Como Ex - Embajador que soy, personalmente
considero que la desautorización y posterior destitución del Embajador de
Panamá ante la OEA, Ricardo Cochez fue una decisión infortunada e injusta.
No conozco personalmente al Embajador Cochez,
pero leo sus artículos en este mismo diario, admiro su condición de demócrata a
toda prueba y, sobre todo, valoro altamente su solidaridad con la democracia
venezolana en los momentos difíciles que atraviesa el país.
Su intervención en el Consejo Permanente de
la OEA (CPOEA) fue un discurso de gran altura, oportuno, breve y muy objetivo.
Cuando se refirió expresamente a Venezuela o al repitiente, lo hizo con mucho
respeto. Una intervención impecable que no planteaba nada que pudiera haber
dado motivo para que lo desautorizaran y destituyeran.
En su al Presidente Martinelli del 18 de
enero, Cochez rechaza la afirmación de su Cancillería según la cual el discurso
fue “improvisado y sin consulta”. El Embajador responde señalando que durante
su desempeño en la OEA nunca recibió instrucciones ni directrices de ninguna
especie y que al parecer su Cancillería no tenía tiempo para discutir su
trabajo, que nunca lo había hecho y que siempre hubo una “muy marcada falta de
instrucciones y guías”
Debo decir que su caso no es único. Pido
disculpas por referirme a mí mismo pero durante mi desempeño como Embajador
raras veces recibí instrucciones de mi Cancillería y mis informes aparentemente
también pasaban directamente al archivo apenas se recibían. Tuve que actuar,
como Cochez, guiado “por mi mejor criterio democrático y los mejores intereses
del país”. Mis instrucciones y guias permanentes estaban en la Constitución
Nacional.
Cochez es víctima del neo-colonialismo y el
neo-imperialismo cubano-venezolano. Estos dos países se vanaglorian de ser
anti-imperialistas pero sus conductas reflejan el más rancio imperialismo
reinante en el mundo durante el siglo XX. Vuelvo a pedir disculpas por
referirme a mí mismo, pero vienen al caso dos experiencias de presión
imperialista que me tocó vivir. Siendo Embajador ante la ONU en Ginebra y
Representante de Venezuela en la Comisión de Derechos Humanos (CDHNU), una
noche me visitó en mi residencia mi colega cubano, el Embajador Lechuga
acompañado de Raúl Roa hijo, a la sazón representante de Cuba en la CDHNU.
Pretendieron presionarme para que apoyara la posición cubana e impedir que las
NNUU siguieran ocupándose de los derechos humanos en Cuba. Les respondí: “yo me
atengo a las instrucciones que recibo de mi gobierno”, las cuales nunca recibí
y mantuve la tradicional posición venezolana de abstención en ese tema. La otra
experiencia fue con el Representante de los Estados Unidos quien no solo
intentó presionarme verbalmente sino que llegó al extremo de entregarme una
nota según la cual el gobierno venezolano se había comprometido a apoyar la
posición norteamericana, lo cual era
mentira. Mi respuesta fue la misma que di a los cubanos. Además remití la carta a mi Cancillería, la cual no solo me
respaldó sino que me dio instrucciones de darla por no recibida” y denunciar en
la CDHNU la indecorosa actitud del representante norteamericano.
En su carta al Presidente Martinelli Cochez
le recrimina que su gobierno se deje ”amedrentar por las críticas y amenazas de
Venezuela”, con lo cual denuncia que gobierno se somete a las presiones neo
imperialistas y neocolonialistas del régimen venezolano. Nuestras denuncias de esa política habían
caído en saco roto. La voz autorizada y valiente de Cochez ha hecho trascender
la denuncia hasta más allá de nuestro continente.
Es triste constatar cómo el bozal de petróleo
mantiene a los gobiernos de la región indiferentes con lo que ocurre en nuestro
país. En la sesión del CPOEA. Salvo Canadá y los Estados Unidos, los únicos que
intervinieron para negar las violaciones de la Constitución en Venezuela fueron
los sempiternos adulantes y beneficiarios de la munificencia del “comandante”.
El resto no se atrevió a abrir la boca para no desencadenar las iras del
Júpiter criollo.
No puedo dejar de referirme, aunque sea
brevemente, a la pobre y ridícula actuación de Chávezton en la sesión del
CPOEA. Con un aire de prepotencia, superioridad y desprecio hacia sus colegas
comenzó autodefiniéndose como “político, diplomático y caballero”. Si para él ser
político consiste en haber dado un salto mortal de fanático social-cristiano
copeyano a fanático chavista marxista-leninista esa auto-calificación le sienta
perfectamente. Si para él ser
diplomático consiste en tener la habilidad de acumular las funciones de
Embajador en la OEA, Diputado en el Parlamento Latinoamericano, facilitador en
las negociaciones del gobierno colombiano con las FARC y otras que no recuerdo
en este momento, se equivoca, porque diplomacia no es policamburismo.
Finalmente, su caballerosidad la demostró con agresiones verbales contra el
Embajador Cochez y con el lenguaje procaz empleado en su discurso.
adolfotaylhardat@gmail.com
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