso
es lo que debemos ponerle fin.
Cuando perdonamos dejamos de
alimentar la emoción negativa de la venganza y rompemos con el ciclo nefasto
que afecta nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra economía. Para nadie es un
secreto que las emociones como la ira, el rencor, la culpa y el odio, son en
gran parte responsables de enfermedades como el cáncer, que una vez liberadas
estas emociones represadas en el tiempo por el perdón, el paciente se cura,
como sucedió con el cantautor Facundo Cabral. Si no perdonamos y elegimos vivir
con el corazón cargado de resentimiento podemos enfermar.
Nadie está obligado a hacer lo que no
quiere, si no desea perdonar no lo haga, pero piense ¿cuánto se ahorraría si
desterrara del corazón todo el sentimiento que lo hiere? Perdonar no es
olvidar, es recordar sin dolor, es alcanzar la libertad mental.
Por eso en este fin de año dé su
mejor regalo y derrote a su enemigo con el mejor golpe: El perdón que nos ataca
y nos genera un desconsuelo permanente. Estos días son bonitos, nuestros
corazones están más abiertos... aprovechemos la oportunidad que nos da Dios y
expulsemos el odio para siempre. “Perdonemos a los que nos ofenden...”
britozenair@gmail.com
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